Hace años
que periódicamente, sobre todo en fechas cercanas a navidades o
al verano pero también cuando hay una evidente ausencia de noticias,
la televisión nos acribilla con el tema de "los videojuegos y la
violencia", que, igual que la informática, ha ido evolucionando
y se ha disgregado en otros: "los videojuegos y las drogas", "los videojuegos
y el machismo", "... y la discriminación racial", etc. Es un debate
viejo, que simplemente ha cambiado de medio, en los años 50 fueron
los tebeos (o cómics para los más modernos) y en Estados
Unidos se creó una comisión que, cual caza de brujas, se
dedicó a perseguir a los responsables de crear o difundir
ese "crimen a la moral" en forma de viñetas. Lo mismo ha sucedido
con el cine, la televisión, el video (hasta hace poco Inglaterra
tenía en sus listas de prohibición clásicos como "La
naranja mecánica") y ahora le toca el turno a los medios más
o menos nuevos, Internet ya recibe acusaciones y los móviles están
en el punto de mira.
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Lo que vengo a decir
es que, si realmente existe el problema de que hay menores accediendo a
material que no está pensado para ellos, no sucede más que
con el cine, ya que ambas tienen su calificación moral, y si un
niño ve con sus padres "El señor de los anillos" donde se
destripan unos cuantos cientos de orcos y otros seres horrendos, ¿no
será una irresponsabilidad de los padres? Esos mismos padres que
le dan dinero para que coja el juego que quiera o, peor, se lo compran
ellos mismos sin mirar que tienen entre manos. Deberíamos concienciarnos
en
dedicar un tiempo en acompañar a los infantes cuando ven la televisión,
navegan o juegan a la consola, ya no solo para comprobar lo que consumen
y discutirlo con ellos, cualquier chaval nos dirá que el motivo
de un juego es la competición y siempre es mejor en compañía.
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