La
doctora de Brest
(La fille de Brest)
Ficha
en formato PDF: de momento no disponible
Año: 2016.
Duración: 128'
Dirección: Emmanuelle Bercot.
País: Francia.
Edad: A partir de 7 años.
Argumento: Basada en hechos reales. Irène Franchon, una neumóloga del Hospital Universitario de Brest, desafía el poder de la farmacéutica Servier y el gobierno francés, al denunciar la comercialización de un fármaco para tratar valvulopatías cardíacas, el benfluorex (comercializado como Mediator), que causa la muerte de bastantes enfermos.Sugerencias didácticas
Artículos de la Declaración Universal que se pueden trabajar: 3, 10, 18, 19.
Temas: Derecho a la salud, seguridad de los tratamientos médicos, corrupción y ocultamiento de secretos que perjudican la ciudadanía, libertad de expresión, imparcialidad de la justicia, ética y compromiso personal con la verdad y el bien común.
Elementos de debate para iniciar un cine fórum:Otras reflexiones que pueden tenerse en cuenta:
- El juramento hipocrático ('Primum non noscere', antes que nada a no hacer daño a nadie), obliga a todos los médicos. El caso de la película, ¿es una excepción, o forma parte del tanto por ciento de corrupción inevitable (mayor o menor) que puede afectar los profesionales de todos los sectores laborales? ¿Es más grave en este caso porque está en juego la salud de las personas?
- La protagonista se tiene que enfrentar a muchos obstáculos. En casos de este tipo, de enfrentamientos con grandes corporaciones, ¿qué es lo más normal, su decisión, u optar por mirar hacia otro lado y no meterse en líos? ¿Nos podemos imaginar que hay otros casos de malos usos y abusos de medicamentos que no son nunca conocidos?
- Hacerse preguntas como las anteriores, ¿es estar en contra de la ciencia y de la medicina, o es estar solo en contra de sus malos usos?
- La protagonista tiene un marido que la apoya en todo, y además se ocupa de la casa. ¿Es habitual, este modelo de pareja?
- Pocos laboratorios farmacéuticos se pueden permitir la investigación, el desarrollo y la comercialización de un medicamento nuevo, a causa de la gran inversión económica que se requiere. Frecuentemente consiguen el dinero necesario con captaciones de capital de corporaciones que solo persiguen el máximo beneficio económico. ¿La presión de los inversores explica que a menudo la prioridad acabe siendo la ganancia económica, y no la salud de las personas?
- La industria farmacéutica aprovecha las investigaciones previas de los centros de investigación públicos, y, en casos de crisis sanitarias como las pandemias de gripes o coronavirus, también recibe importantes ayudas de los estados. Después, el laboratorio patenta los medicamentos que superan los ensayos clínicos y el visto bueno de las autoridades sanitarias. ¿Los beneficios de las patentes tendrían que ser compartidos con los estados, puesto que estos han contribuido de manera importante al desarrollo del nuevo medicamento?
- La industria farmacéutica es, después de los traficantes de armas y los cárteles de la droga, la actividad que más dinero mueve (a través de licencias, patentes, comisiones, etc.). ¿Estas grandes cantidades de dinero son una tentación para las prácticas poco éticas?
- Abraham Lincoln decía: "Se puede engañar a todo el mundo durante un tiempo, se puede engañar a alguien durante todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo". ¿Es una buena explicación para entender que la protagonista, al no rendirse, pueda ir encontrando informantes y complicidades y, así, ir llevando adelante su denuncia?
- Muchos países del tercer mundo no disponen de agencias gubernamentales de farmacovigilancia, y esto posibilita a las farmacéuticas comercializar legalmente allí fármacos que ya han sido retirados en Europa o en los Estados Unidos. ¿Cómo hay que calificar esta práctica?
- ¿Qué diferencia hay entre información y propaganda? ¿Las farmacéuticas dan solo información, de sus medicamentos, o hacen también propaganda? ¿Se tendría que prohibir la propaganda de medicamentos?
- Dado que los medicamentos son productos industriales de necesidad social, destinados a curar y a salvar vidas, ¿es un riesgo que su investigación, desarrollo y distribución se lleve a cabo desde el sector privado?
- Las vacunas, los antibióticos y los tratamientos médicos han salvado millones de vidas a lo largo de la historia; forman parte de nuestra vida casi tanto como los alimentos que comemos, sobre todo si enfermamos. ¿Se hace un uso correcto de ellos o, si se apostara más por la medicina preventiva, muchos medicamentos y tratamientos a veces muy costosos y agresivos se podrían evitar?
- Cuando se hacen preguntas como las anteriores, hay quién lo aprovecha para justificar su crítica, de manera global, a la medicina oficial. Este riesgo de manipulación o mala utilización, ¿tendría que instar a moderar las críticas, o es un riesgo que se ha de asumir? Si se ha de asumir, ¿se ha de insistir al mismo tiempo, con el mismo rigor, en la crítica a las posturas contrarias a la medicina oficial, basadas (cuando es el caso) en teorías inverosímiles y afirmaciones no demostradas?
- 'La doctora de Brest' y la película 'Erin Brockovich' (Steven Soderbergh, 2000), ¿tienen puntos en común? ¿Y con 'El jardinero fiel' (Fernando Meirelles, 2005)? ¿Cuáles, en cada caso?
- En un caso como el de la película, o parecido, de fuertes presiones y pocos apoyos, ¿seríamos capaces de mantener una actitud como la de Irène Franchon?
- Texto para comentar:
- "Hace unos años se supuso ingenuamente que la época de los visitadores médicos pasaría y que estos desaparecerían de manera progresiva de los hospitales y centros de atención primaria, pues la información que proporcionan se puede encontrar sin problema en la red. No ha sido así. La agresividad industrial parece haber crecido de manera paralela a la pereza de los médicos por informarse a través de fuentes más fiables que un representante cuyo argumentario ha sido meticulosamente preparado por un cerebro del neuromarketing recién salido de una escuela internacional de negocios." Antonio Sitges-Serra, 'Si puede, no vaya al médico', Debate / Penguin Random House, 2020