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Kari Tapiola, periodista, nacido en Helsinki en 1946, vuelca sus esfuerzos en erradicar el trabajo de los niños en países en vías de desarrollo, como director general adjunto de la OIT(Oficina de la Organización Internacional del Trabajo), desde 1996. Tapiola firmó ayer un convenio con el Real Madrid para colaborar en la campaña Tarjeta roja a las peores formas del trabajo infantil. En el mundo trabajan 246 millones de menores, principalmente de Asia, África subsahariana y el Pacífico; 73 millones no han cumplido los 10 años y 127 millones, no llegan a los 15.Pregunta. Parece usted entregado a una misión imposible.
Respuesta. Es difícil, pero estamos alcanzando resultados esperanzadores. Cerca de 180 millones de estos niños están exponiendo sus vidas en las peores formas de trabajo infantil. Y más de ocho millones están atrapados en la esclavitud, las drogas, la servidumbre por deudas, la prostitución y hasta la pornografía. Hay que sacarles de ésto.
P. Se les quita de trabajar, pero ¿dónde acaban cuando viven en la pobreza?
R. Buscamos siempre alternativas. No podemos decir que los niños tienen que parar de trabajar y luego sentarlos en la calle, eso sería peor. Desde 1992, y a través del programa IPEC (siglas en inglés, Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil) y del convenio sobre las peores formas de trabajo infantil de 1999, hemos conseguido llegar a 83 países y a cientos de miles de niños. En unos casos, según las edades y las posibilidades, llegan a combinar trabajo y escuela; en otros, cambian definitivamente a la escuela. Siempre buscamos primero un trabajo para sus padres.
P. ¿Se puede hablar ya de éxitos concretos de sus programas?
R. En 10 años hemos pasado de 6 países donantes a 27, y a trabajar en 83 países en colaboración con los programas de sus gobiernos con empresarios, ONG y sindicatos. Antes, se pensaba en cambiar las leyes, pero después de la caída del muro de Berlín vimos la necesidad de añadir programas de cooperación técnica con plazos concretos. Uno de los éxitos a destacar es el conseguido en el norte de Tailandia. No sólo en la faceta laboral, sino sacando a las niñas de los burdeles y devolviéndolas a sus hogares y a la escuela. La educación es la clave.
P. ¿Cómo colabora España?
R. España es un país donante desde 1995. Recientemente ha participado en dos programas. Uno, para retirar a las niñas de la prostitución en Cartagena de Indias. El otro, para sacar a los niños de un basurero municipal en un pequeño pueblo de Bolivia.
P. ¿Qué trabajos son los más comunes?
R. La mayoría trabaja en explotaciones agrícolas y en plantaciones, y un 30% en las manufacturas, la venta, el turismo y las labores domésticas. Pero por muchos programas que existan, no habrá solución definitiva si sigue habiendo pobreza. La pobreza lleva al trabajo infantil, y el trabajo infantil perpetúa la pobreza. Hasta 1990 no podíamos pensar en acabar con la explotación infantil. Ahora, con la metodología que aplicamos, estamos demostrando que es posible. Hay demasiados pesimistas que sólo ven lo horrible, pero podemos decir que se puede conseguir mucho.