Pena de muerte | > Índice de textos sobre la pena de muerte |
- ¿Dónde?
- En la plaza Folch
i Torres, cerca de la ronda Sant Pau.
- ¿Con
qué método?
- Garrote. Se agolpó
un gran gentío, lo que atrajo a muchos carteristas. ¡Qué
paradoja!
- ¿Cuál?
- Las ejecuciones
públicas tenían el objetivo de disuadir a la gente de robar
o matar. ¡Y resulta que allí mismo acudían los ladrones
a robar!
- ¿Se torturaba
al condenado?
- A veces se le
ataba a la cola de una caballería, que le arrastraba por las calles
hasta el cadalso.
- Llegaría
más vivo que muerto...
- Esa ronda macabra
se detenía en el lugar en que el condenado había cometido
su crimen, y allí se le cortaba un puño. O los dos.
- ¡Qué
bestias!
- Se hizo desde
el siglo XIII al XIX, pues en 1832 humanizó la pena de muerte Fernando
VII, unificando las ejecuciones: todas a garrote. Se veía más
digno, pues se moría sentado...
- Ya. ¿Cómo
se ejecutaba antes?
- A los nobles y
clérigos se les agarrotaba. O se les degollaba con un gran cuchillo.
O se les decapitaba. A los militares se les fusilaba. A homosexuales y
herejes, hoguera. Y a la plebe, ¡horca!
- ¿Y no
se desangraban, sin puños?
- Les acompañaba
un cirujano, que procuraba que llegasen vivos al patíbulo. Aunque
hay casos de descuartizamiento del condenado ya cadáver...
- Cuénteme
uno.
- El payés
Joan de Canyamars hirió con un puñal a Fernando el Católico
en la plaza del Rei en 1492... Ya condenado, le pasearon en carro, semidesnudo,
junto al verdugo: en la plaza del Blat, le cortó un puño;
en la del Born, el otro. Murió allí, pero en la plaza Sant
Jaume le cortó la nariz, una pierna y le sacó un ojo.
- Por favor, acabe.
- En la plaza Nova
le segó por el muslo. En la plaza Santa Anna, la otra pierna y el
otro muslo. La comitiva siguió por la calle Sant Pere, dónde
descuartizaron lo que quedaba. Sacaron el carro con los restos fuera de
la ciudad, y lo quemaron todo en el Canyet...
- ¡Y la
gente se lo pasaba bomba!
- Esa rúa
sangrienta era un espectáculo de masas. A veces se incineraban los
puños cortados del reo ante sus ojos... Si pudiese asistir a una
ejecución pública, ¿asistiría?
- No creo.
- Esta es la pregunta
que todos debiéramos respondernos. ¿Vio el vídeo de
la ejecución de Sadam?
- Sí...
Ahorcado... ¿Hubo muchas horcas en Barcelona?
- Se ahorcaba en
el Pla de Palau, la plaza Nova, Creu Coberta, Pla de la Boqueria, Rec Comtal,
Trinitat... A ésta, la más alejada del centro, se la llamaba
la quinta forca.
- ¿De ahí
esa expresión coloquial?
- Sí. En
esas horcas de entrada a la ciudad se colgaban putrefactos restos de ahorcados...
Las cabezas, colgadas en jaulas. Esas horcas marcaban los límites
de jurisdicción.
- ¿Esto
sucedía sólo en Barcelona?
- Era igual en todas
las ciudades de Europa. Lo que acuñamos aquí son expresiones
muy locales...
- A saber.
- Treure el Santcristo
gros: es un gran crucifijo sito en la capilla de la Confraria de la Puríssima
Sang -La que acompañaba a los condenados- de la iglesia del Pi:
se sacaba cuando subían al cadalso tres o más reos.
- ¿Alguna
otra expresión?
- Aixecar la camisa:
era lo que convenía hacer con alguien para ver si había sido
marcado en la espalda con hierros candentes en alguna ciudad (una pena
frecuente). O curt de gambals: alude al modo torpe de caminar de alguien
(un condenado) aherrojado por los tobillos.
- ¿Cómo
eran aquellos verdugos?
- Era un oficio
más: pagado por el erario público, pero infamante. El verdugo
debía vivir en una casa marcada, apartada, fuera de la ciudad, y
tenía que vestir con capa blanca y guantes amarillos.
- Para ser reconocido.
- Y para no tocarle.
El verdugo no debía tocar mercancía alguna: si iba de compras,
debía señalarla con una varita. Si iba la taberna, debía
llevar su propio vaso... ¡Ah, y tenía que hacer muy bien su
trabajo!
- ¿Qué
quiere decir?
- Si mataba mal
-se rompía la cuerda, no degollaba bien...-, si el espectáculo
se frustraba, el público se enfurecía: pedía clemencia
para el condenando y apedreaba al verdugo.
- ¡Cómo
eran nuestros bisabuelos!
- Más de
una vez se enfurecían por estas cosas, se amotinaban, y en la algarada
con los guardias solían morir tres o cuatro personas... - Muerte
sobre muerte... - Las madres llevaban a sus niños a la ejecución,
y en el momento de la muerte abofeteaban al chaval, diciéndole:
"¡para que te acuerdes!". Para que aprendiesen a portarse bien, como
Dios manda.