La farmacéutica suiza Roche debe compartir urgentemente conocimientos y tecnología con una amplia gama de fabricantes en países de ingresos bajos y medianos para aumentar la producción y el acceso al Tocilizumab.
--
El Tocilizumab es el segundo fármaco recomendado por la OMS para el tratamiento de la COVID-19 después de la dexametasona, recomendada en septiembre de 2020. Pertenece a la clase de medicamentos conocidos como anticuerpos monoclonales (mAbs), que se utilizan en el tratamiento de diversas enfermedades, incluyendo algunos tipos de cáncer. Sin embargo, la mayoría de los mAbs existentes tienen un precio extremadamente alto y, por lo tanto, es prácticamente imposible acceder a ellos en países de ingresos bajos y medios.
El personal médico en muchos países de África y América Latina, que están lidiando con variantes más nuevas y más transmisibles del coronavirus, están luchando por mantener con vida a sus pacientes, afirma Julien Potet, Asesor de Políticas sobre Enfermedades Tropicales Desatendidas de nuestra Campaña de Acceso. Este medicamento podría volverse esencial para tratar a personas con casos críticos y graves de COVID-19 y reducir la necesidad de ventiladores y oxígeno medicinal, que son recursos escasos en muchos lugares.
Aunque el tocilizumab se comercializa desde 2009 para el tratamiento de enfermedades reumatológicas, el acceso a este fármaco sigue siendo un desafío. Roche lo mantuvo a un precio elevado en la mayoría de los países, con precios que van desde los 345 euros (410 dólares) en Australia, 546 euros (646 dólares) en la India y 3.066 euros (3.625 dólares) en los Estados Unidos por dosis de 600 mg para el tratamiento de la COVID-19.
Se estima que el precio de fabricación del tocilizumab es de alrededor de 34 euros (40 dólares) por dosis de 400 mg, pues los precios de fabricación de anticuerpos monoclonales suelen ser inferiores a 85 euros (100 dólares) por gramo cuando se producen a gran escala. Roche debería
La patente principal del tocilizumab expiró en 2017, pero aún quedan varias patentes secundarias sobre el medicamento en varios países de ingresos bajos y medios que pueden causar incertidumbre. Se están desarrollando varias versiones "biosimilares", pero ninguna ha sido aprobada por una autoridad reguladora, lo que significa que, a pesar de no tener patente, Roche continúa teniendo una exclusividad de mercado de facto que afecta la disponibilidad del medicamento en ausencia de un suministro suficiente.
(...)
MSF también hacemos un llamamiento a todos los gobiernos a superar las barreras de propiedad intelectual sobre estos medicamentos cruciales, apoyando la "exención al Acuerdo sobre los ADPIC" en la Organización Mundial de Comercio y presionando a las corporaciones farmacéuticas para que transfieran la tecnología a otros fabricantes en países de ingresos bajos y medios para que más las personas pueden acceder a los medicamentos que necesitan durante la pandemia y más allá de ella, asevera Potet.