Empresas del sector firman un código contra los abusos a menores

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Los viajeros que abusan sexualmente de menores cuando vuelan a miles de kilómetros de su país no siempre sienten una preferencia especial por los niños, pero adoptan un comportamiento delictivo porque están en un país lejano, casi siempre un país más pobre en el que la prostitución infantil y el turismo con fines sexuales forman parte del paisaje. Así lo advierte el código de conducta del sector turístico para la protección de los niños y niñas frente a la explotación sexual. Algunas personas incluso "intentan convencerse de que la explotación sexual de los niños es una buena acción porque de esta forma los ayudan a obtener dinero", según denuncia el código.

La explotación sexual infantil (la prostitución, la pornografía y el tráfico con fines sexuales) y la continua expansión del turismo sexual son la razón de ser del documento. "Actualmente, hay 1,8 millones de menores obligados a prostituirse o a trabajar en la industria de la pornografía", indicó ayer Amparo Marzal, directora general de Familias e Infancia del Ministerio de Asuntos Sociales.

"Los negocios del turismo están ayudando a desarrollarse a países que están a menudo amenazados por la pobreza y el subdesarrollo. No sólo tenemos la obligación de proteger los derechos de los niños en nuestros destinos turísticos por deber moral, sino también por nuestro interés profesional", explicó Andreas Mueseler, representante del comité ejecutivo del código de conducta.

Las empresas turísticas que adoptan este código contraen una responsabilidad social en aquellos destinos en los que operan. Tienen, por ejemplo, que formar al personal de sus empresas, introducir una cláusula en los contratos con sus proveedores en la que declaren su rechazo a la explotación sexual infantil, informar a los turistas y proporcionar información a los agentes locales.

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