Muchos expertos advierten de que tomar las riendas de la evolución para lograr una versión avanzada de la especie humana ya no es un sueño freak ni de la ficción científica. Tal vez en un futuro no lejano los padres deban decidir si regalar a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, genes de resistencia al sida o al alzhéimer, o que les hagan más listos y longevos. ¿Se impondrá entonces el miedo a toquetear los propios genes -en una sociedad que rechaza, con motivos o sin ellos, los alimentos transgénicos, y donde todavía sobrevuela el fantasma de la eugenesia-, o se dará la bienvenida a lo que muchos llaman humanos 2.0?
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La idea del dopaje genético deriva de una técnica médica que se investiga desde hace unas tres décadas: la terapia génica. Esta metodología intenta curar enfermedades a base de actuar directamente sobre los genes que intervienen en ellas y no sobre sus productos (las proteínas), que es lo que hacen los fármacos habituales.
Terapia génica, por ejemplo, es intentar introducir en el organismo del paciente genes cuya falta causa la enfermedad. O eliminar los que predisponen a sufrir alguna patología, por ejemplo, un cáncer. Esto último todavía no se puede hacer. De lo más cerca que se está es de la selección de embriones que portan los genes que harán que el futuro niño padezca una enfermedad, como la corea de Huntington. Pero todo se andará.
Y, claro, "las mismas técnicas de la terapia génica pueden usarse no para curar enfermedades, sino para modificar rasgos de la persona", como explicaba recientemente Theodore Friedman, responsable de dopaje genético de la AMA, en una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). "Y el deporte, donde lo que se busca constantemente es mejorar, es el ámbito ideal para poner a prueba esta idea".
En teoría, el dopaje genético podría proporcionar por ejemplo músculos más fuertes y que se recuperan antes; un mejor sistema de generación de sangre -más aporte de oxígeno, una especie de EPO congénita-, o un metabolismo más eficiente. Los genes con los que habría que trabajar, en principio, se conocen. "Para el tamaño de los músculos y la fuerza, la hormona de crecimiento; para la generación de sangre, la hormona eritropoyetina (EPO)", dice Friedman. "No es nada muy sofisticado. Por eso creemos que el dopaje genético será inevitable".
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Para Manuel Serrano, del CNIO, la posibilidad de modificar nuestros genes es "totalmente realista". "Hoy día se pueden generar células madre a partir de células de la piel, y esas células madre se pueden modificar genéticamente. De ellas se pueden generar células germinales, y a partir de ahí es la rutina de la fertilización in vitro. Cada uno de estos pasos se ha dado con ratones, y en principio no veo que no se vaya a poder hacer con humanos".
Se puede hacer. Pero ¿se debe hacer? Serrano recurre al ejemplo de las vacunas para responder que sí. "Hoy nadie duda en mejorar el sistema inmune de sus hijos con vacunas, una mejora de por vida, irreversible y decidida por los padres, no por el niño. Además, las vacunas funcionan porque seleccionan determinados cambios genéticos en los genes responsables de la inmunidad; por la misma razón, sí sabemos -y así lo hemos demostrado, por ejemplo, nosotros con ratones- que introduciendo unas copias extra de un gen en lo que luego serán espermatozoides u ovocitos podemos literalmente eliminar la posibilidad de cáncer, o de alzhéimer, o de enfermedad cardiovascular, y sin efectos secundarios... ¿Por qué impedirlo?".
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Ahora bien, de ahí a obtener cerebros genéticamente mejorados hay un trecho. "Estamos muy lejos de la manipulación genética para la mejora cognitiva", señala Javier de Felipe, investigador del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Madrid. De hecho, para tener un súper cerebro él propone otra fórmula, mucho más sencilla, segura y "ampliamente aceptada por la comunidad científica": la educación. El ejercicio intelectual, dice De Felipe, "produce un cambio permanente en la organización funcional del cerebro que afecta al procesamiento de información". A leer, pues.
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