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Historia de los Derechos Humanos

Virus, bacterias, epidemias y derechos humanos


Esta página forma parte del apartado general de recursos sobre Virus, epidemias y derechos humanos.

"Las gentes honestas comenzaron a creer que Dios estaba resuelto a exterminar totalmente a la población de esta miserable ciudad. (...) Familias enteras y calles enteras eran barridas de golpe por la muerte." Daniel Defoe. 'Diario del año de la peste' (1722; sobre la peste de Londres de 1665). (1)

La historia de los seres humanos es también la historia de los virus, las bacterias y otros microorganismos que nos han acompañado a lo largo de la evolución, algunos de forma silenciosa y favorable (por ejemplo, sin microbios intestinales no podríamos vivir), y otros, en ocasiones, de forma agresiva y dramática: las más grandes hecatombes de la historia no las han provocado ni las guerras, ni las hambrunas, ni los desastres naturales, sino epidemias como las de las gripes o las pestes.

Las enfermedades infecciosas han existido siempre, pero las epidemias no. La aparición de las segundas está vinculada al neolítico, cuando se forman los primeros poblados y asentamientos sedentarios y, luego, durante la Edad Antigua, las primeras ciudades. Antes, la baja densidad de población y el aislamiento de los grupos humanos no facilitaba la propagación de las enfermedades infecciosas. En el peor de los casos, podían diezmar totalmente una comunidad, pero difícilmente se podían propagar a otros grupos, a causa del poco contacto entre ellos.

En las sociedades ya urbanas, durante milenios, la defensa ante las enfermedades altamente infecciosas (viruela, cólera, peste, sífilis, lepra, tuberculosis, tifus, etc.), fue muy ineficaz. Era así a causa de la ignorancia acerca de la naturaleza de estas enfermedades, del hacinamiento de la población, y de la dificultad para mantener medidas higiénicas. Al margen de los conjuros, pócimas, plegarias, y otras prácticas supersticiosas, la única medida que entonces ya se demostró eficaz fue el confinamiento forzoso de las personas infectadas (en los lazaretos, leproserías, etc.), no tanto con la intención de curarlas, sino sobre todo con la finalidad de evitar la propagación de la epidemia. Un confinamiento que en ocasiones era de por vida, cuando la enfermedad era incurable, como era antes en el caso de la lepra.

"La Biblia es, sin duda alguna, el libro en el que la lepra adquiere una mayor importancia histórica y social. (...) la lepra no era considerada como una enfermedad sino como un signo de impureza y de suciedad. (...) La creación de leproserías promovió aún más la discriminación y el miedo hacia los leprosos. (...) Puede imaginarse el efecto que tenía, sobre el paciente, el estar encerrado sabiendo que el único modo de salir era morir." Enrique Soto Pérez. 'La lepra en la Europa medieval''. (2)

Durante la época medieval, las epidemias más mortíferas fueron de peste. De origen bacteriano, transmitida por las picadas de las pulgas que a su vez transportan las ratas, la primera epidemia de peste bien documentada ocurre en el siglo XIV. Entonces, entre 1347 y 1352, a causa de la peste murió un tercio de la población europea (de aquel brote hubo también otros focos en grandes zonas de Asia y Oriente Medio). Luego, durante los siglos siguientes, en Europa y en otros lugares hubo nuevos brotes epidémicos de peste (y hoy, en algunas zonas, todavía se dan casos, pero ahora se pueden tratar).

Y había muchos que finaban en la vía pública de día o de noche, y muchos que aunque acabasen en sus casas les hacían saber a sus vecinos que habían muerto con el hedor de sus cuerpos corrompidos antes que de otro modo; y de éstos y de los otros que por doquier morían, todo estaba lleno." Giovanni Boccaccio. Decamerón (1353; sobre la peste de Florencia de 1348). (3)
> otros fragmentos del Decamerón sobre la peste

"La procesión pasó por todos los barrios de la ciudad, y en cada una de las encrucijadas o placetas (...) se hacía una parada, dejando la urna junto a la cruz que en cada una había sido erigida por san Carlos en la peste anterior (...) al día siguiente, precisamente mientras reinaba aquella presuntuosa confianza (...) la fanática seguridad de que la procesión debía de haber acabado con la peste, las muertes aumentaron (...) la furia del contagio no dejó de crecer (...) de los muertos dice que resultaron ciento cuarenta mil según los registros civiles, más aquellos de los que no se pudo hacer cuenta." Alessandro Manzoni. 'Los novios' (1842; sobre la peste que asoló Milán entre 1628 y 1630). (4)

Antes de la peste ya existían precedentes de otras epidemias, en ocasiones muy letales. Hipócrates ya describió una gran epidemia, al parecer de gripe, en el 412 a.C. La varicela ya existía en la China y Grecia antiguas, y la viruela en el Antiguo Egipto (la identificación de estas enfermedades se hace en la actualidad a través de los indicios que nos han llegado, sin que de hecho haya una certeza absoluta de que en cada caso fueran estas en concreto). Las enfermedades mencionadas, gripe, varicela y viruela, son de origen vírico. En cambio, la peste es de origen bacteriano, al igual que el cólera, la tuberculosis y la lepra, documentadas también desde la Antigüedad.

