El trabajo infantil

Especialmente en el tercer mundo, el número de niños y niñas que trabajan aumenta cada año, tanto en términos absolutos como en relativos. Además la existencia del trabajo infantil va asociada normalmente, en un mismo país, con altos índices de paro y de precariedad laboral para los adultos. Es decir, que mientras los niños se ven privados de su derecho a disfrutar de la infancia y a ser escolarizados, los adultos en edad laboral no pueden ejercer su derecho al trabajo y a poder mantener dignamente a sus familias.

"El fútbol siempre ha sido uno de mis deportes favoritos. Un día tuve la inmensa suerte de visitar Sialkot, en Pakistán (...) Visité la fábrica de pelotas de fútbol más importante y vi millones de pelotas de excelente calidad (...) y entonces descubrí niños pequeños cosiendo retales de cuero. Sus manos estaban agujereadas, ennegrecidas, sus ojos enrojecidos a causa del vapor de la maquinaria. La fábrica estaba llena de niños cosiendo con todas sus fuerzas. Tenían entre 6 y 15 años."
Zulfiqar Ali Mahar, 14 años. Citado en el libro "Lucha por tus derechos". Edelvives, 1998

Durante este siglo, mientras las condiciones de vida de los niños en los países occidentales han mejorado notablemente (a pesar de que quedan bolsas de marginalidad y de explotación laboral muy preocupantes) en el resto del mundo esencialmente lo que ha cambiado es la ocupación de  los niños trabajadores; si anteriormente se ocupaban fundamentalmente en labores agrícolas, en la actualidad cada vez están más presentes en distintos procesos industriales.

Las causas de esta explotación infantil son múltiples:

En ocasiones, la propia familia y la sociedad lo relativizan.

Los gobiernos afectados no se oponen.

El poder económico internacional lo fomenta y saca partido.

Nosotros, como potenciales beneficiarios de este trabajo infantil que genera unos productos de consumo de bajo precio, no nos planteamos asumir la relación entre nuestro bienestar y su "malestar".

El trabajo infantil es una realidad gravísima, ya que roba la infancia.
Mientras los niños deberían estar jugando y aprendiendo, es decir, disfrutando y formándose, transitan por su infancia sin vivirla, a oscuras, alienados, de forma que llegan a adultos de golpe, sin haber vivido un proceso esencial para la formación de su personalidad (en su vertiente emocional y de adquisición de conocimientos y recursos).

Propuesta de trabajo: Las alfombras voladoras
Un caso concreto: Iqbal Masih

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