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"Con Hitler, Alemania vivía muy bien"
David Bankier
, entrevisa de Lluís Amiguet. La Vanguardia, 10-12-2005
Tengo 59 años. Nací en un campo de refugiados en Alemania. Estoy casado, tres hijos. Soy judío, pero no practicante: creo que la razón nos dota de moral, exista Dios o no exista. Soy un socialdemócrata a la antigua. Soy el director del Centro de Investigación de Yad Vashem (Museo del Holocausto de Israel): seguimos buscando los porqués
- Qué se puede decir sobre el holocausto que no se haya dicho?

- Aún no hemos dirimido todas las responsabilidades.

- ¿Y...?
- Se sostuvo durante mucho tiempo que la decisión genocida se tomó en la cúpula nazi, que la dictaba a los funcionarios de su aparato policial-militar, quienes, a su vez, obedecían sin rechistar las órdenes de Berlín hasta la puerta del horno crematorio.

- ¿Y no era así?
- Si aceptamos esa tesis, al final resultaría que sólo hubo unos pocos culpables que tramaron todo el holocausto.

- Un puñado de monstruos nazis.
- De ese modo, el resto de los genocidas, se limitaban a "cumplir órdenes".

- Cumplimiento debido, podría argüirse.
- Si aceptáramos esa tesis, concluiríamos que los burócratas del sistema nazi en Alemania y los países ocupados seguirían, como autómatas, las órdenes de Berlín resumidas en una: llevar a cabo el genocidio de forma rápida y eficaz, pero no eran responsables.

- Eso nos han contado muchas veces.
- En esa línea se llegó a enunciar, como hizo Arendt en los años 50, la pintoresca teoría de la banalidad del mal...¡Y se impuso!

- El mal será banal para quien no lo sufre.
- Esa es exactamente nuestra objeción. Arendt sostenía que, en un régimen totalitario como el nazi, el terror impone la obediencia ciega y, de ese modo, los ejecutores de los crímenes pierden la noción de responsabilidad personal y ya no saben distinguir entre el bien y el mal. No son responsables

- Suena a exculpatorio.
- Lo es. Pero los hechos que hemos documentado estos años desacreditan esa teoría.

- ¿Un verdugo es un asesino o un mandado?
- Para empezar: si esos burócratas se limitaban a cumplir las órdenes de Berlín, entonces, ¿por qué eliminaban u ocultaban sistemáticamente las pruebas de lo que estaban haciendo? Si ellos no eran conscientes de su propia culpa, ¿por qué ocultar los rastros?

- ¿?
- Y, ¿por qué en tantas ocasiones empieza el genocidio antes de que lo ordene Berlín?

- ¿Y cómo dice usted que fue realmente?
- Hemos documentado fielmente que, en la mayoría de las ocasiones, fueron los de abajo, esos autómatas,quienes, desde la periferia, se adelantaban a las órdenes genocidas de Berlín y comenzaban a deportar judíos, gitanos o enfermos. Esa iniciativa periférica para acelerar el holocausto se hizo muy evidente tras las invasiones de Polonia y Rusia.

- ¿Por qué querían entonces esos mandados iniciar el genocidio por su cuenta?
- Para quedarse con las propiedades de los deportados. Los nuevos administradores del imperio nazi querían lucrarse enseguida y para eso debían deshacerse de los propietarios. Lo ha documentado a fondo Frank Bajour.

- ¿Cómo llegaron a la idea del exterminio?
- Existía, desde luego, un racismo preexistente, pero sobre todo se apoderó de esos funcionarios la avaricia colonialista y el desprecio del colonizador por los colonizados.

- ¿Quiénes eran esos funcionarios?
- Miembros de los servicios de inteligencia o de la administración nazi en los países ocupados o de las jerarquías de los partidos hermanos en las nuevas colonias.

- Pero, ¿y el resto de Alemania? ¿Y los ciudadanos que no simpatizaban con los nazis?
- Un historiador alemán, Goetz Aly, dedica un libro impresionante a contestar exactamente a esa pregunta clave: "¿Por qué Hitler y su régimen tenían tanto apoyo popular?"

- ¿Es que eran todos autómatas?
- Creemos que no. Recuerde que Hitler fue elegido democráticamente y que en su propio país no fue tan necesario el terror para mantener la adhesión de la población, una adhesión muy bien documentada.

- Entonces...
- De nuevo la respuesta es dinero, comodidades y ventajas. El nuevo imperio nazi proporcionó a la ciudadanía alemana un alto nivel de vida gracias a la explotación de los pueblos conquistados. Esas ventajas engrasaron la fidelidad nazi de los alemanes hasta el final. Todos sabían que, con Hitler, todos los alemanes que se quedaron, vivían muy bien.

- ¿Puede ser más concreto?
- Le daré de entrada un solo dato: pese a los gigantescos gastos de la guerra universal, el régimen nazi nunca subió impuestos.

- Revelador.
- Y, a diferencia de los países aliados, que enviaron a sus mujeres a las fábricas, en Alemania el trabajo de los deportados...

- Trabajadores invitados les llamaban.
-... Permitió mantener la fantasía hitleriana de la familia aria unida y un clima de normalidad en casa, pese a la guerra en marcha.

- ¿Y los caídos en el frente?
- Cumplían su destino y recibían todos los honores y su familia, una pensión. Y luego todo seguía igual que si la guerra no existiera.

- ¿Hubo otros paganos de esas ventajas?
- Una vez en marcha fue fácil extender el genocidio: gitanos, homosexuales y otras minorías o desviados ideológicos...

- Como los republicanos españoles.
-... O los enfermos mentales. Convertirse en deportado fue una cuestión económica: ¿Sabe cuántas eutanasias se llevaron a cabo durante la Alemania nazi?

- ¿?
- Doscientos mil enfermos terminales, mentales o crónicos de todo tipo fueron enviados al exterminio desde el convencimiento higienista por puro economicismo.

- ¿También por ahorrar?
- Por reservar camas para los heridos del frente. Esos enfermos comían sin producir en guerra, eran nocivos y fueron eliminados.