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A Aissatou le practicaron la ablación y hoy lucha para evitar que otras niñas la sufran
Año 2011. El peso de la tradición sigue provocando que cada día 500 niñas sean mutiladas por sus padres. Aissatou Gaye fue una de ellas y años más tarde perdió a su hija después de que su abuela le practicara la ablación. La pequeña se desangró. "¿Por qué me lo han hecho?, ¿por qué se lo hicieron a ella?", se pregunta.Hoy es una mujer de 42 años, madre de tres hijos (varones), que trabaja como mediadora en Médicos del Mundo en España para acabar con la mutilación femenina: "Hay que llegar a las familias y hacerles ver que lo que hacen no tiene sentido", dice.
Aissatou, que nació en Senegal, habla ocho idiomas y es enfermera. Su madre fue la primera mujer en escolarizarse en la aldea donde vivía. Pero aunque perteneciera a una familia "aparentemente moderna", Aissatou no se libró de la ablación: "Tenía 13 años y no me pusieron anestesia, claro, me lo hicieron a mí y a cuatro niñas más".
De vacaciones en Senegal
Su familia, que sigue una estructura piramidal, es gobernada por la abuela: "Creen que lo saben todo y los niños no tienen voz". Ella ordenó su ablación y lo mismo hizo con su hija. Al nacer la pequeña, la nueva familia se fue entonces a vivir a Italia. Cuando la niña tenía casi dos años visitó la aldea durante unas vacaciones allá por el año 2000. "Recuerdo que fui a comprar a Dakar y cuando volví...". Ya era tarde. Una curandera visitó la isla y el mismo día varias niñas fueron mutiladas. "Mi hija tuvo una hemorragia y mucha fiebre, cuando la llevé al hospital murió". Aissatou enfureció como madre, como mujer y como nieta. Nunca ha podido perdonar a su abuela: "Y lo volvería a hacer porque así lo manda su tradición, pero no se dan cuenta de que la ablación no es más que una actitud egoísta de los hombres", señala.
Un acto egoísta
"¿Sabes por qué mutilan los genitales a las niñas?", dice Aissatou. "Porque los hombres quieren controlar a las mujeres hasta el último día". En África las mujeres empiezan a casarse de niñas, con 13 años: "Y lo hacen con hombres mucho más mayores que ellas, y claro, algún día el boli dejará de escribir y la mujer querrá otro". Médicos del Mundo la fichó para que trabajara en equipo: "Un blanco no puede saber todo sobre ablación si no colabora con nosotros".
La justicia española perseguirá las mutilaciones dentro y fuera del país
Los padres que practiquen la ablación a sus hijos aquí o fuera del país incurrirán en un delito castigado en el Código Penal hasta con 12 años de prisión, según aclaró ayer la Delegación del Gobierno de Aragón por si surgía la duda de que sólo es delito si la mutilación se comete en España.
La Audiencia de Teruel condenó esta semana a seis años de prisión al padre de la niña de 12 meses (ahora tiene casi dos años) que fue sometida a ablación en Gambia, ocho meses después de su nacimiento, y a otros dos años a la madre. El juez calificó en la sentencia la ablación como "una de las prácticas más detestables que puede realizar una sociedad contra sus niñas, pues va en contra de la dignidad de las mujeres y de sus derechos como persona".
La ablación provoca graves secuelas de salud en la mujer. "No sentimos placer, no se siente nada", cuenta Aissatou. La medicina ha avanzado y ahora es posible que una mujer mutilada pueda operarse.
Talleres dedicados a hombres africanos
En Mataró, una localidad barcelonesa con gran índice de inmigrantes gambianos y senegaleses, Aissatou imparte talleres de concienciación a mujeres: "Pero ellos son más importantes y son poco colaboradores". Su marido reúne a los hombres para hacerles comprender que la mutilación genital es una brutalidad: "Ni siquiera lo dice el Corán, es una bestialidad". Pero a ellos cuesta convencerles: "Este tema me produce sufrimiento".