A lo largo de la historia, otro aspecto que ha dificultado el control de las epidemias ha sido, además de las interpretaciones sobrenaturales (alguna de las plagas de Egipto bíblicas podría corresponder a una epidemia), la atribución de su origen a la intencionalidad humana. Por ejemplo, en tiempos de las pestes medievales, en ocasiones se culpaba a los 'untadores', los cuales se suponía que fabricaban pócimas que luego 'untaban' por las calles, iglesias, etc., con la finalidad de contagiar la enfermedad y extender la epidemia. El mayor peligro de estas explicaciones era que mientras ocupaban la atención de la población, dificultaban tomar las medidas realmente adecuadas (el aislamiento de infectados y la mayor higiene posible). Y que, de paso, podían promover la estigmatización y el acoso de un determinado colectivo inocente (en ocasiones los judíos, u otra minoría susceptible de ser convertida en chivo expiatorio).

"La persecución es un detalle típico de toda epidemia. El pueblo atribuye la mortalidad a algún veneno y exige que se les entregue a aquellos de quienes sospecha han sido los envenenadores. En el siglo XIV la sospecha recayó sobre los judíos (...) se sospechó que habían envenenado el aire y las fuentes. (...) en Berna, en Basilea, en Friburgo, en Estrasburgo se quemaron vivos unos dos mil judíos." Matías Alinovi. 'Historia de las epidemias'. (5)

"A garrotazos y quemados vivos. Hasta 73 frailes perdían la vida en una funesta jornada del verano de 1834. Madrid, sumida en una epidemia de cólera que el pueblo achacó a la mano clerical, ardió azuzada por una irracional y cegada muchedumbre." Lucía Martín. 'La epidemia de cólera que viró en matanza de frailes'. (6)
> noticia entera

Al azote de las enfermedades infecciosas capaces de provocar epidemias, en ocasiones con elevados índices de mortalidad, hay que añadir aquellas otras enfermedades infecciosas endémicas que no matan, pero que deterioran mucho la calidad de vida, como algunas enfermedades de la piel consecuencia, sobre todo, del hacinamiento de la gente en viviendas insalubres, pequeñas, poco limpias, poco ventiladas, etc. Unas infecciones que a la vez podían ser la puerta de entrada para otras enfermedades, por ejemplo a causa de las heridas que se provocaban los enfermos al rascarse. Sobre todo era el caso (y todavía lo es a veces), de la tiña o roña, causada por hongos, y de la sarna, causada por pequeños arácnidos que hacen galerías por debajo de la piel.

"Es un frenético rascarse los miembros hasta hacerlos sangrar / o tomar con rabia las carnes: / la mano arranca del cuerpo marchitado costras sanguinolentas, / penetra a fondo en las articulaciones laceradas, / excava los nervios y descubre los huesos; / entonces un obsceno humor pútrido se escurre sobre los miembros / y los impregna, / y horriblemente este humor cubre las ásperas uñas / mientras un sudor cansado invade el cuerpo miserable." Poesía anónima italiana del siglo XV, sobre la sarna. (7)

Expansionismo de las poblaciones y difusión de las epidemias

Hay ya ejemplos remotos de lo que hoy podríamos denominar "ataques biológicos". Por ejemplo, mediante el lanzamiento con catapultas de personas o animales enfermos sobre un campamento enemigo, o dentro de la ciudad sitiada, con el propósito de transmitir infecciones (en otras ocasiones, con el mismo objetivo de diezmar el enemigo, se había recurrido a envenenar el agua de la población combatida o sitiada).

"Posiblemente, el primer ejemplo se produjo en el siglo XIV, cuando las fuerzas mongoles que sitiaban el puerto del mar Negro de Kaffa (...) se dieron cuenta de que se habían infectado con la peste y arrojaron a sus muertos por encima de las murallas de la ciudad." Laura Spinney. 'El jinete pálido. 1918: la epidemia que cambió el mundo'. (8)

En 1757 está documentado que el oficial inglés Jeffrey Amherst, en sus enfrentamientos con los franceses en el actual Canadá, planeó el reparto de mantas infectadas con viruela entre los indios, que entonces eran aliados de los franceses. Quizá no era la primera vez: hay quién dice que los españoles en ocasión también hicieron llegar a los indios a los cuales se enfrentaban ropas contaminadas de viruela, pero lo cierto es que no era necesario, ya que la viruela se propagaba sin necesidad de ayudas, con suma facilidad.

"Pocas semanas antes de que Hernán Cortés tomara el control de la capital del Imperio azteca, Tenochtitlán (...) sus tropas estaban al borde de la derrota (...) Cuando consiguieron recuperar fuerzas, asaltaron la ciudad y, para su sorpresa, no hallaron resistencia. El panorama era desolador. Miles de cadáveres aparecían desperdigados y el aire estaba impregnado de un olor nauseabundo, una mezcolanza de muerte y putrefacción (...) Aquel ejército invisible que arrasó Tenochtitlán no era otro que la viruela, una enfermedad conocida en Europa, pero extraña para los indígenas." Javier Martín. 'Las enfermedades que Colón llevó a América'. (9)

La realidad es que la llegada a América de los gérmenes de la de viruela, la gripe y el sarampión, facilitó en gran medida la conquista del continente por parte de los europeos, ya que ante los nuevos microbios que llegaron con ellos, los nativos no tenían protección. Se calcula que, durante los 100 años posteriores a la llegada de los colonizadores a América, murió entre el 50 y el 90% de la población autóctona, más por causa de las infecciones que por las guerras: Colón desembarcó en América, y los microorganismos la conquistaron.

