Los derechos humanos y las artes plásticas
La
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Artículo
2
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Adán y Eva (1485). Hans Memling
Óleo sobre dos tablas independientes.
Kunsthistorisches Museum. Viena.
Artículo 2 de
la Declaración Universal: 1. Toda persona tiene todos los derechos
y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción
alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política
o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición.
2. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía. |
Hans Memling (1430-1494). No se sabe demasiado sobre la vida de este pintor. Posiblemente de origen alemán, se piensa que se formó en algún taller de la zona del Rin o de Colonia. Fue discípulo de Roger van der Weyden y también lo influyó Dirk Bouts. Fue un pintor muy popular y tuvo encargos de otros países, como Inglaterra o España (fue uno de los pintores favoritos de Isabel I de Castilla). Junto a Gérard David, pertenece al grupo de pintores que recogen la tradición flamenca y reiteran las formas anteriores. Su estilo es suave y delicado, con figuras bellas y magnífico colorido. Aporta una concepción germánica, sensual, de la belleza humana y de los destacados fondos paísajísticos de sus cuadros.
Durante siglos, en los paises de tradición cristiana las imágenes de Adán y Eva han sido profusamente representadas. Ilustrando Bíblias y códices, formando parte de retablos o en obras independientes, artistas anónimos o figuras destacadas como Hans Memling, Lucas Cranach o Alberto Durero han plasmado la escena.
En la medida que el relato bíblico atribuye a la mujer el papel de tentadora del hombre, y que en las representaciones de Adán y Eva esta siempre aparece con la manzana en la mano, símbolo del pecado, la profusa representación de este tema era uno más de los distintos elementos que contribuían a reforzar la misoginia social, basada en una visión de la mujer como causante de los males del hombre.
En otro orden de cosas, era un tema atractivo para los artistas en la medida que era uno de los pocos temas bíblicos que daban la oportunidad de representar la figura humana desnuda.
(fuente del primer fragmento, la nota biográfica sobre Hans Memling: es.wikipedia.org)