"Dime qué te
alegra, y te diré quién eres".
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"El
humor es un capricho, un lujo, una pluma de perdiz que se pone uno en el
sombrero; un modo de pasar el tiempo. El humor verdadero no se propone
enseñar o corregir, porque no es ésta su misión (...)
será como una pieza musical, como una canción, como un disco
de música de baile, que se escucha para pasar el rato y nunca para
aprender álgebra y trigonometría."
Miguel Mihura. Mis memorias
(citado en "La Codorniz, antología". 1941-1978)
Anteriormente ya hemos dicho que pensamos
que el humor sí puede servir para enseñar. Para aprender
"la álgebra y la trigonometría" que para el caso nos interesa:
los derechos humanos.
Las opciones para desarrollar un proyecto
de estas características son diversas, y sin descartar otros géneros
humorísticos más contundentes (negro, irónico, satírico...),
creemos que no hay que olvidar o menospreciar las posibilidades del humor
blanco.
En muchas ocasiones intrascendente (hasta
cierto punto, ya que hacer aflorar sonrisas nunca es irrelevante), el humor
blanco también puede convertirse en una sutil herramienta de análisis
humano y social.
Con la particularidad de que "al
no ser cínico ni sarcástico, sino fundado en una consideración
amable de la naturaleza humana, con todos sus defectos y debilidades"
(1), nos puede proponer una forma constructiva de aproximación a
los conflictos, con más posibilidades de entenderlos y resolverlos
realmente.
Nos puede mostrar una visión del
mundo sin polarizar, en la que la empatía nos permita no sentirnos
del todo ajenos a personas, hechos o conductas en teoría muy alejadas
de nuestra propia realidad.
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(1) La cita es de Ros Thomson
y Bill Hewison. (Ed. Tursen / Hermann Blume. Madrid, 1996). Es un fragmento
de la breve descripción que hacen del trabajo del humorista francés
Sempé, acompañada de este delicioso chiste mudo. Nos parece
un excelente ejemplo de lo que hemos intentado explicar en esta página. |
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