Derechos de la infancia | > Otros textos |
Majeda Sharmina nada contra corriente. Hace dos años que lucha para cambiar el destino de su hija en Bangladesh, donde el 68% de las niñas son obligadas a contraer matrimonio antes de los 18 años
Majeda tiene sólo 18 años más que su hija, que ha cumplido ya los 13. Habla con un tono dulce, pero con frases directas y desenfadadas. Nunca ha ido a la escuela, vivió la infancia como huérfana y fronta la adultez desde la viudez. En la actualidad trabaja jornadas de 12 horas continuas como doméstica. La capacidad que tiene de narrar la realidad que la trastoca resulta devastadora.Esta mujer ha emprendido una campaña firme, una guerra sin protagonismos públicos y un fin que abre camino al futuro de Sabina, su hija. Es una lucha cuesta arriba en su Bangladesh natal, donde 7 de cada 10 niñas son obligadas a contraer matrimonio a partir de los 12 años.
Su estrategia consiste en negarse con rotundidad a toda solicitud de matrimonio que llegue para su hija, tomando como principal refugio una escuela situada en Korail, uno de los slums más poblados de la capital del país, con casi un millón de habitantes. Allí asiste por primera vez a la escuela para participar en los talleres de sensibilización de la organización Intervida, que tienen como objetivo inculcar la necesidad de educar a las niñas, un derecho que sólo un 20% de ellas logra alcanzar.
- ¿Qué significa para usted ser mujer en Bangladesh?
-Es ser nada. Porque, pase lo que pase, terminamos en la cocina. En la de nuestros padres, en la de nuestro marido o en la de nuestra suegra, pero siempre internadas en una cocina.
-¿Sólo en la cocina?
-No, la cocina es lo más habitual, pero aparte tenemos que hacer muchas horas en las fábricas y limpiando la casa de otras personas. Muchas, muchas horas y siempre, siempre lo mismo.
-¿Cuáles son los oficios más comunes en los que trabajan las niñas?
-Las fábricas de zapatos, de ropa, en textiles. Pero las contratan sobre todo para el trabajo doméstico. Las niñas a partir de los 6 años ya pueden lavar ropa, fregar suelos, cocinar cosas sencillas. Son más baratas y comen menos.
- Y ese no es el futuro que quiere para su hija, ¿no?
-Eso es muy difícil evitarlo. Lo que sí quiero evitar es que tenga que casarse siendo una niña.
-¿Por qué?
-Porque las niñas tienen derecho a tener otro tipo de vida, tienen que ir a la escuela, jugar, aprender las cosas que las harán mejores personas.
-¿Cómo fue su vida como niña?
-Como la de todas las niñas. Mi madre se quedó viuda y tuvimos que trabajar mucho y desde muy pequeñas. Un día regresaba a casa y un hombre comenzó a decirme cosas, a silbarme. Así cada día, durante varias semanas. Entonces llegaba a casa asustada porque sabía que ese hombre podría violarme. Mi madre para prevenirlo, decidió que tenía que casarme, con un hombre que no conocía y sin pagar la dote.
-¿Es muy común su historia en Bangladesh?
-Sí. Aquí cuando las niñas cumplen 12 años empiezan a ser muy vistas por los hombres. Cualquiera puede cogerlas en la calle y violarlas, luego vas a la policía y no te hacen caso. No se puede ni denunciar. Así que para muchos padres, lo mejor es casarlas antes de que esto ocurra, porque de esta forma tendrán comida y protección por parte de un hombre.
-¿Qué ha significado eso para su vida?
-Todo y nada. Como el comienzo y el final de todo. Es lo que me ha tocado. Al poco tiempo nació Sabina. Mi marido no me respetaba porque mi madre no había pagado la dote, así que un día me abandonó, se fue con otra, y a los años murió. Mi familia me obligó a casarme otra vez.
-¿Cómo decidió que quería evitar esta situación a su hija?
-Mi actual marido me dijo que cada vez éramos más pobres, y me propuso a un amigo para casar a Sabina. Un día en la escuela de mi hija me dijeron que se habían enterado de esa posibilidad, así que me invitaron a participar en unas clases en las que entendí que Sabina podía tener otro futuro. Ya no veo normal que se case siendo una niña. ¡Mi hija tiene 13 años y ya he impedido que se case dos veces!
-¿No teme que le suceda algo a Sabina?
-Sí, sí. Mucho. Por eso nunca la dejo ir sola a ningún sitio. Por eso estoy feliz que vaya a la escuela, porque le permitirá ser cada día más fuerte, más lista y aprenderá a defenderse.
-¿Cómo se imagina que será el futuro de su hija?
-Me la imagino feliz. Ella ya lo tiene claro: quiere ser policía. Y cuando le preguntas el por qué, Sabina dice que para proteger a las mujeres y poder meter preso a todos los hombres que les hagan daño. Creo que vamos por el buen camino.