Pena de muerte | > Índice de textos sobre la pena de muerte |
En relación con este precepto se han constatado tres errores.
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Otros aseguraron que con este mandamiento el matar a un hombre quedaba prohibido de manera absoluta. Y afirman que son homicidas los jueces que, de conformidad con las leyes, pronuncian sentencia de muerte. Contra ellos dice Agustín que Dios no se quitó a Sí mismo, por tal precepto, el poder de matar; y así, leemos: "Yo doy la muerte y doy la vida" (Dt 32,29). Por lo tanto, pueden lícitamente matar quienes lo hacen por mandato de Dios, porque entonces es Dios el que lo hace; y toda ley es un mandato de Dios: "Por mí reinan los reyes, y los legisladores decretan lo justo" (Prv 8,15); "Si obras el mal, teme; que no en vano lleva espada, pues es ministro de Dios" (Rom 13,4). Y a Moisés se le ordena: "Los hechiceros no consentirán que vivas" (Ex 22,18). En una palabra, lo que es lícito a Dios, es lícito también a sus ministros cuando actúan por mandato de El. Y bien claro está que Dios no peca, siendo como es el autor de las leyes, cuando impone la muerte en castigo del pecado: "El salario del pecado es la muerte" (Rom 6,23). Por tanto, sus ministros tampoco. Por consiguiente, el sentido es: "No matarás" por cuenta propia.