Tortura | > Índice de textos sobre la tortura |
Desde hace años, antes incluso del 11-S, pero a partir de entonces con mucha mayor frecuencia, los Estados Unidos, con el pretexto de maximizar la seguridad, lideran una soterrada, y durante un tiempo secreta, guerra sui géneris. Se trata de lo que podríamos denominar deslocalización de la tortura. Puesta de actualidad recientemente por el secuestro en plena calle de Milán de un ciudadano egipcio a cargo, presuntamente, de la CIA. La fiscalía de dicha ciudad ha ordenado la búsqueda y captura de trece norteamericanos implicados en el rapto del presunto terrorista, enviado a Egipto para ser sometido a especial tratamiento. Mientras en Italia se debate la complicidad de sus servicios secretos con la CIA, El Cairo ha reconocido haberlo recibido "mediante procedimientos extraordinarios". Tales procedimientos son denominados por la CIA "rendición extraordinaria", lo que equivale a una subcontratación de la tortura. Secuestran a una persona de la que sospechan conexiones con el terrorismo y la envían a un país, normalmente árabe, especializado en tal arte. Secretamente y sin respetar derecho alguno, sale de territorio norteamericano, con lo que los "valores" patrios que repudian tal comportamiento no son conculcados, puesto que los interrogatorios tienen lugar en territorio extranjero.
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La tortura debe ser desterrada, entre otras cosas, por dos razones. Ante todo, por su inmoralidad intrínseca. Recordemos a Gandhi: "Siempre ha sido un misterio para mí el que los hombres puedan sentirse gratificados al infligir humillación a sus semejantes". Pero también porque es obvio que los torturados que sobreviven extenderán el odio y el resentimiento contra los torturadores y sus inductores, a la postre, Occidente. A partir de ello, la yihad gana en popularidad, y los atentados contra civiles occidentales, también.