Racismo | > Índice de textos sobre racismo |
"En los minutos que estuve esperando a la policía me sentía tan mal que quería quitarme la vida", recuerda ahora Mboune, nada más acabar de pitar un partido de la selección valenciana infantil femenina, dos semanas después de aquellos hechos, que se repiten cada jornada. Puede cambiar alguna coma, pero los insultos y los comentarios burlescos desde la grada son los mismos. Hay poca imaginación: "Coge una patera y vuelve a tu país", "negro de mierda"... "Al principio, pensé que era un cachondeo pasajero, pero luego vi que se repetía cada fin de semana y decidí denunciarlo", cuenta Mboune, que lleva cinco años pitando en España y que ha observado en los últimos meses un empeoramiento muy significativo: "No sé si es una moda o qué, pero ha ido a peor cada jornada". Sin ir más lejos, el sábado actuó de árbitro asistente en el Canals-Parreta, de Regional Preferente, y la humillación, junto a la línea de cal, se hizo más cercana. Física. Los ultras locales impedieron que Mboune pudiera moverse con libertad por la banda.
Mboune entiende perfectamente la impotencia que sienten los futbolistas negros en sus aventuras por los campos de la Liga española. Hace un par de semanas, por ejemplo, presenció en directo cómo los ultras madridistas arremetieron con aullidos simiescos contra Ettien y Congo, ambos del Levante, y este último, indignado, se encaró con los radicales. La diferencia es que, mientras los jugadores cuentan al menos con el apoyo de su hinchada y una buena cantidad de dinero al acabar la jornada, los árbitros negros en España, la mayoría en categorías inferiores, ganan poco, unos 22 euros limpios por un partido de juveniles, y están solos, ya que, más allá del delegado de la federación territorial, nadie parece dispuesto a echarles una mano.
[...]