El uso del humor negro en el entorno educativo sin duda es más complejo que el de otras opciones humorísticas. Pero al igual que el humor satírico, creemos que también puede ser motivo de reflexión y trabajo. Por ejemplo, analizando su grado de aceptación social e intentando determinar las causas de esta aceptación.

Sin olvidar tampoco que una propuesta humorística de estas características puede ser compatible con un contenido reivindicativo y de denuncia. Por ejemplo, los chistes de Chumy Chumez sobre la pena de muerte, publicados durante los años en que la pena de muerte era todavía vigente en España y motivo de profundo malestar social, es evidente que adquieren un sentido especial que en otro contexto no tendrían.

Chumy Chumez. El humor en la transición, 1973-1978. Edaf, Madrid, 2001

De hecho, el análisis de los contextos en muchas ocasiones es más atractivo que el análisis estricto de la propuesta humorística. Al margen de que, además, a veces es imprescindible para entender el chiste.

A partir de aquí, podríamos saltar a otro tema distinto pero al mismo tiempo relacionada con los contextos: los cambios a través del tiempo y de los países o la geografía de los gustos sociales en relación al humor.

"Si nos fijamos en los chistes del siglo XIX, con sus ilustraciones naturalistas y detalladas y metros de diálogo, puede sorprendernos que alguien llegara a considerarlos graciosos, pero a los victorianos se lo parecía. Así, ¿quién puede decir que los chistes que nos hacen retorcernos de risa en los ochenta no van a ser despreciados como tonterías sin gracia dentro de cien años?"
Ros Thomson y Bill Hewison. El dibujo humorístico. Ed. Tursen / Hermann Blume. Madrid, 1996