La presión de los extremistas complica el perdón presidencial a la condenada por blasfemia en Pakistán
Cae
un rojo y frío atardecer entre los cánticos que llaman a la oración en
la mezquita de Ittan Wali. En este poblado en el Punjab de Pakistán
vivía Asia Bibi, la cristiana que se ha convertido en la primera mujer
condenada en este país a la horca por blasfemia. Su caso ha desatado la
ira de los extremistas y una fuerte presión internacional.
Una veintena de hombres que han terminado su trabajo en el campo o en
la ladrillera se dirigen a escuchar a su imán. Aunque cuentan que Bibi
y su familia eran gente tranquila que nunca dio problemas, son firmes:
el código penal dice que quien blasfeme contra su profeta debe ser
ahorcado. A los vecinos de Ittan Wali poco les vale que el presidente
de Pakistán, Asif Alí Zadari, haya cedido a la presión internacional,
(el Papa incluido) y haya dicho que perdonaría a Bibi. "Si no la
cuelgan como dicta la ley, la mataremos nosotros", se oye en el grupo
de hombres. Uno de ellos, vestido con el tradicional salwar kameez, da
un paso adelante y dice orgulloso: "Yo estoy listo para matarla". A
Abdul Shakoor, de 26 años, le siguen varios de sus vecinos que
comparten su idea. "Yo también lo haría", dice Zuqar Nain, de 20 años,
con una sonrisa.
El imán del pueblo, Mohammad Salam, tiene poco tiempo para contestar
preguntas antes de dar su sermón en la austera mezquita. Fue este
hombre de 31 años, larga barba, quien acusó a Bibi ante la policía por
blasfemia en junio de 2009. Cuenta que un grupo de 25 jornaleras
estaban en la pausa para el almuerzo y que las musulmanas no quisieron
beber del mismo vaso que usó Asia Bibi, la única cristiana. Ella se
enfadó y la discusión se tornó tan acalorada que la mujer blasfemó
contra Mahoma, dice el religioso.
¿Cuál fue la injuria? "Nunca podría repetirla", contesta enfadado el
imán. Asegura que da igual que Bibi sea una mujer. "Debe ser
castigada". Salam, que supo de la trifulca por una joven que la
presenció, asegura que llevó a cabo sus propias investigaciones. Cinco
días después puso el caso en la comisaría donde, según fuentes
cristianas, se presionó a Bibi para que se convirtiera al Islam. Su
supuesta ofensa, sostienen, fue decir que Jesucristo es tan sagrado
como el profeta.
Asia Bibi, que asegura ser inocente, está en prisión desde hace año y
medio. Su proceso judicial puede durar desde un par de meses hasta
varios años, según los expertos. A pesar de la presión, aún existe la
posibilidad de que sea ahorcada. El tribunal de Lahore ha dicho que no
permitirá al presidente Zardari concederle el perdón. Mientras tanto,
la ira de los fundamentalistas crece en todo el país: la semana pasada
el clérigo Yousef Qureshi ofreció desde su mezquita en Peshawar una
recompensa de 500.000 rupias (4.400 euros) a quien acabe con la vida de
la acusada.
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Los grupos islamistas ya han advertido de reacciones violentas en caso
de que se perdone a Bibi. "Estamos esperando la respuesta, pero nos
manifestaremos en contra si no se ejecuta a la mujer", asegura Yahya
Mujahid, portavoz de Yamat ud Dawa, una de las organizaciones más
radicales.
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