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LA DOBLE HISTORIA DEL DOCTOR VALMY, relato escénico según la definición de su autor, expone el caso de un policía torturador que, al castrar a un detenido, se autocastiga, a su pesar, cayendo en la impotencia sexual, y, al mismo tiempo, el proceso psicológico de su mujer, que pasa de la feliz ignorancia del verdadero trabajo de su marido y la cándida ingenuidad al lúcido horror que da el conocimiento de cómo es en realidad el mundo en que se vive, más la estremecida repulsa de su anterior satisfacción conyugal.[...]
Cuando pregunta con aparente desinterés a Daniel si tienen que pegar a los detenidos, y Daniel escapa con una evasiva, ella parece aceptar su comentario sin darle más importancia al asunto. Y más tarde, cuando tiene ya la certeza de que se cometen barbaridades en la Jefatura, todavía piensa, mientras puede, que su marido es un simple espectador a regañadientes del horror que los otros practican. Sólo ante la torpe (así calificada por el doctor Valmy, que en ese momento no habría aplaudido al Gregorio Werle ibseniano) confesión de Daniel, comienza a reaccionar, aún lentamente hasta que estalla recordando el catálogo de atrocidades descritas en la Breve historia de la Tortura que acaba de leer; estallido tras el cual, más serena, está todavía dispuesta a hacer concesiones, que terminan cuando la presencia de su hijo, y la evocación de las torturas que también a los niños alcanzó, le provoca una nueva crisis.
[...]
Daniel Barnes es lo que podríamos llamar un criminal inconsciente. Habitualmente, practica la tortura, pero nunca se ha planteado --como consecuencia de la planificación que de su vida hizo Paulus-- que ése sea un hecho reprobable. Por el contrario, está convencido de que su "trabajo" contribuye al bienestar social y al engrandecimiento de su país. En los días en que tienen lugar los sucesos que se nos exponen en LA DOBLE HISTORIA DEL DOCTOR VALMY, Surelia acaba de poner en órbita su primera estación espacial:
DANIEL.-... Habrás leído la gran noticia,¿ eh?
MARY.- (Se acerca.) Es formidable.
DANIEL.- Estas cosas levantan el ánimo. Nuestra labor también contribuye a estos triunfos.Y aunque ya ha perdido su potencia sexual, ni por asomo establece relación alguna entre la enfermedad que padece y la causa que la motivó: la castración, perpetrada por él, de un detenido político: Aníbal Marty. Tampoco la consulta al doctor Valmy modifica su autoestima ni la admiración que siente por Paulus. Necesita un estimulo más fuerte para comenzar a reconsiderar cuál es su verdadero papel en la sociedad, y lo encuentra en el rechazo que advierte en su mujer. Considerando sus posibilidades iniciales intrínsecas, el material con el que está forjado, Barnes podría haber sido una buena persona de no ser una marioneta en manos de Paulus, y el instrumento de su venganza. Es un hombre sensible, afable, con inquietudes intelectuales (quería escribir de joven, e incluso colabora en la revista interna de la Policía), y el hecho de que se haya autocastigado "porque algo en su interior le dice que lo que ha hecho no se puede hacer", en opinión del doctor Valmy, anulando su propia virilidad por no poder devolverle la suya a su víctima, "habla en su favor", como reconoce el médico. Su drama conyugal, y no el diagnóstico del doctor, es el que le pone en la pista de su verdadera identidad, y con ella de la de Paulus. A partir de ese momento buscará, aunque sin atreverse hasta el final a dar los pasos definitivos, cómo liberarse, lo que sólo consigue al precio de su vida.
Que ninguna posible o teórica causa coyuntural justifica en momento alguno la tortura --contra lo que Paulus y el equipo a sus órdenes, del que forma parte Daniel Barnes, dicen pensar--, es algo de lo que no puede haber la menor duda para Buero Vallejo ni, dicho sea de paso, para quien no sea un retrasado moral. "Lo que aquí sucede --dice Daniel a Paulus-- no sólo destroza a quienes lo padecen; destroza a quienes lo hacen." Pero aunque seria innecesaria condena explícita de ningún tipo ante el católogo de horrores que Mary recuerda en la escena culminante de la obra, tiene el dramaturgo buen cuidado de aclarar que tal monstruosidad no puede justificarse en ninguna situación:
DANIEL.- (Ríe, nervioso.) ¿Me va a decir que no estaría dispuesto a disculpar ciertos actos si hubiera otra política en el Poder?
DOCTOR.- Eso a usted no le importa. Pero si quiere saberlo, le diré que no; que en ningún caso.