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Las clasificaciones de los juegos por edades, lanzada en Europa hace unos años -y sobre la que muchos padres hacen la vista gorda- es un elemento vital para orientarse en este escenario, más complejo de lo que parece. No puede olvidarse que los videojuegos actualmente son consumidos sobre todo por adultos, y que esto influye en sus contenidos. La principal novedad en este escenario son los controles automáticos que ofrecen las nuevas consolas. La PlayStation 3, que saldrá en el 2006, ha anunciado que lo llevará, y la primera en introducirlo ha sido la Xbox 360, que acaba de salir al mercado europeo. El sistema es sencillo y funciona introduciendo en la máquina el limite de edad que se quiere, según el código europeo PEGI, que atiende a cinco tramos de edad: 3+, 7+, 12+, 16+ y 18+ años. Luego la máquina lee la información que lleva el software del juego y bloquea el acceso a títulos para edades superiores. Una pega de estos sistemas automáticos es que no los llevan todas las máquinas que existen en el mercado, y otra es que el código PEGI es voluntario, aunque la mayoría de los fabricantes están adscritos a él. En España este volumen no autorregulado representa en torno a un 15% del mercado.
Otra consideración es que la orientación de cada máquina marca los contenidos. Actualmente, Nintendo es el único fabricante de consolas que se centra en juegos para todas las edades. Sony y Microsoft buscan jugadores más crecidos y eso se nota en sus catálogos, que mezclan juegos para edades muy diferentes. Estos catálogos conviven muchas veces en las mismas estanterías de las tiendas, algo que ha sido criticado porque puede inducir a la confusión.
"El principal problema es que hay un desconocimiento sobre el tema y que muchos padres aún piensan que los videojuegos son para niños pequeños. Hoy en día muchos son productos dirigidos a los adultos o a los jóvenes, y por tanto hay que seleccionar qué pueden -o no- utilizar los menores. Los padres son clave para este control. Esto es lo que hemos perseguido desde el inicio con las clasificación PEGI", explica a este diario Carlos Iglesias, secretario general de la Asociación Española de Distribuidores y Editores de Software de Entretenimiento (Adese).
Esta clasificación PEGI, que funciona en 24 países europeos, establece las divisiones por edades mediante etiquetas visibles en las carátulas de los videojuegos, y las complementa con una serie de iconos que advierten sobre ciertos contenidos: lenguaje grosero, violencia, elementos de terror y demás características. "La edad es la referencia principal, de manera que la violencia o el lenguaje de un juego debe ser apropiado para esa edad recomendada. Los padres deben valorar estas indicaciones y confiar en ellas. Las clasificaciones las establecen varios consejos asesores y son totalmente fiables", recalca Iglesias.
Para divulgar esta temática, advertir a los padres y explicar el proceso de control que sigue la industria, Adese acaba de ultimar con Idea Sana Eroski una acción conjunta mediante la cual durante estas Navidades se repartirán unos 100.000 folletos explicativos.
La preocupación no es exclusiva de aquí: en el Reino Unido se acaba de lanzar la web Askaboutgames. com, impulsada por la Entertainment and Leisure Software Publishers Association (Elspa), dirigida a los padres y en la que se facilita todo tipo de información sobre videojuegos. En dicho país, un estudio de la citada Elspa ha puesto de relieve que las indicaciones por edad son poco respetadas por los compradores. "No las ven como una prohibición. La etiqueta de + 18 años, además, tienta a muchos jóvenes que ven en ella la promesa de un contenido para adultos. Muchos padres piensan que sus hijos son suficientemente maduros y que esos juegos no les influirán", señala Jurgen Freund, uno de los responsables del estudio.