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"Soy una persona asignada al género femenino al nacer y me identifico como hombre"

Entrevista a Mauro Cabral, por Naila Vázquez. La Vanguardia, 11-3-2008
El argentino Mauro Cabral es licenciado en Historia y doctorado en Filosofía, colabora como experto en temas de intersexualidad y trasexualidad en el Programa para América Latina y el Caribe de la Comisión Internacional de Derechos Humanos para Gays y Lesbianas. Estos días ha estado en Barcelona para participar como docente en un máster de la Universitat de Barcelona y ha aprovechado la ocasión para dar algunas charlas sobre intersexualidad, desmontar mitos y dar a conocer realidades que a menudo no tienen cabida en los medios de comunicación o son vistas a modo de barraca de feria.

-¿A qué nos referimos cuando hablamos de intersexualidad y transexualidad?
-Son dos conceptos que se relacionan históricamente pero que apuntan a fenómenos diferentes. Ambos, con un tercero, homosexualidad, provienen de finales del siglo XIX, cuando empieza a pensarse sobre la conducta de ciertos individuos. Había personas consideradas invertidas: unos físicamente, su cuerpo estaba invertido y otros espiritualmente, su mente o su alma. Por lo general se pensaba que los homosexuales eran hombres atrapados en cuerpos de mujeres o mujeres atrapadas en cuerpos de hombres, en cambio, en otras personas esta inversión se reflejaba en el cuerpo.

-¿En el caso de la intersexualidad qué se creía?
-La intersexualidad históricamente ha designado a todas esas personas que tienen un cuerpo que varía respecto al promedio femenino o masculino. Antes se hablaba de hermafroditismo. Éste fue un lenguaje gonadal, es decir, la identidad sexual se basaba en si había testículos u ovarios, la genética aún no se había descubierto, tampoco la anestesia. Estas personas eran hombres o mujeres, aunque tuvieran cuerpos ambiguos, hasta que una vez muertos una autopsia veía qué tenían dentro del cuerpo. Cuando la medicina empieza a usar las biopsias se puede comprobar, en vida, que hay tejido ovárico y testicular en un mismo cuerpo. A finales del XIX principios del XX los médicos creen que existe la verdad gonadal pero esa verdad no le sirve a nadie. Si yo tengo una persona que actúa, vive y se identifica como mujer pero resulta que tiene dentro unos testículos que no descendieron y la trato como hombre estoy creando un monstruo…Así que la identidad no puede estar vinculada a algo tan material como las gónadas sino que debe responder a la identidad psicosocial. Ya en el siglo XX, la identidad migra de las gónadas a los genitales, que son la parte más social de nuestro cuerpo desde el punto de vista médico.

-¿Qué ocurre a partir de aquí?
-A mediados de los 50 se empieza a poder intervenir quirúrgicamente y se perfila, a mi modo de ver, la intersexualidad. La identidad está en los genitales y cuando estos no son adecuados se arreglan para que así sea. Al mismo tiempo, existían personas que se identificaban con el sexo opuesto aunque su cuerpo al nacer no tuviera ninguna traza de ambigüedad genital. Esas personas a principios de siglo eran designadas como travestis y en la década de los 50 se acuña el término transexual. Así pues, la diferencia básica es que una persona intersex nace con diferencias en sus gónadas o cromosomas y una persona transexual es una persona que, en un sistema de dos sexos, se identifica con el opuesto al que posee y, por lo general, intenta cambiar de sexo.

-En sus reseñas biográficas se lee activista intersex. ¿Cuáles son sus reivindicaciones?
-Lo que se reivindica, básicamente, es detener la práctica de cirugías que normalizan el cuerpo de niños y niñas intersex.

-¿En qué consisten estas cirugías de normalización?
-Son casos en los que el niño nace con un pene mucho más pequeño de lo normal o con la uretra desplazada –no en la punta del pene-, una niña que nace con un clítoris mayor de lo normal –y que puede seguir creciendo-, sin vagina o sin labios vaginales, o una persona cuyo cuerpo se masculiniza o feminiza en la adolescencia, alguien con genitales masculinos que al llegar la nueva hormonación de la adolescencia le crecen los pechos, por ejemplo. Entonces la medicina, por lo general, con las personas cuyo cuerpo no puede sustentar su masculinidad responde asignándolas al sexo femenino, modificando su cuerpo. Les construyen una vagina. En el caso de las niñas simplemente reajustan estos genitales. Estas operaciones se llevan a cabo en los primeros años de vida para evitar la experiencia traumática de la diferencia corporal.

-Al madurar, ¿puede que la identidad de género de ese niño con un micropene al que han convertido quirúrgicamente en niña no se corresponda, se sienta niño?
-Sí, pero ese no es el problema, es uno de ellos. La identidad puede coincidir o no. Supongamos que coincide, es una niña intersexual a la que operan y su identidad de género no es un problema, es una chica, pero una chica con insensibilidad genital. Yo soy una persona asignada al género femenino al nacer, alguien que nació sin los genitales internos que tiene hecha una vaginoplastia y me identifico como un hombre…A quién se le puede ocurrir hacerle una vaginoplastia a un hombre…A estas alturas, ya soy adulto, podría pensarlo, ver qué cirugías hay disponibles y realizarlas o no. Mi experiencia es haber pasado más de una vez por cirugía, sufrir años de dilataciones y pérdida de sensibilidad corporal, todo eso afecta igual te identifiques en el género que te identifiques.

-¿Qué responde la medicina a eso?
-Que aunque tiene consecuencias negativas, es el mejor tratamiento posible y que esas consecuencias negativas irán desapareciendo a medida que la técnica mejore.

