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El fiscal no puede acusar a los padres de tres hermanas mutiladas
Tienen entre 6 y 9 años y han sido víctimas, sin opción a rechistar, de una práctica atroz considerada como algo normal en el pueblo originario de sus padres. Estas hermanas, de origen gambiano y afincadas en Cervera, han sido mutiladas sexualmente. Y la acción ha quedado impune, ya que la fiscalía acaba de archivar el caso ante la imposibilidad de castigar penalmente a los padres.La primera voz de alarma sobre el futuro que aguardaba a estas pequeñas saltó hace aproximadamente un año. Una asistente social de Cervera y responsables del CAP de esta ciudad alertaron a las autoridades policiales y judiciales sobre las intenciones del padre de las niñas. El hombre se había jactado en público de que era partidario de la mutilación del clítoris, con lo que daba a entender que sus hijas pasarían, tarde o temprano, por este trance.
La cosa no pasó de un rumor, que difícilmente podía servir como prueba para formular una acusación contra el padre. Pese a todo, la fiscalía abrió unas diligencias de investigación e instó a asistentes sociales y médicos a que hicieran un especial seguimiento de esta familia. Y no fue fácil, han revelado ahora fuentes cercanas al caso, ya que los padres de las niñas cambiaban de centro cuando las pequeñas necesitaban asistencia.
Todas las sospechas quedaron confirmadas meses más tarde. Pero ya no había posibilidad de una vuelta atrás. En una revisión médica rutinaria a una de las niñas, los médicos constataron que le habían mutilado el clítoris. La fiscalía retomó entonces aquellas primeras diligencias sustentadas por un rumor y formuló una acusación por lesiones contra los padres de las menores. Ordenó a forenses y ginecólogos que examinaran a las otras dos hermanas. Habían corrido la misma suerte que la primera.
Los padres fueron llamados a declarar por el juez de Cervera. No negaron la evidencia, pero el fiscal tuvo que variar su primera acusación, cuando esta pareja de Gambia aseguró que la mutilación se había practicado en su país de origen, al no poder imputar unos hechos acaecidos fuera de España.
Pero aún no estaba todo perdido. La fiscalía se agarró a la única posibilidad que le dejaba abierta el Código Penal para que estos hechos no quedaran impunes. Los padres fueron acusados entonces de conspiración para un delito de mutilación. Aunque para que prosperara esta segunda posibilidad había que probar que los progenitores planificaron desde Cervera el viaje a África para mutilar el clítoris a sus hijas.
La declaración de los progenitores desmontó, una vez más, la teoría del fiscal. Éstos, tal como era de esperar, declararon que fueron los abuelos de las niñas y unos tíos quienes sometieron a las pequeñas a la ablación cuando ellos estaban en otra ciudad del país visitando a otros familiares. Y aseguraron que sus parientes actuaron convencidos de que no hacían nada malo, ya que esta práctica es allí habitual.