La Iglesia misionera cuenta con una larga tradición de servicio a los enfermos de lepra, a menudo abandonados incluso por sus propias familias, y siempre les ha proporcionado, además de la asistencia médica y espiritual, posibilidades concretas de recuperación y reintegración en la sociedad.En muchos países se sigue sufriendo una grave discriminación contra estos enfermos, por que se presupone que es incurable y por las terribles mutilaciones que provoca.
La Iglesia administra 547 leproserias, según el último Anuario Estadístico de la Iglesia. Este es el desglose por continentes: en África 198; en America 56 (total); en Asia 285; en Europa 5 y en Oceanía 3. Los países que albergan el mayor número de leproserias son: en África: República Democrática del Congo (32), Madagascar (29) y Sudáfrica (23); en América del Norte: Estados Unidos (1); en América Central: México (8); en América Central y las Antillas: República Dominicana (3); en América del Sur: Brasil (17), Perú (6), Ecuador y Colombia (4); en Asia: India (220) y Corea (15); en Oceanía: Papúa Nueva Guinea (3).
En su Mensaje por la 60a Jornada Mundial de la lucha contra la Lepra, que se celebra el domingo 27 de enero, el Presidente del Consejo Pontificio para los Agentes sanitaarios, Su Exc. Mons. Zygmunt Zimowski, recuerda que "Según los datos más recientes de la OMS, en el año 2011 cerca de 220 mil entre hombres, mujeres y niños, han contraído la lepra y muchos de estos nuevos casos han sido identificados ya en un estado adelantado de la enfermedad". Esto demuestra una insuficiente posibilidad de acceso a las estructuras para el diagnóstico, la carencia en la formación para prevenir el riesgo de contagio, y la necesidad de acciones higiénico-sanitarias específicas. La lepra, si es curada, "ya no es mortal", tal como sucede ampliamente también para las demás "enfermedades abandonadas" que en su totalidad "siguen provocando anualmente centenares de miles de decesos, graves discapacidades o aflicciones permanentes en el estado de salud de adultos, adolescentes y niños en los países económicamente desventajados. Se trata de patologías que son auténticos flagelos en el Sur del mundo pero que no logran captar la suficiente atención de parte de la comunidad internacional".
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