Pena de muerte | > Índice de textos sobre la pena de muerte |
El relojero saboyano se encontraba, pues, en una celda de condenado a muerte con otros cuatro condenados, tres árabes y un siciliano. Los cinco esperaban la respuesta a su petición de indulto hecha por los vigilantes que le habían defendido.
Una mañana, montan la guillotina y abren bruscamente la puerta del saboyano. Los verdugos se echan sobre él, le traban los pies con una cuerda y le atan las muñecas con la misma cuerda que queda atada al nudo de los pies. Le ensanchan el cuello de la camisa con sus tijeras y, luego, despacito, recorren en la penumbra del amanecer una veintena de metros. Has de saber, Papillon, que cuando llegas ante la guillotina, te encuentras de cara con una tabla perpendicular sobre la que te atan con correas sujetas encima. Así, pues, le atan y, cuando se disponen a hacer bascular la tabla de la que sobresale su cabeza, llega el actual comandante "Coco seco", quien, obligatoriamente, debe asistir a la ejecución. En la mano lleva una gran linterna sorda y, en el momento que alumbra la escena, se da cuenta de que los imbéciles de guardianes se han equivocado: iban a cortar la cabeza del relojero, quien, aquel día, nada tenía que ver con la ceremonia.
-¡ Alto! ¡Alto! -grita Barrot.
Está tan emocionado
que, al parecer, ha perdido el habla. Deja caer su linterna sorda, atropella
a todo el mundo, guardianes y verdugos, y personalmente, desata al saboyano.
Por fin, logra ordenar:
-Acompáñele
a su calabozo, enfermero. Ocúpese de él, quédese con
él, dele ron. Y vosotros, so cretinos, id a buscar a Rencasseu.
¡Es a él a quien se ejecuta hoy y no a otro!
El día siguiente, el saboyano tenía el pelo completamente blanco, tal como lo has visto hoy. Su abogado, un guardián de Calvi, escribió una nueva solicitud de indulto al ministro de Justicia contándole el incidente. El relojero fue indultado y condenado a cadena perpetua. Desde entonces, se pasa el tiempo componiendo los relojes de los guardianes. Es su pasión. Los observa mucho tiempo, de ahí esos relojes colgados de su tabla. Ahora, seguramente, comprenderás que el tipo ese tenga derecho a estar un poco orate, ¿o no?