Lo que supuso para los nativos de América la llegada de los europeos no fue una excepción, sino un episodio más de los muchos brotes epidémicos vinculados con el expansionismo territorial de los distintos grupos humanos. Ha sido así porque la evolución de grupos humanos sin contacto entre ellos, en territorios alejados, ha propiciado su adaptación a distintos medios, también en este aspecto microbiano. Y cuando luego un día han entrado en contacto, las posibilidades de contagios con gérmenes para los cuales el otro grupo quizá no tenía defensas, era inevitable.

Por ejemplo, ocurrió en Australia cuando a finales del siglo XVIII desembarcaron los europeos, y el resultado fue una reducción drástica de la población local a causa de las infecciones. Y también ocurrió hace 3.000 años, cuando la etnia ganadera bantú, inmunizada contra la malaria, se expandió por el centro de África, y entonces propagó esta enfermedad entre las otras poblaciones, sin defensas ante ella.

De hecho, hay quien sostiene que la extinción de los neandertales, hace 30.000 años, pudo estar provocada por el contagio de los patógenos que llegaron con el homo sapiens, más que por diferencias de inteligencia, fuerza o adaptación al medio entre los dos grupos de homínidos.

Volviendo al siglo XVI y al caso de América, de allí llegó entonces a Europa la sífilis, de transmisión sexual, desconocida en Europa. Favorecida inicialmente sobre todo por los movimientos de los ejércitos, la sífilis se propagó con facilidad por Europa y provocó elevadas tasas de mortalidad, hasta que con el tiempo perdió virulencia y se volvió endémica, como en América.

"Los de aquesta isla Española son todos bubosos [sifilíticos], y como los españoles dormían con las indias, hinchiéronse luego de bubas, enfermedad pegajosísima y que atormenta con recios dolores. Sintiéndose atormentar y no mejorando, se volvieron muchos de ellos a España por sanar, y otros a negocios, los cuales pegaron su encubierta dolencia a muchas mujeres cortesanas, y ellas a muchos hombres que pasaron a Italia a la guerra de Nápoles (...) y pegaron allá aquel su mal." Francisco López de Gómara (1511-1566). 'Historia General de las Indias'. (10)

A lo largo de la historia las guerras han sido una forma eficaz de propagar epidemias, como consecuencia de las grandes concentraciones de soldados, de los desplazamientos por distintos territorios de las tropas, del pillaje y las violaciones.

Por ejemplo, la mortífera gripe de 1918, la mayor pandemia de toda la historia (se calcula que murieron entre cincuenta y cien millones de personas), no habría tenido el alcance que tuvo de no haber coincidido con la Primera Guerra Mundial. Con un primer brote en Kansas, la gripe llegó a Europa con las tropas de los Estados Unidos, se propagó por las trincheras, se difundió por todo el continente y, desde allí, se extendió por todo el mundo.

"La pandemia de gripe que azotó al mundo en otoño de 1918 mató a más personas que la Primera Guerra Mundial. (...) Hasta entonces, la gripe no era considerada una enfermedad alarmante. La gente rara vez moría, y los que lo hacían eran en su mayoría niños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos debilitados. Pero en 1918, esto cambió de forma repentina. Por primera vez, jóvenes adultos con buena salud morían en masa." Sandra Hempel. 'Atlas de epidemias'. (11)

Campos de concentración y campos de refugiados

Otro medio altamente eficaz para la incubación y el contagio de enfermedades infecciosas han sido los campos de concentración, a causa del habitual hacinamiento de las personas confinadas en ellos, la subalimentación, la falta de medidas higiénicas y la extenuación a causa de los trabajos forzados. Por ejemplo, en los campos nazis (y lo mismo podría decirse de los gulags soviéticos, los campos de concentración o "reeducación" chinos y los sistemas concentracionarios de otros países), a causa de los brotes infecciosos, en ocasiones, la mortalidad fue muy elevada.

"Algunos días más tarde, yo también cojo el tifus. (...) mi cabeza me estalla, mi cuerpo tiembla, mis intestinos, mi vientre, me hacen un daño horroroso; una disentería abominable. Soy una bestia enferma que yace sobre sus propios excrementos." Fania Fenelon, superviviente de Auschwitz-Birkenau. (12)
> otros fragmentos del libro

Y en los campos de refugiados de la actualidad, las enfermedades infecciosas también encuentran un hábitat que facilita su propagación entre los millares de personas que acogen en condiciones de gran precariedad:

"Al poco de empezar a trabajar en Montepuez [Mozambique] hubo un brote de cólera. (...) El hacinamiento en que viven algunos desplazados y las pésimas condiciones de agua y saneamiento son un caldo de cultivo para que se propaguen enfermedades cómo el cólera y otras. También están aumentando los casos de COVID-19 y de malaria." Patricia Postigo. 'Las condiciones de vida de los desplazados son un caldo de cultivo para el cólera'. (13)

"Solo un grifo de agua por cada 1.300 personas, y un baño que cada hora es usado por entre 150 y 350 personas. Así es la vida en el campo de refugiados de Moria, en Lesbos, el más grande de toda Europa. (...) mientras los gobiernos de diferentes países prohíben los eventos masivos y toman medidas de seguridad para proteger a la ciudadanía del Covid-19, en Lesbos los refugiados no pueden lavarse las manos ni estar confinados en un hogar." Noemí López. 'Hacinados y sin agua: la desprotección en los campos de refugiados frente al coronavirus'. (14)

La lucha contra las enfermedades infecciosas

"Del puerto oscuro subieron los primeros cohetes de los festejos oficiales. (...) Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros; que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás; que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa; que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa." Albert Camus. 'La peste'. (15)

El descubrimiento de las bacterias y de los virus, de sus características, de sus formas de propagarse (de infectar a los animales y personas), ha sido largo y laborioso. La existencia de microorganismos infecciosos era ya intuida a finales de la Edad Media, pero las primeras bacterias no fueron observadas hasta el siglo XVII (Anton van Leeuwenhoek). Y cuando en el siglo XVIII se creó la primera vacuna, contra la viruela (Edward Jenner), se creó, y funcionó, ignorando todavía la existencia de los virus. La viruela es de origen vírico, y los virus no pudieron ser observados hasta la invención, en el siglo XX, del microscopio electrónico.

