Videojuegos y valores | > Índice de textos sobre videojuegos |
Según datos de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), del total de personas desnutridas, 221,1 millones viven en la India; 203,5 millones en Africa subsahariana; 142,1 millones en China; 519 millones en Asia y en el Pacífico; 52, 9 millones en América latina y el Caribe, y 33,1 millones en el Cercano Oriente.
Hasta el momento el juego sólo está disponible en inglés, pero se proyecta lanzar versiones en otros idiomas. Con imágenes en tres dimensiones sobre la pantalla completa, el ingenioso videojuego consiste en realizar seis misiones bajo la guía de un equipo especializado de trabajadores humanitarios, con el objetivo final de entregar víveres en una zona de crisis. Los pequeños jugadores tienen que enfrentar diferentes desafíos mientras intentan llevar alimentos lo más rápido posible a la población de la isla ficticia Sheylan.
Deben volar en helicópteros para reconocer el terreno y encontrar las zonas más afectadas por el hambre, negociar con rebeldes armados el paso de un convoy y utilizar los alimentos para reconstruir pequeños poblados. Además, los chicos tendrán que crear, a partir de un presupuesto determinado, una dieta balanceada para los habitantes de la isla, comprar alimentos y transportarlos de forma rápida y económica como sea posible, y guiar al convoy de camiones en forma segura.
La misión final consiste en mostrar cómo la ayuda alimentaria puede contribuir a que las personas reconstruyan sus vidas años después de un desastre, tal como una guerra, sequía o alguna otra catástrofe provocada por la naturaleza, como la que vivió el sudeste asiático a fines del año último.
Con el videojuego se busca que los chicos se interesen y comprendan el problema del hambre, que mata a más personas que el sida, la malaria y la tuberculosis juntos, según manifestó el director de comunicaciones del PMA, Neil Gallagher.
En reiteradas oportunidades hemos advertido desde esta columna editorial sobre los peligros a los que se exponen niños y adolescentes cuando recurren a esta clase de entretenimientos, más aún cuando los contenidos no están sujetos a controles rigurosos a pesar de las distintas iniciativas parlamentarias en ese sentido. Por ello se hace necesaria la participación estatal en los mecanismos de control no para reemplazar la responsabilidad indelegable que tienen los padres en la educación de los hijos, sino para regular, poner límites y alcances a una industria creciente y masivamente dedicada a menores de edad.
Como es sabido, muchos videojuegos tienen temáticas decididamente inconvenientes e inapropiadas para los menores: pornografía, violencia, terrorismo, xenofobia, drogas, expresiones groseras o de odio y racismo. Sin embargo, existen otros que, tal como Food Force, exaltan valores nobles y despiertan en la juventud el interés por temas con fuerte impacto social, por el estilo, sin dudas, de la lucha para erradicar el hambre mundial.