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Sería erróneo deducir de los últimos acontecimientos, sin embargo, que la pena capital vaya a ser eliminada pronto de las legislaciones norteamericanas. Parece formar parte todavía de su ADN nacional, por razones históricas e incluso religiosas. Resulta siempre sorprendente para el observador europeo que la discusión sobre la pena de muerte en Estados Unidos suela centrarse en si se aplica o no con justicia, si cumple una función disuasoria, si existen demasiados fallos procedimentales, si hay discriminación racial o si el método de ejecución es o no constitucional. Es más un debate legalista y político que moral. No es frecuente plantear la cuestión desde la perspectiva básica de los derechos humanos, del tabú ético que supone ya en Europa dar al Estado la potestad de quitar la vida legalmente a un individuo, por terribles que hayan sido sus crímenes.
El caso Morales y situaciones semejantes en otros estados entran en la polémica legalista. "Lo que se está cuestionando no es la pena de muerte en sí misma, sino el actual método de la inyección letal, si causa demasiado dolor, pero puede ser que otros fármacos sean aceptados", se lamentó Richard Dieter, director del abolicionista Centro de Información sobre la Pena de Muerte, en conversación con este diario.
Dieter es escéptico sobre el retroceso de la pena capital, pese a que el número de condenas y ejecuciones ha ido a la baja. "Lo que sucede es un indicativo de la incomodidad ante la pena de muerte - puntualizó-. No queremos ver ejecuciones crueles. Pero debo decir que los estadounidenses aún apoyan la pena de muerte por una mayoría de dos tercios. La incomodidad no ha alcanzado un punto en que vayamos a eliminar pronto las ejecuciones. Todavía existe una aceptación cultural de la pena de muerte. Pero queremos un método que parezca indoloro". "No sé si este problema de la inyección letal preocupa tanto al pueblo norteamericano como las cuestiones de raza o de inocencia respecto a la pena de muerte, pero es un asunto muy serio para los tribunales y para los legisladores - agregó Dieter-. Hay muchos aplazamientos de ejecuciones y aún habrá más".
Quienes sí han tomado partido de manera inequívoca son los profesionales médicos, que han puesto por delante los criterios éticos de su oficio. Varias organizaciones gremiales apoyaron sin reservas a los médicos y enfermeros que se negaron a actuar como verdugos activos o pasivos en la ejecución de Morales. "La Asociación Médica Americana (AMA) está alarmada de que el juez Jeremy Fogel no tuviera en cuenta las obligaciones éticas cuando ordenó la participación de médicos en las ejecuciones", declaró la consejera legal de la asociación, Priscilla Ray, quien aludió al estricto código ético de la AMA. "Las opiniones sobre la pena de muerte son decisiones personales de cada individuo - añadió Ray-. Pero un médico, como miembro de una profesión dedicada a preservar la vida cuando hay esperanza de poder hacerlo, no debería participar en una ejecución autorizada legalmente". El código de la AMA especifica que no sólo no debe participarse directamente, sino tampoco "asistir, supervisar o contribuir a la capacidad de otro individuo de causar la muerte a un condenado".
La Asociación Americana de Anestesiólogos suscribió los mismos argumentos. No quiso adoptar una posición tampoco sobre la pena de muerte, pero fue aún más contundente sobre el rechazo a que sus profesionales colaboren en las ejecuciones. "Esto incluye hacer recomendaciones sobre los fármacos que utilizar", recalcó la AMA en un comunicado, "Los médicos son sanadores, no verdugos. La relación médico-paciente depende del principio inviolable de que el médico usa sus conocimientos científicos sólo en beneficio de los pacientes". Entre los que se han mostrado partidarios de la pena de muerte y la inyección letal figura el jurista Robert Blecker, de la New York Law School. Blecker aseguró a The New York Times que "hay gente que merece una muerte rápida pero dolorosa". El profesor hizo una sutil distinción: "No todo el mundo que merece morir merece morir con dolor, pero si tú eres un sádico que viola, infliges dolor a conciencia y sientes placer mientras torturas hasta la muerte a tu víctima inocente e indefensa, entonces mereces morir rápido pero con dolor".