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"La esencia de una democracia es que todo se tiene que hacer dentro del sistema legal; nada puede estar debajo del mostrador", dice el neoconservador Dershowitz, quien defiende que en lugar de usar la tortura a puerta cerrada o trasladar a los detenidos a países terceros como "Jordania, Egipto, Arabia Saudí o Siria, tal y como se está haciendo en estos momentos", haya un método "legal" para torturar a los llamados "terroristas de bomba de relojería", o sea, aquellos que puedan poseer información considerada imprescindible para salvar vidas.
Lo explica en detalle en su libro "Why terrorism works?" ("¿Por qué funciona el terrorismo?"). Primero se emitiría una "orden judicial de tortura": luego, al detenido "se le daría la opción de inmunidad si suministra la información requerida, y sólo si se niega a hacerlo (...) se le amenazaría con la tortura", pormenoriza Dershowitz. "Ya que (el detenido) sabría que dicha amenaza está autorizada por ley, podría mostrarse dispuesto a proporcionar la información. Pero si todavía se negase, sería sometido a medidas físicas bajo vigilancia judicial diseñadas para provocar dolor atroz ('excrutiating pain') sin causar daños duraderos."
Dershowitz es catedrático de la facultad de Derecho más famosa de EE.UU. y, por tanto, debe de ser consciente de que su defensa de infligir "dolor atroz" no sólo contraviene la Declaración Universal de Derechos Humanos -"nadie debe ser sometido a tortura o tratamiento cruel e inhumano"-, sino también la Convención contra la Tortura que prohíbe infligir intencionalmente el "dolor agudo". Pero su argumento está claro. Si el Estado no respeta la ley y la tortura existe de hecho, más vale cambiar la ley. "No digo que se debería emplear la tortura, sino que, puesto que va a ser usada, es mejor que eso sea vigilado", aclaró ayer durante la entrevista con "La Vanguardia".
Dershowitz no es el único intelectual "neocon" en plantear un procedimiento "legal" para la tortura. Desde el 11-S y la declaración de la "guerra contra el terrorismo", hay cada vez más voces en torno al Pentágono y el Departamento de Estado que buscan formas legitimas de facilitar "el arte oscuro del interrogatorio". Mark Bowden, autor del libro "Black Hawk down", plantea la recuperación del uso legal en Israel (entre 1987 y 1999) de técnicas de coerción, es decir "presiones físicas moderadas" y "presiones psicológicas no violentas" utilizadas en interrogatorios a los palestinos detenidos.
Hay indicios de que la tortura se está utilizando en centros de detención de presuntos miembros de Al Qaeda desde Guantánamo hasta los calabozos de aliados de EE.UU. en Oriente Medio. Tres detenidos han muerto en Afganistán. La semana pasada pasó casi inadvertida la noticia de la muerte de un general durante un interrogatorio en Bagdad.