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Wilson sigue persiguiendo su sueño, aunque este domingo le quitaron las ganas de jugar al fútbol. Fue agredido en el campo del Sant Pau de Manresa. Asegura que tuvo que aguantar insultos racistas, pero el acoso al futbolista ghanés degeneró hasta la batalla campal. Wilson fue el peor parado. Requirió asistencia médica en el hospital General de Vic, donde fue tratado de un corte en la frente y de múltiples contusiones en todo el cuerpo. Este lunes no pudo acudir a trabajar al supermercado. Tenía la mano izquierda vendada y caminaba con dificultad, dolorida como tenía la rodilla derecha. "Nunca hubiera imaginado que podría sucederme una cosa así", explica el futbolista, que, arropado por la gente del club, no pudo contener las lágrimas tras el partido. Más calmado, ayer presentó denuncia en la comisaría de los Mossos d´Esquadra de Vic.
Erik Wilson sintió miedo. Restaban treinta minutos para la conclusión del encuentro entre el Sant Pau de Manresa y el Roda cuando el entrenador decidió su entrada en el campo. Asegura que recibió insultos antes de su ingreso, que se multiplicaron conforme se sucedían los lances del juego. La crispación llegó a su punto máximo al final. El Roda igualó en el descuento un resultado desfavorable de 2-0 y los nervios desencadenaron una tangana después de que el árbitro se marchara apresuradamente a los vestuarios. Wilson fue quien más golpes recibió, a pesar de la ayuda de sus compañeros. Este lunes formalizó la denuncia. Ante los Mossos d´Esquadra citó frases que ayudan a comprender su indignación, como la siguiente, dirigida a su técnico. "La culpa la tienes tú por poner al negro", aseguró haber oído de sus rivales. El vicepresidente del Sant Pau, Ramon Cayuela, niega los insultos y asegura que los problemas empezaron tras una agresión de Wilson a uno de los jugadores locales.
El jugador ghanés se había incorporado en diciembre a la disciplina del Roda, pero ahora medita dejar el club y el país. El incidente que sufrió el domingo y las restricciones de la normativa, que le impiden probar suerte en un equipo de Tercera o Segunda B, han acabado con su paciencia. "Tiene ganas de jugar al fútbol, pero quiere intentarlo en Francia o Inglaterra, donde es más fácil", comenta Gabriel Vizcaíno, colaborador del Ayuntamiento de Vic en la organización de actividades deportivas y amigo del futbolista. Este ghanés espera que el suyo no sea un sueño roto.