Con relación a los descubrimientos y avances que se iban produciendo, también hay que decir que las nuevas evidencias, a menudo, costaba que fueran aceptadas por la sociedad, en primer lugar, por la mayoría de los médicos, a los cuales les era difícil abandonar sus anteriores convicciones.

En este sentido, uno de los episodios más notables fueron las reiteradas epidemias de cólera del siglo XIX, causadas por el consumo de agua contaminada. Las alcantarillas de las ciudades, a menudo, iban a parar a los ríos (o se filtraban hasta los pozos), y de allí el agua contaminada era captada y suministrada a la población para su consumo, por lo que las bacterias del cólera expulsadas por los enfermos volvían a entrar en muchos hogares.

Cuando el médico John Snow (considerado el padre de la epidemiología), empezó a relacionar los casos de cólera de Londres con el agua contaminada, de entrada, los otros médicos y las autoridades le hicieron poco caso, porque eran partidarios de la teoría entonces predominante de los miasmas (los malos olores provocados por materia orgánica en descomposición), y les costaba admitir una explicación alternativa.

Nuevas amenazas

El sueño que en algún momento se pudo albergar, gracias a los avances científicos, de que llegaría el día en que se podrían erradicar todas las enfermedades infecciosas, se ha demostrado inalcanzable. De todas las enfermedades epidémicas provocadas por virus o bacterias, actualmente sólo se ha conseguido erradicar la viruela (del cólera, se estima que actualmente, cada año, se infectan entre uno y cuatro millones de personas, y más de cien mil mueren, y el origen de los contagios sigue siendo el mismo, las aguas contaminadas).

La realidad es que a medida que avanza la ciencia, también surgen nuevas amenazas infecciosas. O regresan las antiguas. Hasta el presente, siempre ha sucedido así. Y con el aumento global de la población mundial, mientras que por un lado crecen las megaciudades, lugares ideales para la propagación de infecciones (sobre todo en sus suburbios, espacios masificados y sin servicios esenciales adecuados), por otro también aumenta la movilidad humana, y con ella la facilidad de la diseminación de las epidemias por todo el mundo. Si antes los microorganismos infecciosos viajaban a pie, en carruajes o en veleros, ahora viajan por todo el mundo en los aviones o en los trenes de alta velocidad.

A ello hay que añadir dos factores más. Por un lado, la creciente presión sobre los ecosistemas naturales, a causa de la cual también es mayor la posibilidad de que algunas poblaciones humanas entren en contacto con animales antes más aislados, eventualmente portadores de algunos virus para nosotros letales. Como por ejemplo los murciélagos, que actúan como reservorios de coronavirus, o los patos y otras aves, reservorios de los distintos virus de la gripe (desde estos animales, en ocasiones a través de animales "intermediarios" -cerdos, pollos, civetas, dromedarios...- pueden llegar a los humanos).

El otro factor nuevo que favorece la recombinación, incubación y propagación de virus epidémicos es la aparición de la ganadería industrial, sobre todo las nuevas granjas con millares o millones de pollos o cerdos.

"La nueva mega granja de Muyuan cerca de Nanyang, que eventualmente albergará 84.000 cerdas y sus crías, es con mucho la más grande del mundo, aproximadamente 10 veces el tamaño de una instalación de cría típica en los Estados Unidos. Su objetivo es producir alrededor de 2.1 millones de cerdos al año. (...) su magnitud conlleva un gran riesgo, ya que enfermedades como el virus de la peste porcina siguen circulando en China y no hay vacuna o cura disponible." Agroverdad.com.ar (12/2020)

"La noticia de un acuerdo comercial con China para producir y enviar 9 millones de toneladas de carne (...) alarmó a decenas de agrupaciones, activistas y habitantes del país [Argentina] no sólo por la falta de transparencia (...) sino por los riesgos ambientales, sociales, alimenticios y de la salud que acarrearía este memorándum. (...) Este proyecto propone encerrar 12 mil cerdas toda su vida en jaulas de gestación del tamaño de su propio cuerpo (...) el hacinamiento de 12 mil animales puede traer como implicancia la propagación de nuevas enfermedades de origen zoonótico y por supuesto, su transmisión a seres humanos". Antonella Morello. 'Mega granjas de cerdos'. www.filo.news, 25/9/2020

Volviendo al pulso de la humanidad contra la amenaza de las enfermedades infecciosas, la realidad es que excepto en el caso ya mencionado de la viruela, no se ha conseguido erradicar ningún otro virus o bacteria causante de grandes epidemias en el pasado.

Además, siguen apareciendo nuevos virus. De la gripe estacional, de forma cíclica aparecen nuevas cepas más mortíferas. Y otros virus han provocado nuevas enfermedades, como el VHS del sida. O distintos coronavirus, algunos especialmente peligrosos: SARS-CoV (2002), MERS-CoV (2012) y, sobre todo, el SARS-CoV-2 (2019), altamente infeccioso.