-¿Es más difícil trabajar la aceptación de un cuerpo distinto que los problemas derivados de intervenir sobre ese cuerpo?
-No lo sé, no creo que ninguna sea más fácil. Uno mismo puede aceptar su diferencia, no debe ser tan difícil, pero ¿el resto de la gente está preparada para aceparlo? Uno de los mayores problemas de los activistas intersex es que resulta muy difícil decirle a los médicos que no tienen razón, ya que la respuesta de que con un cuerpo distinto lo vas a tener difícil sigue siendo cierta. Es complicado cambiar el modelo de tratamiento sin cambiar el mundo. Es difícil mantener la integridad del cuerpo, hay ambientes muy hostiles que cuando vuelves a tu casa te hacen pensar ¡me opero la semana que viene!

-Vincula un trasfondo de homofobia en el hecho de normalizar los cuerpos, ¿por qué?
-Los protocolos médicos que se aplican en el nacimiento de un niño intersex tienen un componente masculinista muy fuerte: todo el que no va a funcionar como chico debe convertirse en chica. La otra lógica que impera es que si un hombre no tiene capacidad para penetrar va a ser penetrado. No importan los cromosomas u otras variables, ser un hombre es poder funcionar como tal. Es decir, existe el temor que al no ser aceptado por el sexo opuesto se acerque al propio. Si bien es cierto que operar sobre los genitales de alguien es un tema peliagudo, por eso se hace durante la infancia donde la misma sexualidad no es un tema muy presente. Nadie haría la cirugía a un hombre adulto. De la misma forma se asegura que una mujer pueda practicar el coito el día de mañana porque físicamente podrá hacerlo aunque su sensibilidad sea nula.

-¿Cómo reciben otros colectivos su discurso, por ejemplo, la comunidad homosexual?
-En general para el colectivo homosexual son todo homosexuales –transexuales, intersexules…- nadie sabe quién es quién pero todo viene a abonar lo mal que viven los homosexuales en todas partes. El complejo fálico no ayuda al activismo intersex. Una vez un activista me decía que el problema son esos padres heterosexuales que van al médico con su niñito y este les advierte que con esos genitales ninguna mujer lo va a aceptar así que es mejor que sea una mujer. O podría terminar siendo homosexual. Pero pongamos que fueran padres más liberales que dijeran que no les importa lo que su hijo sea el día de mañana… El médico les podría decir tranquilamente ¿usted cree que algún homosexual va a quererle? De hecho, creo que a las mujeres heterosexuales les importa mucho menos. Hay gente que opera de otra forma pero en el discurso convencional la diversidad corporal queda para otro día.

-¿Y en el feminismo?
-Para las feministas el problema es que las cirugías intersex le ocurren a personas que ellas no están seguras que sean mujeres todavía, lo son a partir de la cirugía. Para las feministas no somos sus contemporáneos: por un lado somos monstruos antiguos, hermafroditas y, por otro, somos gente del futuro, de los cuales el colectivo feminista se va a poder ocupar una vez los problemas de las mujeres promedio hayan sido solucionados. Ya habrá tiempo...

-Tengo entendido que en Argentina para realizar una operación de cambio de sexo es necesario que un juez lo certifique y que hay que pasar por ella para poder modificar los documentos de identidad. ¿Algún cambio en estos últimos tiempos?
-Por lo general sigue siendo así. Hace un par de años, en el 2005, se autorizó a un hombre transexual a modificar su nombre y su género legales pero a condición de que se operara. Le dieron un plazo de seis meses para todas las cirugías. Si no te operas no lo puedes pedir y si no eres un "transexual genuino" no puedes hacerlo. La cirugía está prohibida a no ser que vayas delante de un juez y digas que siempre has querido ser un hombre o una mujer, que sufres mucho, que siempre te gustó jugar a pelota, que tienes un cuerpo que no te toca que no puedes no verte desnudo que no tienes relaciones sexuales, que eres heterosexual…

-¿Qué opina de la legislación española?
-En general me resulta repudiable el hecho de que el Estado tenga control sobre el género en el que la gente se identifica. Me resulta violento pedir permiso para modificar mis datos o mi cuerpo. En mi vida me voy a poner delante de un psiquiatra para que verifique mi masculinidad, salvo que lo hagan a todos. Es que debe haber un policía de género, ¿por qué debo certificar mi masculinidad? Se da el caso, por ejemplo, de un hombre transexual que cambió sus documentos en Chile y que el perito oficial, además de hacerle entrevistas y demás, decidió que debía comprobar que era virgen vaginal y analmente para certificar su masculinidad. Es una situación de una violencia extrema y que no prueba nada y eso lo hace el Estado con el fin de garantizar la identidad de alguien. No obstante, respeto a las personas que quieran pasar por esas exigencias del Estado, cada uno sabe la vida que quiere vivir.

-Para acabar, ¿cómo cree que tratan los medios de comunicación a las personas transexuales o intersexuales?
-Tengo una opinión muy desfavorable. Trabajan continuamente sobre historias arquetípicas para que la gente identifique al Transexual, al Intersexual. Yo a veces leo reportajes de gente muy bien intencionada que hablan con médicos, psicólogos y después con una persona intersex y ves ahí las fotos de quien habla, todos vestidos, los únicos que aparecen desnudos son los intersex. En este mundo no cualquiera está colgado de un gancho, no se expone a cualquiera, a algunos sí nos pasa. Lo más relevante es el pedazo de carne que nos hace distintos y no es eso, es tratarnos como a un pedazo de carne lo que nos hace distintos. Otra cosa particularmente obscena es que a la muerte de una persona transexual la prensa siempre debe poner el nombre legal. Nosotros realizamos informes para Naciones Unidas y no damos el nombre legal a no ser que sea imprescindible y funciona, en cambio, cualquier diario de pueblo cree que debe poner el nombre legal.