En 1881, el médico cubano Carlos Finlay reveló que la fiebre amarilla, también llamada vómito negro, era trasmitida por cierto mosquito hembra. Al mismo tiempo, dio a conocer una vacuna que podía acabar con esa peste.Carlos, conocido en el vecindario como el maniático de los mosquitos, explicó su descubrimiento ante la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
Veinte años demoró el mundo en darse por enterado.
Durante esos veinte años, mientras prestigiosos científicos de prestigiosos lugares investigaban pistas falsas, la fiebre amarilla continuó matando gente.