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"Los terroristas necesitan 'caras limpias' y los menores no levantan sospechas", dice un experto. Nabil Belkacemi, el autor del ataque que costó la vida a 30 marinos en Dellys, solo tenía 15 años
Ya no hay límite de edad para ser muyahidín. La red de Al Qaeda en el Magreb Islá- mico ha creado en Argelia una estructura para reclutar y entrenar a menores, algunos de apenas 12 años, a los que encarga incluso la comisión de atentados suicidas. La existencia de esta vanguardia terrorista integrada por niños quedó patente el 8 de septiembre cuando Nabil Belkacemi, un chico de solo 15 años, se hizo estallar a bordo de un camión bomba cargado con 800 kilos de explosivo ante un cuartel de la Marina en el puerto de Dellys y causó la muerte a 30 marinos.Según fuentes de los servicios de seguridad argelinos citados por el diario árabe Al Hayat, Al Qaeda ha conseguido reclutar, entre diciembre del 2006 y abril del 2007, a 50 menores de entre 12 y 17 años. Las autoridades argelinas consideran a ese grupo de niños y adolescentes "una reserva estratégica" destinada a cometer atentados terroristas.
La mayoría de los niños son captados en los barrios suburbiales con la promesa de enviarles a la yihad en Irak, un fenómeno que ejerce una auténtica fascinación sobre ellos. Después, se les somete a una breve fase de adoctrinamiento en las mezquitas, donde se les muestran vídeos sobre Irak, se les insiste en la necesidad de aplicar la nusra o solidaridad entre musulmanes y se les dan algunas nociones sobre artes marciales, sobre todo aikido.
Después, los chicos son trasladados a los campos de entrenamiento en zonas montañosas de Argelia, donde se les forma en el manejo de explosivos y, en especial, en cómo cometer un atentado suicida con coche bomba. Según las fuerzas de seguridad, existe una red de reclutadores especializados en los niños que recibe una importante suma de dinero por cada chico reclutado.
La primera alerta saltó el pasado mes de julio en la localidad argelina de Thénia, cuando la policía detuvo a 13 menores de entre 12 y 17 años. Algunos de los chicos habían sido contactados por los islamistas a la salida de clase o en la calle. Los captadores se acercaron a ellos primero con un discurso moralizador, reprochándoles el hecho de no estar trabajando para ayudar a sus padres. Tras varios contactos más, los reclutadores organizaron un partido de fútbol para conocer mejor a los jóvenes y decidir cuáles iban a estar más dispuestos a seguirles.
Cuando se había establecido la confianza, los reclutadores les ofrecían pequeñas cantidades de dinero, unos 2.000 dinares (menos de 20 euros), a cambio de que vigilaran los vehículos de las autoridades, la policía o comerciantes y empresarios locales susceptibles de ser secuestrados. Poco a poco, el dinero aumentaba e incluso les entregaban móviles de última generación. De hecho, a varios de los chicos, en el momento de la detención, se les encontraron encima sumas que rondaban los 200 euros y cederrones con propaganda terrorista.
Para el periodista argelino Hmida Layachi, director del diario Djazair News y uno de los mayores especialistas en Al Qaeda en el Magreb, este grupo se acerca a los niños "porque son más fáciles de convencer y más manipulables que los adultos y porque los terroristas buscan caras limpias, es decir, que no levanten sospechas y que no estén fichadas por la policía, que cree que el perfil terrorista es el de alguien de entre 20 y 30 años". Layachi señala que "la fase de adoctrinamiento dura unos dos meses, y en seis meses ya los han convertido en kamikazes en potencia".