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Según el tribunal, toda persona infectada o sospechosa de estarlo que se niegue a ser tratada y transmita el virus de forma no intencionada puede ser sentenciada a entre tres y siete años de cárcel. Aquellos funcionarios sanitarios que hayan descuidado su labor y permitan la propagación se enfrentan hasta tres años de prisión. También se impondrán penas de cárcela a quien difunda falsas noticias o alarmas sobre la neumonía o que venda remedios fraudulentos (15 años de cárcel). El anuncio encaja con la tradición china de amenazar con severos castigos, incluida la pena de muerte, en situaciones de emergencia.
El Gobierno ya había dicho que empleará mano dura con quienes no cumplan su labor en la lucha contra una enfermedad que ha provocado 5.163 infectados y 271 fallecidos en el país y está teniendo graves consecuencias económicas. La primera muestra fueron las destituciones del ministro de Sanidad y del alcalde de Pekín a finales de abril. A partir de entonces, se han producido más de un centenar de despidos, sanciones y suspensiones de empleo de funcionarios en varias provincias.
Las penas anunciadas pueden tener, sin embargo, un efecto contraproducente y convencer a posibles enfermos de que es mejor no ir al hospital. China registró ayer 52 casos (la cifra más baja desde que decidió destapar la magnitud de la crisis el pasado 20 de abril) y cuatro muertos.
Para la organización de derechos humanos Human Rights in China (HRIC), con sede en Nueva York, la decisión "criminaliza a las víctimas de la enfermedad y va a exacerbar el pánico con el que se ve el SARS (síndrome respiratorio agudo y grave) entre los mal informados". "Sólo un Gobierno autoritario ajeno a cómo se debe tratar un asunto grave de salud pública amenazaría con medidas draconianas como la ejecución o la cadena perpetua para controlar la propagación", explica Sharon Hom, directora ejecutiva de HRIC. "Lo que hace falta es un ejercicio médico seguro y educación pública".
Pekín ejecutó en 2002 a más personas que ningún otro país. Según Amnistía Internacional, 1.526 sufrieron la pena de muerte en todo el mundo, de las cuales un mínimo de 1.060 en China. Tradicionalmente ha ejecutado a los condenados con un tiro en la nuca o en el cuello, aunque en los últimos años ha incrementado el uso de la inyección letal.