Los relatos alternativos

"La vacuna no es nada más que una técnica egoísta y no es beneficiosa para la salud del hombre. (...) Un día el hombre comprenderá que Pasteur no fue un verdadero benefactor de la humanidad, porque todas sus técnicas y terapias sólo han servido a conducir el hombre por la vía de la enfermedad, la infelicidad, la esclavitud, la ignorancia y la arrogancia." Georges Ohsawa (1893-1966). (16)

Mientras que por un lado se investiga con la finalidad de encontrar remedios o paliativos para las nuevas amenazas, por otro, siguen existiendo, como ya ocurría en la Edad Media, colectivos que discrepan de las explicaciones consensuadas por los expertos, ya sea negando la existencia del microorganismo de turno, o de la enfermedad que provoca. O que atribuyen el origen del virus a su fabricación en algún laboratorio, con oscuros propósitos. Este tipo de posturas lo que hacen es complicar todavía más el control de las enfermedades infecciosas cuando aparecen, llegando a revertir, en ocasiones, avances en su control ya conseguidos.

"Siempre que aparece un virus nuevo viene asociado a un laboratorio secreto donde se fabrican virus letales. (...) El problema surge cuando personas con cierto prestigio se suman a estas teorías, como sucedió en la pandemia del VIH (...) Siguiendo las consignas de estos individuos que aseguraban que 'el VIH no causa el SIDA', el gobierno sudafricano negó la medicación durante años a los pacientes infectados por el VIH (...) se estima que más de trescientas mil personas murieron por no recibir tratamiento." José Alcamí, Eduardo López-Collazo. 'Coronavirus. ¿La última pandemia?' (17)

"Cuando ataca el sistema nervioso, la polio puede provocar parálisis y hasta la muerte. (...) En 2003, Kano y varios otros estados del norte nigeriano suspendieron las vacunaciones tras la publicación de informes de líderes religiosos musulmanes que aseguraban que la vacuna estaba contaminada con un agente antifertilidad como parte de un complot estadounidense para infectar a las mujeres musulmanas." Naomi Scherbel-Ball. 'África erradica la polio: cómo consiguió este histórico hito'. (18)

En Sudáfrica murieron miles de personas de sida porque se les negó una medicación que ya se sabía efectiva, en Nigeria hubo un rebrote de polio a causa del rechazo a las vacunas de los líderes religiosos, y en Europa aparecen nuevos casos de niños con sarampión, a causa del rechazo de un sector minoritario de la sociedad a las vacunas.

"No existe tratamiento contra el sarampión tras el contagio y la asistencia se centra en paliar los síntomas (...) una de cada cinco personas que contrae el virus será hospitalizada, uno de cada 20 niños sufrirá pulmonía y entre uno y tres de cada mil casos morirá y sufrirá secuelas neurológicas irreversibles. La enfermedad, sin embargo, es prevenible con dos dosis de la vacuna." Oriol Güell. 'La OMS retira el estatus de país libre de sarampión al Reino Unido y otros tres Estados europeos'. (19)

Los motivos de estas oposiciones son distintos según los casos y, en parte, en ocasiones, están relacionados con una gestión de los brotes epidémicos a veces errática u opaca por parte de las autoridades.

El negacionismo oficial y la tentación del recorte de libertades

"Desde 2003 un virus aviar altamente patógeno (gripe A H5N1) ha explotado entre las aves de corral, distribuyéndose por lo menos por 9 países de Asia (Camboya, China, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Corea del Sur, Tailandia y Vietnam)." S. Casillas, S. Herrero, J. Varon. (20)

Ante los primeros indicios de un brote epidémico, la primera reacción de las autoridades de la ciudad o país afectado suele ser la negación del brote. Por distintos motivos: intereses estratégicos o militares, intereses económicos de las empresas, miedo al pánico de la población, etc.

Luego, cuando la negación flagrante ya no es posible, cuando la realidad ya es innegable, a menudo se sustituye por distintos grados de informaciones parciales. Son posturas que causan un doble mal. En primer lugar, porque contribuyen a agravar el alcance de los brotes epidémicos: la cantidad de territorios, de personas afectadas y de muertos totales se multiplica. Y, en segundo lugar, tal como se ha dicho anteriormente, porque se genera desconfianza entre la población y, luego, cuando hay que recurrir quizá a decisiones radicales para atajar la epidemia, es más complicado.

Ha ocurrido siempre, a lo largo de toda la historia. En la mayoría de relatos sobre epidemias de pestes (ensayos u obras de ficción) ya se recogía este negacionismo inicial por parte de las autoridades. Se refleja en el 'Diario del año de la peste' de Defoe, 'Los novios' de Manzoni, 'La peste' de Camus... Y durante las epidemias de cólera del siglo XIX, ocurrió lo mismo.

"Por miedo a perjudicar el comercio, el alcalde y la concejalía de salud se negaron a notificar a la ciudadanía los contagios que se estaban produciendo [Nueva York, 1832]. Lo mismo ocurrió en todos los demás pueblos y ciudades golpeados por el cólera, donde las autoridades se limitaron a publicar vagos comunicados en los que hablaban de 'muertes repentinas' causadas por 'una enfermedad desconocida', en lugar de admitir que el cólera había estallado en su comunidad." Sonia Shah, 'Pandemia'. (21)

Hoy, este negacionismo al principio de las epidemias, en ocasiones, se sigue produciendo, y a menudo, la principal causa de la negación o la relativización son los intereses económicos de las partes implicadas.

