Grup d'educació
 Derechos de las mujeres  > Otros textos

Arcipreste de Talavera

Alfonso Martínez de Toledo (1398-1468)
www.cervantesvirtual.com
Capítulo XVIII
Cómo es muy engañoso el amor de la mujer
Los amadores aun por otra manera vencerlos quiero, por cuanto amar y ser amado -que ellos mucho demandan- en la hembra hallar nunca lo podrán; por cuanto nunca fue hombre que excesivamente mujer o amiga amase que la tal mujer bien le quisiese.

[...]

Así que, como de suso dije, el motivo del amor de la mujer es por alcanzar y haber por cuanto naturalmente les proviene; que todas las más de las mujeres son avariciosas, y cuando algo alcanzan son muy tenientes. Son amadoras de temporales riquezas en grado superlativo, y para haber dineros y alcanzarlos, con modos muy exquisitos trabajan sus espíritus y cuerpos; en esto son muy atentas con mucho estudio y solicitud.

[...]

Y no pienses que en el mundo hembra tan fiel ni constante hallases, si enamoradiza es, que si otro con dones y mayores joyas que tú viniese, que no te diese cantonada, que tanto es el apetito desordenado en ellas de haber y riquezas querer, que la que mala es toda continencia y castidad romperá por bienes, joyas, arreos y riquezas alcanzar. Y más te digo: que si tienes y con mano abierta a la mala mujer vinieres, muy difícil es que mano vacía tornes, o tu propósito cumplido, o buena esperanza al menos. Pero si a mujer pides valía de un alfiler, contigo es la pesquisa; no le verás la cara buena de diez o veinte días. Y por grande que tú seas, si le vas manos vacías, nunca podrás ganar gracia de lo que demandares; antes, sin toda vergüenza te dirá a voces altas: «Amigo, ¿qué queréis? salid de aquí en buena o mala hora»; y hará que no te conoce ni jamás te haya visto. Y dígote verdad, que por esta mala y desordenada codicia e inmoderada avaricia, las mujeres malas todas son ladronas en poco o en mucho; las manos tienen melosas, que todas cosas se les pegan.

[...]

Y como sean las mujeres a los varones sujetas, al punto que señoría y mando alcanzan, ¡guay del que es sujeto y han de mandar!, que no han discreción en mandar ni vedar, sino que todo seso posponen y dan lugar a la voluntad que cada hora las hallarás de su mando. Dos cosas son de notar: ni nunca hembra harta de bienes se vio, ni beodo harto de vino, que cuanto más bebe, más ha sed. Por tanto, la mujer que mal usa y mala es, no solamente avariciosa es hallada, mas aún envidiosa, maldiciente, ladrona, golosa, en sus dichos no constante, cuchillo de dos tajos, inobediente, contraria de lo que le mandan y vedan, superbiosa, vanagloriosa, mentirosa, amadora de vino la que una vez lo gusta, parlera, de secretos descubridera, lujuriosa, raíz de todo mal y a todos males hacer mucho aparejada, contra el varón firme amor no teniente.

[...]