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Texto: "El valle de los balones"
(Horacio
Sáenz Guerrero. La Vanguardia, 21-1-1998 -fragmentos)
En enero del 1998
partió de Manila la colosal Marcha Mundial contra la explotación
Laboral de la Infancia. Tras miles y miles de caminos recorridos por todas
las tierras del mundo, los participantes se presentaron ante la Conferencia
Internacional del Trabajo para pedir que, de una vez por todas, y en el
mundo entero, quede abolida la esclavitud infantil.
[...]
Los niños
españoles de la Global March reunieron a miles de personas llegadas
de todas las comarcas. Muchos de los pequeños estaban vinculados
a organizaciones humanitarias, las ONG a cuya sacrificada entrega entrega
tanto deben las causas nobles del mundo. Había incontables pancartas
difíciles de olvidar. Tras ellas estaban los sentimientos de una
infancia que no tiene idea, porque no puede tenerla todavía, de
las infinitas lágrimas que un mundo sin entrañas causa a
unas criaturas inocentes martirizadas.
Entres las pancartas
se podía leer una que decía: "No pedimos dinero ni comida,
sólo justicia". En otra rezaba: Si ves algún niño
trabajando es que falta gente en la marcha". Tercera cuestionaba: "Si no
jugamos ahora que somos niños, ¿cuándo jugaremos?".
No se podía contestar a esas preguntas. Es demasiado amargo y los
niños no podían entender la crueldad. Pero debemos decir
que entre India y Pakistán hay una tierra maldita y muerta llamada
"el valle de los balones", donde mujeres y hombres indigentes, pero sobre
todo niños esclavos, cosen las costuras de las pelotas de fútbol
a razón de nueve pesetas la pieza. Cien mil personas elaboran balones,
puntada a puntada, que representa el 80 por ciento de la producción.
Quizá no
haga falta precisar, porque se da por supuesto, como también se
da que no se hace caso de las normas, que la sociedad de las naciones difunde
códigos deontológico que prohíben el trabajo de los
menores de edad, pero es imposible controlar la edad de los habitantes
de las chozas, suponiendo que alguien quisiera hacerlo, porque la producción
de balones cosidos a mano lleva a las casas de Islamabad 75 millones de
dólares al año. Los salarios de los cosedores de balones
se conocen bien: los niños con menos de ocho años cobran
20 pesetas por jornada (de 12 a 16 horas); los que tienen entre8 y 10 años,
40 pesetas; de 12 a 14 años, algo más de 50 pesetas, y así
sucesivamente [...]
Responder a las siguiente cuestiones:
-
Una vez leído el texto, ¿qué
opinión te merece?
-
Busca en Internet información sobre
la expresión Comercio Justo. ¿Qué conclusiones has
sacado de la lectura de los diferentes documentos? ¿Crees que puede
ser una buena iniciativa?
-
Localiza en tu casa o escuela los balones
de fútbol que tengas y mira su procedencia. ¿Sorprendido?
¿Qué iniciativas se pueden emprender desde tu centro? ¿Crees
que existen en el mercado balones de Comercio Justo?
-
Redacta y envía una carta a la ONG
Intermón - Oxfam exponiendo vuestra inquietud y las posibles soluciones
a los balones de fútbol. (Os sorprenderá!!)
Partiendo de la lectura del texto anterior:
-
Confeccionar un horario comparativo del tiempo
de juego que destinan los niños de dos culturas diferentes. Si no
conocéis ningún niño o niña de otro país
se pueden consultar los libros de la colección "Yo soy de...", de
Ediciones La Galera.
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