Cuando en 2003 se detectó en las aves de corral el brote de gripe A H5N1, y se vio que el virus también podía saltar a los humanos, la primera reacción de los países asiáticos afectados productores de pollos industriales fue la negación de lo que ocurría, más preocupados por proteger los intereses de las grandes empresas productoras que por proteger la salud de la población. Hasta el punto que se permitió que buena parte de la producción de pollos fuera exportada, antes de reconocer la gravedad de la situación e iniciar el inevitable y urgente sacrificio de millones de animales.

Los virus de la gripe aviar no suelen infectar a los humanos. Pero se han dado casos de contagios que han provocado enfermedades respiratorias graves en las personas. El mayor riesgo es la posibilidad de que uno de estos virus pueda mutar y, entonces, transmitirse fácilmente entre las personas, lo que aumentaría el peligro de una pandemia de gripe, de efectos impredecibles según las características y la letalidad del virus mutado.

Por otro lado, los brotes epidémicos también pueden ser utilizados por las autoridades para adoptar o reforzar formas de gobierno autoritarias, para restringir libertades más allá de lo estrictamente necesario para gestionar la crisis sanitaria.

"Amparados por la excepcionalidad de la situación [Covid-19], autócratas y dictadores de todos los continentes aprobaron aceleradamente numerosas leyes con el objetivo de disminuir las libertades de los ciudadanos, prevenir juicios en su contra y ampliar sus plazos de gobierno." Juan Fueyo. 'Viral. La historia de la eterna lucha de la humanidad contra los virus'. (22)

Además de decretar la reducción de las actividades públicas que puedan estar justificadas (como toques de queda y confinamientos, si se consideran medidas imprescindibles para evitar la propagación del brote), los gobiernos pueden tener la tentación de limitar también arbitrariamente otros derechos, sobre todo la libertad de expresión. Y considerar cualquier muestra de disidencia respecto de las directrices oficiales, como un delito. Tal como le ocurrió al médico chino Li Wenliang, al principio de la pandemia de la Covid-19:

"Li Wenliang (...) había escrito un mensaje el 30 de diciembre en un grupo de antiguos compañeros de la facultad en las redes sociales. Según les explicaba, en su hospital de Wuhan habían ingresado siete pacientes, todos ellos con síntomas muy similares al SARS, la epidemia causada por otro coronavirus que en 2003 mató a casi 800 personas. (...) Cuatro días más tarde recibía una visita de la policía: le acusaban de 'difundir rumores', un cargo que en China puede suponer hasta siete años de cárcel." Macarena Vidal. 'China confirma la muerte del médico que alertó sobre el coronavirus'. (23)

La actuación entonces de China, sus demoras en compartir información sobre el nuevo brote, sus censuras internas, su obstaculización a la labor de las personas expertas de la OMS que intentaban determinar el origen del brote, etc., son un claro ejemplo de las gravísimas consecuencias que puede tener actuar así en estos casos, cuando lo que se requiere es una transparencia total, con la finalidad de limitar la propagación del virus epidémico.

El peligro real del uso como armas

El avance de la ciencia no sólo permite mayores estrategias de protección ante las infecciones, o de superación de las enfermedades provocadas por ellas, sino también, eventualmente, el uso de estas tecnologías y microorganismos como armas, contra otros ejércitos o contra la población civil.

Es un riesgo real. No es ningún secreto que ya se han dado muchos casos de usos de la ciencia para llevar a cabo grandes hecatombes humanas. Por ejemplo (y al margen obviamente de las "armas convencionales", de un poder destructivo cada vez mayor), a principios del siglo XX, durante la Primera Guerra Mundial, el avance de los conocimientos en el campo de la química llevó a la utilización como armas de los gases asfixiantes (bromoacetato de etilo, cloro, fosgeno y gas mostaza), utilizados de forma masiva por parte de los distintos ejércitos enfrentados y que aterrorizaban a los soldados inmovilizados en las trincheras.

"En ninguna guerra venidera los militares podrán ignorar los gases tóxicos. Son una forma superior de matar." Fritz Haber, responsable de la creación de armas químicas en Alemania durante la Primera Guerra Mundial (y premio Nobel de Química en 1918). (24)

Lo que entonces se llevó a cabo con los gases asfixiantes, no se puede descartar que algún día se vuelva a repetir con armas biológicas. De hecho, durante la Segunda Guerra Mundial, Japón ya desarrolló un programa de investigación de armas biológicas, experimentando con prisioneros, y utilizó los resultados para atacar con gérmenes infecciosos la población civil y el ejército chinos.

"Los doctores de la Unidad 731 infectaban a sus víctimas con los microbios causantes de la peste, el carbunco, el botulismo, la disentería, la gangrena gaseosa, el cólera, etc. (...) Las investigaciones culminaron cuando los japoneses provocaron, supuestamente, varios brotes de peste en China. (...) se acusó a los japoneses de usar armas biológicas contra la Unión Soviética y Mongolia en 1939, contra la población civil china entre 1940 y 1944, y contra las tropas chinas en 1942." Gonzalo López Sánchez, 'Unidad 731: el misterio de las armas biológicas japonesas'. (25)
> fragmento ampliado

Posteriormente, durante la Guerra Fría, Rusia y los Estados Unidos también mantuvieron programas de investigación y arsenales de armas biológicas. En el caso del programa de los Estados Unidos, aprovecharon los conocimientos de los investigadores japoneses, los cuales, a cambio de la información sobre sus investigaciones, no fueron tratados como criminales de guerra.

