Derechos humanos y artes plásticas
Ramón
Cotarelo
www.rexpublic.com/N5/Sociologia/A1/articulo/Articulo.htm
(2008)
Degas. La violación. (1869-70)
Delacroix. Luis de Orléans mostrando a su amante. (1825-26)
Se trata de repasar sucintamente el tratamiento que de la mujer hace el arte occidental; en especial, la pintura. En cierto modo, es un empobrecimiento porque son las artes narrativas las que han fijado la imagen de la mujer. Los prototipos femeninos son literarios. Eva, Afrodita/Venus, Pandora, Fedra, Medea, Helena, María, Sta. Catalina, Sta. Bárbara, la Celestina, Laura, Beatriz, Morgana, Ginebra, Desdemona, Lady Macbeth, Dulcinea, Brunilda y Krimilda, Angélica, Ana Ozores, Bovary, Nana etc, han surgido de la imaginación poética, han sido verbo antes de convertirse en imagen. Primero, la idea; luego, la forma. Pero ésta tiene la ventaja de la inmediatez iconográfica. En definitiva, la mujer en el arte se racionaliza en los textos y se expande en las imágenes. Por ello me concentraré en éstas.
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Este aspecto del objeto del deseo abre la vía al tratamiento artístico de la mujer como botín, conquista de guerra, producto de la violencia, esclavitud, compraventa y violación. Se trata de un asunto inquietante, que pretende ocultarse de mil modos y que, sin embargo, emerge en la vida cotidiana, a través de la llamada "violencia de género". ¿Hay alguna duda de que esa violencia ha sido glorificada durante siglos a través de motivos como el rapto de las sabinas, la lucha con las amazonas, el secuestro de Helena, por no hablar de las repetidas agresiones de que el padre de los dioses, Zeus, hace objeto a las mortales, cantadas por los poetas? La lista de mujeres secuestradas, violadas, mutiladas o engañadas es larga: Alcmena, Dánae, Leda, Io, Europa, Dafne, Calisto, Perséfone etc, etc. Ese tratamiento de la mujer como objeto de deseo que se alcanza mediante el botín , el secuestro, la compraventa, la esclavitud, el concubinato (Delacroix, Luis de Orléans mostrando a su amante, 1825-26) o la violación (Degas, La violación, 1869-70), ha sido objeto de frecuente tratamiento artístico hasta nuestros días, sin que quepa decir que haya prevalecido en él, no ya una actitud de denuncia, sino simplemente algún tipo de condena moral.
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Intento de explicación de la misoginia en el arte: los hombres ensalzan en las mujeres las virtudes y cualidades que consideran innecesarias en ellos, como la abnegación, la sumisión, la paciencia, la entrega a los demás o la belleza corporal, mientras que critican y fustigan acerbamente aquellos otros rasgos, considerados vicios o tendencias peligrosos también para ellos, como la seducción, el placer y la entrega, pero que los atraen con la fascinación del vértigo, sin que puedan evitarlo. En una palabra: las alaban por lo que desprecian y las odian por lo que temen. Una situación contradictoria y hasta internamente truculenta, pero que explica bastante esa agresividad masculina hacia el otro sexo que va desde los sacristías de las iglesias hasta los poblados gitanos, pasando por las cadenas de montaje de las fábricas, los cuarteles modernos y las zonas residenciales más refinadas y exclusivas.