La
experiencia de un adolescente activista:
Craig
Kielburger (Los derechos
humanos y la juventud)
Adaptación del artículo
"Los jóvenes y los derechos humanos", revista Amnistía Internacional
(Edai), agosto 1996.
Imagínate que alguien descubre la existencia de un problema que le horroriza y convence a otras personas para que le ayuden a solucionarlo.
Se moviliza suficientemente para captar la atención de la opinión pública, y al final llega a conseguir influir en la actitud de los políticos capaces de hacer algo al respecto. ¿Te resulta familiar el argumento? Podría ser la historia de una organización no gubernamental, o el sueño de toda una vida de una persona empeñada en una causa.
Pero en este caso se trata de la iniciativa de un niño canadiense y de un grupo de compañeros suyos de colegio de entre nueve y catorce años.
Ocurrió en Canadá, el año 1995. Craig Kielburger tenía 12 años cuando leyó acerca del homicidio de Iqbal Masih, un niño paquistaní, tejedor de alfombras y defensor de los derechos de los niños trabajadores en cautividad. Craig empezó a interesarse por el problema de estos niños y, en su propia casa, fundó la organización "Liberad a los niños". Consiguió reunir un número suficiente de firmas y las hizo llegar al gobierno canadiense. Pedía que se difundiera a través de los medios de comunicación nacionales el problema de aquellos niños.
Invitó entonces al primer ministro canadiense Jean Chrétien a reunirse juntos, pero el primer ministro no aceptó la invitación. Craig reaccionó y convoco una rueda de prensa. Chrétien, un tanto avergonzado, no sólo accedió entonces a recibir a Craig, sino que expresó públicamente su compromiso de controlar la importación de mercancías elaborada con mano de obra infantil ilegal. Al mismo tiempo, la atención prácticamente diaria que los medios de comunicación dedicaron a la labor de Craig hizo que se prestara más atención a los derechos humanos en el ámbito internacional, en un momento en que la política exterior del Canadá estaba dominada por intereses económicos.
¿Es Craig Kielburger un genio?
La verdad es que no. Pero sin duda alguna se trata de un joven brillante, bien respaldado por la familia y la escuela.
¿Él y sus compañeros de escuela son una excepción?
Quizás sí para los medios de comunicación, pero no en lo que respecta a su sensibilidad en relación a la justicia social. Tras el cliché popular de su adicción a los bienes de consumo o de una actitud de cinismo ante la herencia de un mundo en pleno desorden, la verdad es que muchos jóvenes anhelan realizar una acción constructiva.
En ocasiones, lo único que hay que hacer es "dejarles hacer", y reconocerles el esfuerzo, sin minimizarlo. Craig consiguió lo que se proponía sobre todo gracias al respaldo que tuvo. Valorar adecuadamente sus iniciativas cuando se producen (aunque habitualmente, claro, no sean tan llamativas como las Craig) es fundamental. En otras ocasiones será oportuno incentivarles, darles algún empujón inicial. Muchos, a lo mejor incluso sin saberlo ellos mismos, están deseando precisamente una oportunidad de este tipo.
Todos los jóvenes tienen "un pequeño Craig" encerrado en su interior.
No lo olvidemos. Hagamos lo posible para que despierte. Y, si ya ha despertado, démosle todo el apoyo para que se expanda. El futuro está en sus manos.
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