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Otros presos esperan en el corredor de la muerte. El país está pendiente de la suerte que pueda correr Stanley Tookie Williams, fundador de la banda callejera Crips y candidato al Nobel de la Paz, que recibirá una inyección letal el 13 de diciembre si el Tribunal Supremo o el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, no hacen nada para impedirlo. Williams está ingresado en la tristemente famosa prisión de San Quintín, en la bahía de San Francisco, por el asesinato de cuatro personas hace 26 años.

El caso de Williams ha generado una gran controversia porque, según sus abogados, durante su juicio se cometieron numerosos errores y el acusado en todo momento ha reiterado su inocencia. La acusación, según los abogados, se basó principalmente en los testimonios de confidentes policiales y delincuentes sobornados con incentivos para mentir ante la justicia y así culpabilizar al reo.

Pero por encima de todo está la historia de quien se ha convertido en una leyenda por su voluntad de rehacerse a sí mismo, renegando de la violencia callejera de la que en su adolescencia fue impulsor. Los seguidores de Williams le han propuesto para el Nobel de la Paz en cinco ocasiones, y alegan que los jueces deberían tener en cuenta su regeneración, reflejada en la serie de nueve libros para niños que ha escrito durante su larga estancia en prisión.

La intensa vida de Williams, de 51 años, dio lugar a la película para la televisión Redención, protagonizado por el actor ganador de un Oscar, Jamie Foxx, quien se ha convertido, junto con otras muchas estrellas de Hollywood, en uno de sus más ardientes defensores.