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"No te cases con una mujer de pies grandes"
Mineke Schipper
, entrevista de Lluís Amiguet. La Vanguardia, 4-4-2006
- El hombre teme a las mujeres en todas las culturas del planeta y los refranes reflejan ese miedo.

- ¿Miedo a qué?
- A ser superado por la mujer. "No te cases con una mujer de pies grandes" es un refrán presente en todas las culturas.

- Con pies grandes puede ser maravillosa.
- No te cases con una mujer más alta que tú ni más inteligente, más rica o de mejor familia que tú, porque te dominará.

- ¿Y al revés?
- Paseemos: verá muy pocas parejas en las que ella sea más alta o más vieja que él.

- Que tu esposa no sea mejor que tú.
- Ese refrán ha sido interiorizado por las mujeres del planeta. Si crecen demasiado en inteligencia o riqueza, no encontrarán pareja. Hoy millones de mujeres aún se autolimitan para no ser ni parecer más inteligentes, cultas o ricas que sus posibles maridos.

- ¿Cómo se autolimitan las mujeres?
- No quieren ser el médico sino la enfermera; no quieren ser el empresario sino su secretaria; no quieren ser el premio Nobel sino su fiel y amante compañera auxiliar.

- Pero ¿por qué?
- Porque si tienen los pies demasiado grandes, como dice otro refrán, "acabarán bailando solas en la habitación".

- La condena es la soledad.
- Y la soledad del hombre es una aventura, pero la de la mujer es una maldición.

- Los tiempos están cambiando.
- Esas actitudes siguen vigentes en medio mundo, son aún transmitidas inconscientemente de madres a hijas en todo el planeta.

- ¿Qué más dicen los refranes universales?
- Las madres son alabadas; las suegras, denostadas; las madres prefieren hijos a hijas y las viudas son sospechosas: "No te cases con una viuda si su marido no fue ahorcado".

- Inquietante.
- En todas partes, las mujeres, si no son madres, son un problema. Los turcos dicen: "La mujer está bien con un bastón en la espalda y un hijo en el vientre", pero hay variantes de esta joya en todos los idiomas.

- ¿Por qué tanta viril iniquidad?
- Por miedo. El hombre siente el miedo de todo opresor a verse desbancado por su víctima. Teme que sus privilegios terminen y que la mujer de pies grandes descubra que los de su marido son pequeñitos y puede pisarlos.

- ¿Ése es todo el temor?
- Los demás emanan de ése. Por ejemplo, el miedo a no ser el padre de sus hijos.

- Cuernos también universales.
- "El nombre del padre es secreto de la madre": de nuevo la inseguridad del marido y el miedo al engaño de la mujer astuta.

- También el hombre engaña.
- Pero para los refranes del mundo son engaños diferentes: "El hombre que engaña escupe de su casa a la calle, pero la mujer que engaña escupe desde la calle a su casa".

- Un poco asquerosillo el refrán ése.
- Pura metáfora: la saliva es el semen.

- ¿Por qué tanto miedo viril al engaño?
- Porque ella no puede rebelarse por la fuerza, pero sí por la astucia del engaño.

- ¡Ay! ¡Qué estrés la vida del hombre!
- Me alegro de que perciba que ese orden machista nos aliena y perjudica tanto a las mujeres como a los hombres.

- El esclavista es un esclavo.
- El orden patriarcal priva a los hombres de la ternura, de la capacidad de ser sensibles, de poder mostrar debilidad y de amar a sus hijos como si fueran madres. A ustedes los hombres este orden machista los castra afectiva y emocionalmente.

- La maldición de los hombres...
-... Son las mujeres. Ésa es otra idea fuerza que emana del miedo al engaño. El hombre inocente sucumbe a la mirada de los ojos traidores de la mujer. Los refranes reflejan cómo el macho proyecta su propio deseo en la mujer. Por eso la mujer debe cubrirse, ocultarse: no mirar a los ojos y no salir de casa. "La mujer en casa, pastel de miel".

- "La mujer, la pata quebrada y en casa".
- "Sólo debe dejar la casa tres veces - refrán inglés-: cuando nace, cuando se casa y cuando muere". En pastún son dos: cuando se casa y cuando muere. Fíjese en que apenas hay diferencia entre el refrán inglés y el afgano.

- ¿Cómo debe ser la mujer del refrán?
- Modesta y discreta: "El silencio es la mejor joya de una esposa, aunque la luzca en contadas ocasiones".

- ¡Como si no hubiera tíos parlanchines!
- Pero no suponen una amenaza para los sabios que impusieron sus refranes ni para las mujeres que los interiorizaron y se los repitieron a sus hijas: "La mujer es más tonta que el perro, porque no sabe que no debe ladrar a su amo"... Y debe seguir siendo tonta.

- ¿Cómo mantenerla en la ignorancia?
- Los refranes ensalzan el conocimiento, pero no para las mujeres. En Europa, los refranes previenen contra las mujeres que hablan latín, el idioma de la ciencia. Y todos ensalzan la mujer servil: "De quien proviene hasta la lazada de tus cordones".

- ¿No hay excepción a tanto macho idiota?
- En Minangkabau (Indonesia) pervive un vestigio de la era matriarcal: "El varón sólo es una mota de polvo sobre una flor".

- ¿No tiene algún otro?
- Le voy a recordar mi refrán preferido. Es tibetano: "Cien virtudes de mujer y cien de hombre harán nacer a la persona perfecta".

- Una bella promesa de futuro.
- Si ustedes renuncian a dominar y nosotras a ser dominadas, le enseñaré mis pies grandes y usted los compartirá conmigo.

- Hecho.
- Así sabrá que mis pies de mujer han crecido y seguirán creciendo, no para pisarle a usted, sino para que caminemos mejor juntos.


Mineke Schipper. "No te cases con una mujer de pies grandes",  Editorial Océano