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 Educación y derechos humanos
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La moral sí es asunto público
J. A. Aunión
. El País, 27-2-2009 (fragmentos)
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Distintos estamentos internacionales, como el Consejo de Europa o la Unesco, han transmitido desde los años noventa del siglo pasado la necesidad de educar en valores ciudadanos. Se introducía entonces con fuerza el concepto de ciudadanía al clásico debate de la transmisión de valores en la escuela.

El diagnóstico más extendido reclama una reacción al "déficit cívico", al desconocimiento por parte de los jóvenes de información básica para desenvolverse como ciudadanos, al desapego por la vida política, y al olvido de los valores necesarios para desarrollar una ciudadanía democrática, según lo describen en un trabajo los expertos Yvonne Hébert, de la Universidad de Calgary, y Alan Sears, de la New Brunswick (Canadá). Pero en ese camino que han emprendido la mayoría de los países desarrollados se han planteado unas dudas parecidas a las que han surgido en España acerca de una asignatura, la de Ciudadanía, que transmite valores morales y principios básicos de la vida en una sociedad democrática, aunque probablemente no con la enorme politización -en su sentido más partidista- y enquistamiento que ha marcado el debate español. Es decir, el consenso general es que hay que enseñar a los jóvenes a ser ciudadanos evitando el peligro de adoctrinamiento, y sobre unas bases, cuyos límites se dibujan muchas veces difusos, de unos mínimos compartidos por todos.

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Mucho se ha debatido en España sobre la moral pública y la moral privada. Sobre si la moral pertenece sólo al ámbito individual y, por lo tanto, es competencia de la familia, que tiene, como mínimo, que aprobar las enseñanzas morales que recibe su hijo (por ejemplo, aceptar conscientemente los que ofrece un centro católico). O si, por el contrario, la moral pública, esos valores mínimos comunes son iguales para todos y, por lo tanto, se deben enseñar a todos los alumnos en todas las escuelas.

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Kerr considera que el debate moral está superado en la mayoría de los países: "Es falso decir que la moral es sólo una cuestión familiar, privada. La moral abarca todos los aspectos de nuestra vida". Lo cual no quiere decir que no haya dudas sobre la enseñanza de valores. "¿Tiene Ciudadanía que expresar valores explícitos o neutrales? ¿Puede enseñar valores explícitos y promover sólo los ampliamente aceptados por la sociedad? ¿O debe tomar una posición objetiva con los principios y los temas controvertidos, dejando la decisión a cada individuo?". Kerr se hacía esas preguntas hace 10 años (nada menos), en un trabajo en el que repasaba cómo se transmiten los valores ciudadanos en 16 países del mundo.

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David Keer hacía, en su trabajo de 1999, tres grupos de países según la legislación de sus enseñanzas de Ciudadanía. Primero, aquellos cuya legislación educativa expresa en detalle los principios que hay que transmitir, como Japón, Corea o Suecia. Luego, los que hacen una referencia mínima a los valores en la legislación, como Canadá o Estados Unidos. Y por último, los que los expresan en términos generales y dejan las concreciones a los niveles siguientes, como Australia, Nueva Zelanda, Italia o España.

El sistema educativo español, desde hace casi dos décadas, tiene incluidos unos valores muy parecidos a los que se enseñan en Ciudadanía, sólo que se tenían que ofrecer repartidos entre el resto de materias. Ahora, por supuesto, la concreción es mucho mayor, pero sigue siendo bastante general y lo suficientemente abierta para que, no ya cada comunidad autónoma, sino cada centro educativo y cada profesor pueda hacer sus propias interpretaciones.

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Pero lo mismo puede ocurrir con las asignaturas de Historia, al explicar el Holocausto, los 400 años de la España árabe o la revolución bolchevique; o en Filosofía, al enseñar a autores controvertidos, como Nietzsche, por poner un ejemplo. Así lo recalca Miguel Martínez, catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Barcelona.

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Si se repasan los contenidos de ciudadanía en los países europeos, volviendo al trabajo de la Comisión de 2005, en todos se hallan valores comunes, como, "la democracia, la dignidad humana, la libertad, el respeto por los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad, el respeto a la ley, la justicia social, la solidaridad, la responsabilidad, la lealtad, la cooperación, la participación y el desarrollo espiritual, moral, cultural, mental y físico. Aunque los países conceden mayor o menor importancia a uno o a varios de estos principios, en general, se está de acuerdo en que todos ellos son esenciales para entender el concepto de ciudadanía responsable y el modo de llevarla a la práctica", dice el texto.

Una vez más, valores generales, que necesitan de concreciones en las clases. Y en éstas siempre habrá puntos de fricción, admiten los expertos. "La clave es ver la educación para la ciudadanía como algo que incumbe a toda la sociedad.

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Un problema del que no se suele hablar es precisamente el que más preocupa al catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Barcelona Miguel Martínez. Se trata de que al incluir Ciudadanía en una materia independiente (al igual que otra veintena de países europeos), se olvide que esos valores deben estar presentes en todas las asignaturas y en toda la vida escola.

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