Grup d'educació
 Derechos de las mujeres  > Otros textos

Niñas sin luz
José Reinoso.
El País, 26-2-2006 (fragmento)
Los abortos selectivos y el infanticidio de niñas está alterando el equilibrio de género de forma alarmante en India y China
Rasamma alza la mano, quiebra el tallo con gesto rápido y frota en el suelo el líquido lechoso que gotea del racimo de flores blancas. "Con la madera del tronco del arbusto hacemos estatuillas de Ganapati [dios de la sabiduría]; con las flores, ofrendas para espantar malos espíritus, y con la savia... La savia es utilizada aún, a veces, para matar a los recién nacidos cuando son niñas", asegura esta mujer de pelo cano y ojos oscuros que no sabe su edad.

Cuando Rosamma menciona el nombre de la planta venenosa -erukkam, en lengua tamil- y explica su uso, lo hace con toda naturalidad, pero habla rápido y se mueve con agilidad sobre sus pies descalzos a pesar de que debe de superar los 60 años. "Matar al bebé cuando está en el vientre es más peligroso para la madre, por ello se espera a que haya nacido [y entonces se le da la savia mezclada con leche]. Es tarea de las mujeres más ancianas".

Rasamma vive en Kandarkulamanickam, un poblado situado a 30 kilómetros de Salem, la capital del distrito del mismo nombre, en el Estado indio sureño de Tamil Nadu. Los alrededor de 300 vecinos de esta aldea rodeada de plantaciones de cocoteros se dedican a la agricultura y a la fabricación de tejidos. Muchas de sus casas son chozas de hojas de palmera y suelo de tierra.

El Estado de Tamil Nadu y, en particular, el distrito de Salem son notorios por los infanticidios de niñas -ilegales, pero apenas perseguidos-, y un claro exponente del desequilibrio demográfico entre hombres y mujeres que sufre Asia. El problema es desde hace años objeto de atención por parte de los Gobiernos y organismos internacionales, que, sin embargo, han visto cómo sus logros en la reducción de los infanticidios -practicados desde hace siglos- han sido contrarrestados por el alza, en las dos últimas décadas, de los abortos selectivos de niñas.

A miles de kilómetros de distancia, en una aldea del centro de China llamada Unidad de producción número 3 del pueblo número 10 de la municipalidad de Er Long (Dos Dragones), en la provincia de Sichuan, Liu Guiqing, de 56 años, señala un cubo de plástico, utilizado para la orina. "Antes eran de madera. En él ahogaban las matronas a las niñas nada más nacer. Era algo muy común a finales de los años setenta y principios de los ochenta, porque las familias preferían, y siguen prefiriendo, tener un varón. En el campo, es muy importante para trabajar la tierra, para conservar el apellido, y porque cuando los padres envejecen dependen de los hijos, no de las hijas, que pasan a formar parte de la familia del marido", afirma esta mujer de sonrisa transparente.

Unidad de producción número 3 -nombre heredado de la época maoísta- es una aglomeración de medio centenar de casas de cemento, adobe y teja negra, repartidas entre arrozales y cultivos en bancales arrancados a las colinas. Los penachos de bambú salpican esta región de lluvias y brumas frecuentes, bañada por el río Luo Xin, un tributario del Changjiang. Como en el resto del país, especialmente en las zonas rurales, las familias otorgan aquí suma importancia a lograr un descendiente varón, lo que ha multiplicado el recurso a la interrupción prematura del embarazo desde que, a partir de los años ochenta, comenzaron a popularizarse los equipos de ultrasonidos y otros métodos de identificación del sexo, como la amniocentesis.

[...]