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Es
necesario distinguir entre el humor y la ironía
André
Comte-Sponville. Pequeño tratado de las grandes virtudes. Paidós,
2009 (p. 221, 225, 227, 228)
Pero hay risas y
risas, y aquí es necesario distinguir entre el humor y la ironía.
La ironía no es una una virtud, es un arma, dirigida, casi siempre,
contra el otro. Es la risa malvada, sarcástica y destructora, es
la risa de la burla, la risa que hiere, la que puede matar, es la risa
a la que Spínoza renuncia ("non ridere, non lugere, neque detestari,
sed intelligere"), es la risa del odio, es la risa del combate. ¿Es
útil? ¡Por supuesto que lo es cuando hace falta! ¿Qué
arma no lo es? Pero ninguna arma es la paz, ni ninguna ironía es
humor. El lenguaje puede engañar. Nuestros humoristas, como se les
llama, o como ellos mismos se llaman, por lo general sólo son ironistas,
o satíricos, y no hay duda de que son necesarios. Pero los mejores
mezclan los dos géneros: Bedos es ironista cuando habla de la derecha,
humorista cuando habla de la izquierda y puro humorista cuando habla de
sí mismo y de todos nosotros. ¡Qué tristeza si sólo
se pudiera reír contra algo o alguien! ¡Y qué seriedad
si sólo pudiéramos reírnos de los otros! La ironía
es precisamente eso: es una risa que se toma en serio, es una risa que
se burla, pero no de uno mismo, sino del otro.
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Dominique Noguez
quizá exagere un poco, pero señala la dirección correcta
cuando resume la oposición del humor y la ironía en sólo
algunas líneas, y sobre todo en la fórmula final: "El humor
y la ironía se fundamentan idénticamente en una no coincidencia
del lenguaje y la realidad, pero mientras que en el primer caso es sentida
afectuosamente como un saludo fraternal a la cosa o a la persona designada,
en el segundo, por el contrario, es sentida como la manifestación
de una oposición escandalizada, despreciativa y rencorosa.
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Aquí volvemos
a encontrar un término medio casi aristotélico: el humor
no es ni la seriedad (para la que todo tiene sentido) ni la frivolidad
(para la que nada lo tiene). Pero es un término medio inestable,
equívoco, o contradictorio, que desvela lo que toda seriedad tiene
de frívolo y lo que toda frivolidad tiene de serio.
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La inteligencia (...)
se burla de todo. Cuando se burla de lo que detesta o desprecia, es ironía.
Cuando se burla de lo que ama o estima, es humor. |