Grup d'educació
Humor gràfic i educació en drets humans  Humor gráfico y educación en derechos humanos
Índex > annexos > textos > índice > anexos > textos >
 Textos per al seu ús eventual amb alguna de les propostes Textos para su uso eventual con alguna de las propuestas
.
La risa perversa
Lauren Slater. Cuerdos entre locos. Alba, Barcelona, 2004 (p. 51, 61, 62, 67)

En 1961, Stanley Milgram, profesor adjunto de psicología de Yale, quería estudiar la obediencia a la autoridad. El mundo de después del holocausto necesitaba entender cómo era posible que tantos oficiales de la SS hubieran matado a doce millones de personas fusilándolas, gaseándolas, cazándolas a lazo o torturándolas de mil formas, en cumplimiento, supuestamente, de las órdenes de sus superiores.

(...)

Para poner a prueba sus hipótesis, dispuso uno de los más grandes y horribles engaños de la psicología. Ingenió una "máquina de electrocutar" falsa pero muy convincente. Reclutó centenares de voluntarios y les ordenó administrar lo que creían que eran descargas eléctricas mortales a un actor que fingía dolor e incluso la muerte. ¿Hasta dónde serían capaces de obedecer sus órdenes? ¿Cuál sería el porcentaje de ciudadanos normales que obedecería las instrucciones de descarga del investigador? He aquí lo que descubrió.

(...)

Entre el 62 y el 65 por ciento de nosotros, ante una autoridad creíble, obedecemos las órdenes hasta el punto de producir la muerte a otra persona.

(...)

La fuerza del experimento de Milgram quizá radique precisamente ahí, en la gran diferencia que existe entre lo que pensamos de nosotros mismos y quiénes somos en realidad.

(...)

Muchos se alteraban en gran medida cuando les decían que siguieran aplicando descargas; un sujeto sufrió un ataque de risa convulsiva tan fuerte que fue necesario suspender la sesión. ¿Risa? Lo curioso es que hubo mucha risa en todo el asunto, muchas carcajadas reprimidas y estómagos doloridos.

(...)

El propio Milgram se reía, pero al momento aseguraba que lo que había descubierto era "terrorífico y deprimente".

(...)

Milgram esperaba encontrar conformidad, pero no en la proporción asombrosa del 65 por ciento de sujetos dispuestos a aplicar lo que creían que eran descargas eléctricas mortales.
 

 

.