El médico francés Luc Noël, de 54 años, dirige desde su despacho de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, como coordinador de procedimientos clínicos, los esfuerzos internacionales por erradicar el comercio de órganos y el turismo del trasplante. Sólo en Europa occidental hay 120.000 pacientes en tratamiento de diálisis y 40.000 a la espera de un trasplante de riñón, cuyo tiempo de espera medio es de tres años, aunque llegará a 10 en 2010. El turismo del trasplante supone un 10% del total de operaciones de este tipo en el mundo. "El problema", afirma Noël, es que "la demanda supera a la oferta".Pregunta. ¿Se han planteado soluciones en la asamblea de la OMS que concluyó el miércoles?
Respuesta. Las bases del trasplante están fijadas desde 1991. Se requiere el consentimiento del donante, con preferencia del ya fallecido; se basa en el anonimato, y se evita el beneficio económico. En la OMS vemos el trasplante como un recurso de la comunidad y no como un negocio.
P. ¿Mejora la situación en China, el gran destino del turismo del trasplante?
R. El 6 de abril, el Consejo de Estado chino adoptó una ley que, en la práctica, prohíbe el comercio de órganos. Hasta ahora las autoridades aceptaban la venta de órganos, sobre todo de condenados a muerte. En teoría, el reo y su familia debían estar de acuerdo con la donación, pero, vista la situación política en ese país, cabe ser escéptico sobre la calidad de ese consentimiento. Los órganos se vendían a pacientes llegados de todo el mundo. Esos trasplantes no representaban ningún beneficio para el pueblo chino.
P. ¿Se nota ya algún cambio?
R. Las ejecuciones en China han descendido desde que se ha centralizado en Pekín la aprobación de la máxima pena. Antes, cada provincia era autónoma al respecto, lo que permite sospechar que muchas veces había ejecuciones debido a la demanda en el mercado de órganos. China ha decidido ahora avanzar por el buen camino, y su nueva política arrastra también a India o Pakistán, tradicionalmente proveedores de órganos baratos.
P. ¿Abre esta prohibición del comercio el camino a las mafias?
R. Lo que me preocupa de verdad no es China, sino los países donde no hay ningún marco legal. Durante años, India se consideró el supermercado de órganos del mundo, pero ahora, al menos en teoría, eso ya no es posible. Las autoridades indias se toman muy en serio el problema. Pakistán tenía hasta hace muy poco hospitales que anunciaban abiertamente sus servicios en la prensa, y sigue habiendo muchos Estados que permiten la explotación abierta de sus ciudadanos. Un país que nos preocupa profundamente es Egipto. Conseguir que regule el comercio de órganos es uno de nuestros mayores desafíos.
P. ¿Quién puede prohibir a un paciente ir al mercado negro?
R. Ahí entra en juego la ética, pero también el sentido común. La falta de garantías sanitarias de un trasplante ilegal y la imposibilidad de un seguimiento médico al volver a casa deberían hacer reflexionar a los posibles compradores. Un trasplante no es sólo una operación, es también una acción compleja cuyos beneficios se ven con los años.
P. Hábleme de un caso ocurrido en Suráfrica.
R. Había una red de tráfico de órganos multinacional que funcionaba a tres bandas. Los donantes venían desde Brasil; los receptores, desde Israel, y la intervención se realizaba en Suráfrica. Afortunadamente, las autoridades han tomado severas medidas para impedir que esta situación se repita.
P. Existe en numerosos países el temor a los secuestros para extirpar órganos. ¿Qué hay de mito y de realidad?
R. Hay rumores en torno al secuestro asociado al tráfico de órganos y se desarrollan teorías curiosas, pero no está comprobado y es una preocupación real de las autoridades y de las poblaciones de diversos países. De todas maneras, la OMS no es la policía, y no nos compete perseguir criminales.
P. Usted dice que en Japón hay agencias dedicadas al turismo del trasplante. ¿Son legales?
R. No, y no existen sólo en Japón. Son los intermediarios de este comercio. Es un negocio que no tiene nada que ver con la salud ni la práctica médica, sino con el lucro puro y simple. Es el vacío legal en muchos países el que hace posible el turismo del trasplante.
P. ¿Cuál es el proceso exacto de compra de un riñón?
R. Cualquiera puede encontrar esas agencias e intermediarios en Internet. Se anuncian en todas las lenguas y proponen al paciente paquetes con todo incluido: viaje y trasplante.
P. ¿Y qué pasa con el donante?
R. ¿Cree usted que, cuando se usa a un pobre campesino egipcio o paquistaní, a alguien le preocupa lo que pueda pasarle después? La cirugía de trasplantes es cara y compleja. El destino del donante y su drama quedan ocultos tras una cortina de dinero.
P. ¿Cuál es la naturaleza de colaboración de la OMS que ha establecido con España?
R. España apoya nuestras actividades con fondos y colabora estrechamente a través de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) desde 2004. Mientras hablamos, la ONT está en plenas negociaciones para convertirse en centro colaborador de la OMS. El trabajo de la ONT y su director, Rafael Matesanz, es formidable. No todos los países han realizado campañas de comunicación como la española, donde todo el mundo entiende las implicaciones de la donación de órganos. Lo esencial es el respeto a la persona, y ese respeto se ve reflejado en la calidad de los trasplantes.
500 euros por un riñón en Suráfrica, 22.000 en EE UU
La OMS ha puesto al alcance de este diario un informe de la COFS (Coalition for Organ-Failure Solutions) sobre el precio de la vida. Según el Protocolo de la ONU para la Prevención y Supresión del Tráfico de Órganos, puede hablarse de tráfico "cuando una tercera parte contrata, transporta, transfiere o guarda un órgano usando fuerza, fraude o coerción para aprovecharse de la vulnerabilidad de una persona y extirparle un órgano y negociar con éste". Según la OMS, miles de riñones son así comercializados anualmente a partir de "donantes vivos comerciales", o LCD en sus siglas inglesas. De dicho informe, elaborado en EE UU, se desprende que el valor de un riñón varía mucho según el país de origen del LCD. Según fuentes de la OMS, el precio que el receptor puede llegar a pagar puede estimarse entre 48.200 y 296.000 euros.Los precios medios en origen pagados a los LCD son de unos 500 euros en Suráfrica, de 745 a 890b euros en la India, de 1.260 a 2.000 en Egipto, de 6.000 en Perú y de más de 22.000 euros en Estados Unidos (datos de COFS, Kensington, EE UU).