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La esclavitud más moderna del mundo
Maricel Chavarría, Josep Playà.
La Vanguardia, 27-1-2006 (fragmento)
El tradicional macarra da paso en la era global al secuestrador de mujeres. La prostitución es el precio que pagan muchas mujeres del Sur y del Este para entrar en Europa: es un mercado humano que mantiene a pleno rendimiento calle y burdeles. Atrás ha quedado la clásica prostituta nacional controlada por un macarra, a menudo su pareja 
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El que está considerado el negocio más lucrativo del mundo se vertebra esencialmente a partir de redes transnacionales de tráfico de personas: de mujeres y niños. La clásica prostituta nacional controlada por un chulo o macarra - que aunque podía ejercer la violencia con ella no formaba parte de ninguna red internacional de trata- ha dado paso a la inmigrante secuestrada. En una España con mayor igualdad de sexos y mejores condiciones para la mujer, el cada vez más boyante mercado del sexo se nutre sobre todo de mujeres de países del Sur o del Este. Es el precio que pagan por entrar en Europa, aunque algunas ni siquiera saben que han venido a eso: una vez aquí, se convierten en esclavas sexuales, en secuestradas obligadas a pagar una deuda contraída a cambio del pasaje y los papeles... La trata es hoy más rentable que el tráfico de drogas. No sólo económicamente; también en lo penal: el mínimo de cárcel por traficar con drogas son nueve años; cinco por trata.

"Tanto las que son captadas con engaño como las que saben a lo que vienen desconocen las condiciones en las que van a estar aquí: secuestradas, golpeadas, obligadas a rendir cuentas a diario", indica María José Barahona, profesora de Trabajo Social de la Universidad Complutense, analista de la prostitución en España. "La mayoría están secuestradas, sin libertad de movimiento ni de pensamiento, pues los clubs las cambian cada cierto tiempo para que no intimen con los clientes que ocasionalmente puedan buscarles otra salida ocupacional".

La mayoría de los estudios sobre prostitución indican que muy pocas mujeres dicen elegir ellas mismas esta ocupación. En España, pese a que poco más de un 1% de las mujeres controladas que trabajan en centros de prostitución han presentado alguna denuncia por explotación o tráfico de mujeres, se considera que la mayoría lo hacen presionadas. La Guardia Civil asegura que muchas inmigrantes llegan a España sabiendo que van a trabajar en negocios sexuales, lo que no quiere decir que tengan otra opción o puedan escaparse cuando quieran. De hecho, en las encuestas apenas un 5% de las mujeres dice ejercerla voluntariamente y no tener intención de dejarlo.

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