Todo indica que distintos países no han abandonado el estudio del posible uso de armas biológicas, pero estas investigaciones en la actualidad se llevan a cabo en secreto, porque van en contra de los acuerdos suscritos por los países firmantes de la Convención sobre armas biológicas de 1972 (26). La Convención (que algunos países no han firmado), fue el resultado de los esfuerzos para establecer medidas de control y complementar lo inicialmente ya acordado en el Protocolo de Ginebra de 1925, después de los horrores de la Primera Guerra Mundial.

"Considerando que el empleo en la guerra de gases asfixiantes, tóxicos o similares (...) ha sido a justo título condenado por la opinión general del mundo civilizado (...) las Altas Partes Contratantes (...) reconocen esta prohibición, aceptan extender esta prohibición de empleo a los medios de guerra bacteriológicos y convienen en considerarse obligadas entre sí según los términos de esta declaración." Protocolo sobre la prohibición del uso en la guerra, de gases asfixiantes, tóxicos o similares y de medios bacteriológicos. 17-06-1925. (27)

Actualmente, la información con las características de los virus que utilizan los científicos para desarrollar vacunas o tratamientos, está en internet, para facilitar sus labores de investigación. De modo que a ella también pueden acceder organizaciones que persigan otros objetivos (ejércitos o grupos terroristas). Por lo tanto, a pesar de las medidas de control existentes, no pueden descartarse, en un momento dado, malos usos de esta información.

¿Qué ocurriría, si alguien consiguiera agenciarse muestras del virus o bacterias letales, y los rociara, por ejemplo desde drones, sobre una gran ciudad densamente poblada? ¿Qué ocurriría si los introdujera en la red de abastecimiento de agua potable? ¿Qué ocurriría si un país se propusiera bombardear un centro de alta seguridad de investigación bacteriológica de otro país, con la finalidad de provocar la fuga incontrolada de virus letales?

"Cada año se producen víctimas por el cólera o la salmonela, el virus Ébola o el virus del Nilo occidental. Algunas de estas muertes son aparentemente consecuencias inevitables de desastres naturales, otras de la guerra, la pobreza o la ignorancia. Añadamos la amenaza muy real de las armas biológicas y los ataques terroristas y tendremos una razón para pararnos a pensar." Peter Moore. 'El libro de las pandemias'. (28)

"El terrorismo biológico puede estar presente en nuestro futuro, y podría incluso llegar a ser uno de los episodios más horrendos de la historia de los conflictos humanos." Steven Johnson. 'El mapa fantasma. La epidemia que cambió la ciencia, las ciudades y el mundo moderno'. (29)

Una cuestión de derechos humanos

"Más del 75 por ciento de las vacunas [Covid-19, mayo 2021] se han administrado en solo 10 países. No hay forma diplomática de decirlo: un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayoría de las vacunas del mundo controlan el destino del resto del mundo." Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS. (30)

Los virus y las bacterias capaces de contagiar humanos y causarles enfermedades, a lo largo de milenios han ejercido una función de selección natural: quienes han sido capaces de sobrevivir a las consecuencias de los contagios, han tenido más posibilidades de perpetuarse.

Hoy, en cambio, lo que sobre todo se produce es una "selección social", ya que la evitación del contagio y la superación de la enfermedad, ya no dependen sólo de adversidades y azares de la naturaleza, sino, en una gran medida, de decisiones humanas, de la disponibilidad de recursos, de la solidaridad internacional, etc.

El inicio de lo que podríamos denominar la historia moderna de los derechos humanos desde una perspectiva epidemiológica es progresivo, y se extiende a lo largo del proceso que, dejando atrás las explicaciones formuladas desde la ignorancia (las teorías de los humores, de las constelaciones celestes, la generación espontánea, las causas mágicas o sobrenaturales, etc.), permite el acceso a conocimientos basados en evidencias científicas y sociológicas.

"Se ha dicho que en la edad mediana las dolencias golpeaban indiscriminadamente a patrones y a esclavos, a señores y a siervos; en realidad, la gravedad de los hechos morbosos y el precio pagado por las masas más desvalidas pone de relieve que había una evidente selección social." Coral Cuadrada. 'El llibre de la pesta' (31)

Las condiciones de salubridad del lugar donde se viva, la disponibilidad o no de agua potable, de sistemas de alcantarillado, de alimentos no contaminados, el grado de hacinamiento de la población, la educación higiénica, el acceso a recursos médicos apropiados, la disponibilidad de vacunas y otros medicamentos en casos de crisis, etc., serán factores determinantes de cara a evitar o superar los contagios. De modo que cuando se inicia una epidemia, la relación entre los recursos materiales disponibles por parte de las personas, colectivos o país afectados, y sus posibilidades de supervivencia, se vuelve, de forma indiscutible, una cuestión de derechos humanos fundamentales.

