Pena de muerte | > Índice de textos sobre la pena de muerte |
Conocí a Jesse con 24 años y un hijo de seis años.
¿Eran felices?
Sí, estábamos
enamorados. Pero el pasado de Jesse empezó a ser un problema, había
estado siete años en la cárcel acusado de robo y tenía
la condicional.
Las cosas se complicaron.
Un amigo de Jesee,
también con la condicional, nos llevaba en coche a un pueblo a las
afueras de Florida. Paramos en un área de descanso de la autopista,
yo iba detrás con los niños durmiendo. Apareció la
policía, vieron una pistola a los pies del conductor.
Con la condicional
eso está penado.
Empezó un
tiroteo, yo cubrí a los niños con mi cuerpo (mi hijo tenía
9 años y mi hija 10 meses); cuando me incorporé había
un policía muerto. El amigo de Jesse nos obligó a ir con
él, nos persiguió la policía, chocamos.
...
Nos hicieron el
test de la pólvora y vieron que sólo el amigo de Jesse había
disparado, pero pidió pactar, sabía que matar a un policía
era pena de muerte. Su pacto con el fiscal fue declararnos a nosotros culpables
a cambio de tres cadenas perpetuas.
¿Por qué
aceptó el fiscal?
Quería llegar
a fiscal general del Estado y con tres ejecuciones tenía más
posibilidades. Utilizaron información falsa, falsos testigos y ocultaron
las pruebas que demostraban nuestra inocencia. Es algo habitual.
Los ciudadanos
no sabemos esas cosas.
Yo tampoco lo sabía.
Hicieron un falso informe diciendo que el culpable había pasado
por el detector de mentiras. Jesse fue condenado a muerte, en mi caso la
decisión del jurado no fue unánime y me condenaron a cadena
perpetua, pero el juez anuló la sentencia y me condenó a
muerte.
Es todo muy injusto.
Tras cinco años
en el corredor de la muerte, mi ejecución fue anulada porque el
juez no había dado razones para cambiar la sentencia. Entré
con 28 años y salí con 45: mi hija tenía 18 años
y mi hijo, una niña de tres.
¿No se
volvió loca?
Al principio sí.
Me robaron la vida. Me tuvieron cinco años en una celda de aislamiento:
si extendía los brazos tocaba ambas paredes. Tardé un año
en ver a mis hijos, fue muy triste, el niño no quería abandonar
la celda, él era testigo de mi inocencia.
¿Y no declaró?
Estuvo en un centro
de menores. Lo esposaron e interrogaron por las noches durante dos meses.
Fue tan duro, que hasta perdió el habla, y me negué a que
testificara. Por suerte, mis padres lograron sacarlo de allí.
¿Por qué
tanta crueldad?
No entendía
nada, tenía miedo, aquello era una locura, pero con el tiempo convertí
mi celda en un santuario, meditaba, hacía yoga, y le di la vuelta:
tenía sirvientes que me preparaban la comida (ríe); todo
depende de cómo quieras mirarlo.
Envidio su sentido
del humor.
Cuando cambiaron
la sentencia, mis padres se fueron de vacaciones por primera vez. Su avión
se estrelló. Mis hijos pasaron a un centro de menores. Mientras
tanto, el asesino alardeaba en la cárcel de que dos personas iban
a morir por algo que había hecho él.
Uf...
Los que lo oyeron
lo denunciaron y hubo una audiencia en el tribunal, pero la palabra de
los presos no era creíble. Lo que no sabíamos es que también
declaró un guardia de la cárcel, pero se ocultó.
Qué horribles
personas.
Ejecutaron a Jesse,
su caso fue famoso: como creían que había matado a un policía
cambiaron la esponja natural que conduce la electricidad por otra sintética,
lo quemaron vivo, tardó 13 minutos en morir. Cuando mi hija lo supo
intentó suicidarse.
¿Qué
fue de ella?
La internaron en
un centro psiquiátrico hasta los 18 años. Gracias a abogados
y personas que trabajan gratis aparecieron las pruebas que demostraban
nuestra inocencia, pero nadie fue castigado.
Increíble.
Una amiga de la
infancia dejó su trabajo para ayudarme y encontró el documento
de la declaración del guardia, el del detector de mentiras que demostraba
que el asesino mentía... Su amor me dio la libertad, y el único
miembro del jurado que se negó a aceptar la pena de muerte salvó
mi vida. Todos somos poderosos.
¿Y sus
hijos?
El tiempo es irrecuperable,
pero podía enseñarles que cuando la vida te plantea dificultades
puedes elegir entre sentir lástima por ti mismo o superarte. Ahora
puedo hacer con mis nietos lo que no pude hacer con mis hijos, aceptar
lo que Dios me ha dado y concentrarme en el presente.
¿Por qué
está en una silla de ruedas?
Cuando salí
tuve un accidente de coche. Igual no fui buena en otra vida (ríe).
Pero hoy tengo la vida más bonita que pueda imaginar: a mis nietos,
buena relación con mis hijos, trabajo con Amnistía Internacional,
con la Comunidad de San Egidio... Y espero poder mostrar lo importante
que es luchar contra la injusticia. Y tuve un gran regalo.
El irlandés.
Sí, Peter
Pringle, que pasó 15 años en el corredor de la muerte. Cuando
se demostró su inocencia, la eliminaron de la Constitución.
Ya ve, no es tan grave que no pueda caminar, porque tengo a alguien que
me ayuda, al final resultará que hay un equilibrio. Doy gracias
por lo que tengo.
No
fueron ellos