Propuestas monográficas
sobre temas diversos
El
gran ajustador
Descripción
La diferencia entre justicia y castigo: reflexión a partir de un texto que muestra la irracionalidad de la Ley del Talión.Área
Sociales, ética, tutoría.Edad
ESO y Bachillerato (a partir de 12 años)Duración
60 minutos.Derecho relacionado
Artículos 6 a 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (relacionados con el derecho a juicios justos).
>> documentos de las Naciones Unidas en formato HTML y PDF.Objetivos
Analizar alternativas de solución ante hechos antisociales o delictivos.
Distinguir entre justicia y castigo.
Comprender la irracionalidad de la Ley del Talión.Preparación por parte del profesorado
--Material o soporte
Texto adjunto: "El gran ajustador"Metodología
Distribuir los alumnos en cinco grupos.
Dar a cada grupo un ejemplar del relato adjunto.
Deben contestar de forma individual:a) ¿Qué otras soluciones posibles había en el caso planteado? ¿Cuál hubiera sido la mejor solución? ¿Por qué?Discutir dentro del pequeño grupo las conclusiones individuales, y luego en el gran grupo.
b) ¿Por qué es o no válida la solución adoptada?
c) ¿Qué ha de buscar, por encima de todo, la justicia?
—Que el delincuente sufra en carne propia el daño que ha hecho.
—Reparar, si es posible, el mal hecho.
—Intentar que el delincuente modifique su conducta.
—Eliminar al delincuente.
—Otros objetivos.
d) Los castigos, la justicia y las alternativas.
—¿Cuál es la diferencia entre justicia y ajuste de cuentas?
—¿Cuál es la relación entre castigo y ajuste de cuentas, por un lado, y entre castigo y justicia, por otro?
—¿Puede ser necesario el castigo para impartir justicia de forma equitativa y eficaz?
—¿Qué otras posibilidades hay para impartir justicia?Nota: es importante que el alumnado entienda que se trata de razonar las respuestas, y no de "adivinar la respuesta exacta". Importa, también, que la exposición en público sea ordenada y no menospreciar los distintos puntos de vista que puedan aportar una comprensión complementaria del problema.
De manera opcional:
-pedir que cada alumno imagine y escriba un final distinto de la historia.
-escenificar, en forma de juicio, el contenido del cuarto fragmento, improvisando el diálogo de forma que intervengan el acusado, el acusador, un defensor y un juez.
-pedir que los alumnos imaginen y redacten un caso similar o diferente.Evaluación
Aprovechando las aportaciones de los propios alumnos, dar una sencilla explicación de los objetivos de la justicia en relación a los delitos: la priorización de la reeducación y la resocialización en nuestro sistema judicial.
Compararlo con la mentalidad de la Ley del Talión.
Relacionarlo con la necesidad de la búsqueda social del bien común, condicionada a su vez por la necesidad del respeto escrupuloso de los derechos individuales.
Hacer extensivas las conclusiones del debate inicial de los grupos a cualquier otro tipo de situaciones antisociales o delictivas: a) relacionadas con la propia vida escolar, familiar o social, b) en los casos de tortura y pena de muerte.Continuidad o relación con otras actividades
Otras actividades sobre juicios justos de la carpeta Los derechos humanos (además de las actividades, contiene información sobre la definición de juicios justos y los documentos internacionales relacionados).
Comentario de alguno de los textos recopilados en el apartado sobre jucios justos.Elaboración del material
Esta actividad forma parte de la carpeta "Los derechos humanos", elaborada por el Grup d'Educació d'Amnistia Internacional Catalunya.1
Nemolloc era un bonito lugar para vivir, un regalo de la Naturaleza. En Nemolloc la gente era feliz, hacía lo que le apetecía y, por encima de todo, se lo pasaba bien. En Nemolloc la gente disfrutaba de la vida. En Nemolloc había riqueza y paz. Y todavía más importante: en Nemolloc reinaba la justicia. En Nemolloc todos tenían claro lo que es la justicia.
Justicia, como sabe todo el mundo, es dar a cada uno lo que le corresponde. Todos en Nemolloc lo sabían y todos, en Nemolloc, deseaban una justicia cuanto más ajustada mejor, y se esforzaban por conseguirlo.
Con el fin de ajustar la justicia, cada club, cada escuela, cada asociación en Nemolloc tenía su tribunal de ajuste, más conocido como "El gran ajustador". Todos, en Nemolloc, se encargaban de tener claras sus cuentas. Claras y... justas.2
Pepe había tenido mala suerte aquel día. Era jueves y 7, y lo cierto es que un jueves y 7 no es un día especialmente indicado para tener mala suerte. Y sin embargo, aquel día, Pepe la tuvo.
No había dormido bien. Aquel día tenía examen, y Pepe llegó a la escuela tarde y con dolor de cabeza. No se enteró de lo que estaba ocurriendo hasta que al día siguiente conoció su calificación: muy deficiente.
¡Qué rabia! No le habían dado ninguna oportunidad. ¡Obtener esta nota, tan cerca del final de curso! Pepe empezó a llorar.
Al salir de clase se fue corriendo al lavabo. Entró y cerró dando un golpe. Cuando tenía que salir, la puerta no se abría. Una patada bien fuerte y la puerta cedió. Pepe pudo descargar su rabia.3
Las puertas no tienen la obligación de aguantar golpes, ni siquiera los de Pepe. Las puertas también tienen sus derechos; son para proteger, pero ellas mismas están desprotegidas. Si se vulneran sus derechos, las puertas sufren. Con el golpe de Pepe, aquella puerta se astilló y se entristeció mucho.
El reglamento escolar en Nemolloc es muy taxativo: hay que respetar y cuidar todo lo que está al servicio de todo el mundo. Nadie puede ejercer ninguna clase de violencia contra el bien común. Evidentemente Pepe había olvidado que hay cosas al servicio de todos. Pepe infringió, pues, el reglamento.4
La intervención de "El gran ajustador" no tardó en producirse. Su aparición en escena no fue especialmente solemne. Había que pasar cuentas con Pepe y castigar su delito, de forma sencilla pero también eficaz.
—¿De qué se acusa a Pepe?
—De romper una puerta del lavabo.
—¿Era de Pepe, el lavabo?
—No.
—¿Era de Pepe, la puerta?
—No.
—Así pues, ¿Pepe ha roto la puerta de un lavabo que no es suyo?
—Efectivamente.
—Todo está claro y la sentencia es previsible: a cada uno lo que le corresponde. Pepe debe sufrir el mismo mal que ha provocado. Esto es lo que ordeno: se romperá la puerta del lavabo de Pepe. Así se conseguirá el ajuste de cuentas y volverá a haber justicia. A cada uno, lo que le corresponde.5
Se oye el timbre en casa de Pepe.
—¡Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing!
—¿Quién es?
—El gran ajustador.
En efecto, era él, un ser de aspecto poderoso, que no nos permitía ver su cara y que llevaba en las manos los instrumentos de la justicia. No hubo palabras. Segundos después, la puerta del lavabo de casa de Pepe quedó destrozada.
El ajuste de cuentas se había cumplido. Una vez más, la justicia era la triunfadora.