"Los estudios científicos muestran con claridad cómo los factores sociales actúan sinérgicamente aumentando la probabilidad de ser contagiado, de enfermar y morir. (...) Las enfermedades y la muerte prematura se dan en personas, pero determinados grupos sociales las padecen con más frecuencia. Al tener menos derechos, recursos, oportunidades o poder, nuestros grados de libertad se reducen."
Joan Benach. 'La desigualdad social es la peor de las pandemias'. (32)
> otros fragmentos

En ocasiones, la reivindicación del derecho a la salud (y de la superación de las desigualdades sociales), como parte fundamental de los derechos humanos, ha tenido graves consecuencias para sus defensores, ya que ha supuesto el enfrentamiento con poderosos intereses sociales y económicos. Como ejemplo (entre muchos otros posibles, de distintas partes del mundo), valga el del médico colombiano Héctor Abad Gómez, del que su hijo cuenta:

"La hepatitis y el tifo eran comunes todavía en Medellín (...) Dos tíos de mi mamá se habían muerto de tifo por las malas aguas, mi abuela se había enfermado de lo mismo (...) Tal vez vendría de ahí la obsesión de mi papá por la higiene y el agua potable (...) era una manera de esquivar al menos un dolor evitable en este mundo tan lleno de dolores fatales." (33)

Héctor Abad Gómez, tras una vida de defensa de lo que él llamaba "medicina social" (y que empezó ya de joven, con la reclamación de la mejora de la red de abastecimiento de agua de los barrios marginales, para evitar la propagación del tifus), en 1987, cuando era candidato a la alcaldía de Medellín, fue asesinado a causa de la incomodidad que causaban sus constantes denuncias desde el Comité de Derechos Humanos de Antioquía.

Sin duda, Héctor Abad Gómez hoy habría suscrito lo siguiente:

"El acceso a las medicinas básicas, entre las que se incluyen vacunas, antibióticos y antivirales, debería considerarse un derecho humano universalmente asequible y libre de costo. Si los mercados no están en condiciones de incentivar una producción barata de estos fármacos, entonces los Gobiernos y las organizaciones sin ánimo de lucro deberían cargar con la responsabilidad de su producción y distribución. La supervivencia de los pobres debe tener siempre prioridad sobre los beneficios de la Big Pharma."
Mike Davis. 'Llega el monstruo. COVID-19, gripe aviar y las plagas del capitalismo'. (34)

A modo de epílogo

Teniendo en cuenta lo expuesto, es decir, que la interacción entre microorganismos y seres humanos ha existido siempre, y que los efectos de los primeros sobre nuestras vidas han sido, y son, determinantes, en este texto hemos señalado algunos de los aspectos y las consecuencias más relevantes de esta relación.

El objetivo de esta aproximación histórica es que su lectura pueda servir de estímulo para ahondar en la compleja relación entre microorganismos y seres humanos, sobre todo, en cuanto a sus repercusiones sociales y, de forma más concreta, aquellas relacionadas con los derechos humanos. Deseamos que este texto pueda tener esta utilidad.

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(1) D. Defoe. Editorial Impedimenta, 2010 (p.141)
(2) E. Soto. Universidad Autónoma de Puebla, 2003. www.redalyc.org/pdf/294/29404905.pdf
(3) G. Boccaccio. Ediciones Cátedra, 2007
(4) A. Manzoni. Ediciones Akal, 2015 (p. 512 a 514)
(5) M. Alinovi. Ed. Capital Intelectual, 2009 (p. 37)
(6) L. Martín. madridiario.es, 16/7/2018
(7) Reproducida por C. Cuadrada (31)
(8) L. Spinney. Crítica / Planeta, 2018 (p. 86)
(9) La Vanguardia, 25/08/2020
www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna/20200825/32935/enfermedades-colon-llevo-america.html (2021)
(10) Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
(11) S. Hempel. Librero, 2020 (p. 24)
(12) F. Fenelon. 'Tregua para la orquesta', Noguer, 1981 (p. 360)
(13) P. Postigo. www.msf.es, 3/3/2021
(14) N. López. www.newtral.es, 17/3/2020
(15) A. Camus. Taurus, 1957 (p. 229)
(16) 'El Orden del Universo', Centro Macrobiótico Maldonado (Uruguay, sin fecha).
(17) Alcamí, López. Anaya, 2020. (p. 90, 91)
(18) N. Scherbel-Ball. 'África erradica la polio: cómo consiguió este histórico hito'. BBC News, 25/08/2020
www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-53909749 (2021)
(19) O. Güell. El País, 30/08/2019
elpais.com/sociedad/2019/08/29/actualidad/1567065929_745032.html (2021)
(20) S. Casillas y otros. Medicina Intensiva, Mayo 2008. Vol. 32. Núm. 4.
www.medintensiva.org/es-gripe-aviar-lo-que-un-articulo-S0210569108709367 (2021)
(21) S. Shah. Capitán Swing, 2020 (p. 162)
(22) J. Fueyo. Penguin Random House, 2021 (p. 56)
(23) M. Vidal. El País, 6/2/2020
(24) F. Haber. Citado por Carles Padrós, La Vanguardia, 30/11/2019
(25) G. López. ABC, 3-2-2015
(26) Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas y Toxínicas y sobre su destrucción
(27) www.icrc.org/es/doc/resources/documents/misc/treaty-1925-gases-and-bacteriological-protocol-5tdm2p.htm (2021)
(28) P. Moore. Editorial Océano, 2009 (p. 7)
(29) S. Johnson. Capitán Swing, 2020 (p. 245)
(30) T.A. Ghebreyesus. La Vanguardia, 24/05/2021 (artículo de Lorea Andrés Ferrero)
www.lavanguardia.com/vida/20210524/7478540/oms-denuncia-desigualdad-escandalosa-vacunacion-mas-75-ciento-dosis-han-administrado-10-paises.html (2021)
(31) C. Cuadrada. Rafael Dalmau Editor, 2012 (p. 9)
(32) J. Benach. Elcritic.cat, 15/03/2021, entrevista de Elena Parreño (traducción: ctxt.es, 1/4/2021)
(33) Héctor Abad Faciolince. El olvido que seremos. Seix Barral / Editorial Planeta, 2006 (p. 50, 51)
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(34) M. Davis. Capitán Swing, 2020 (p. 175)

 


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