El terreno más propicio para el odio es el área intermedia de la subhumanidad, una tendencia por parte del que odia a reducir la humanidad de la persona odiada.

Los derechos humanos de un individuo se encuentran en su punto más delicado en situaciones de odio o desconfianza. Pueden ser violados por otro individuo, o por una institución, o por fuerzas sociales ciegas o por colectividades rivales.

El mayor peligro para los derechos humanos es la dicotomía entre el "nosotros" y el "ellos".

La confrontación "nosotros/ellos" es el tema más persistente en las percepciones humanas. ¿Hasta qué punto esta dicotomía es un artificio cultural? Problemas de seguridad y de combate, problemas de competición y de negociación, todos quedan apresados en aquella obstinada dicotomía.

Esta dicotomía puede adoptar una diversidad de formas: el nativo contra el extranjero, el amigo contra el enemigo, lo familiar contra lo extraño, el oriente contra el occidente, el Este contra el Oeste, el Norte contra el Sur, los países desarrollados contra los países en desarrollo, etc. Este marco dicotómico de percepciones del orden mundial llega a ser una ley de hierro de dualismo, una conceptualización persistente del mundo en términos de "nosotros" y "ellos". ¿En qué medida este modo de pensar es un producto cultural? ¿Es inevitable? ¿Somos prisioneros del dualismo? ¿Hace peligrar este dualismo a los derechos humanos?