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Tortura, violaciones, palizas. Irlanda conoció ayer la escala masiva de los abusos cometidos por el clero católico, delitos por los que nadie será procesado. Miles de niños y niñas en la isla sufrieron décadas de agresiones e intimidación a manos de curas, frailes y monjas. Durante 60 años, desde mediados de la década de los 30 a la de los 90 del siglo pasado, varias órdenes religiosas "aterrorizaron" a los menores, que estaban a su cuidado, en reformatorios, internados y orfanatos.Los abusos sexuales eran un mal "endémico". La jerarquía eclesiástica supo de esos delitos, pero protegió a los pederastas e impidió que fueran detenidos. Estas y otras gravísimas conclusiones figuran en el informe dado a conocer ayer en Dublín por la Comisión de Investigación de Abuso de Niños, establecida en el año 2000 por el Gobierno, tras las denuncias aparecidas en una serie de reportajes en televisión.
El trabajo, de 2.600 páginas, realizado a lo largo de nueve años después de haber entrevistado a más de 2.000 víctimas, ofrece por primera vez una visión completa de la manera sistemática en que las órdenes religiosas maltrataron a los menores más vulnerables.
El enorme número de agresiones constatadas en un país de apenas 3,5 millones de habitantes es de un volumen sin precedentes. "Abusos físicos y emocionales y abandono fueron la norma de estas instituciones", concluye el informe presentado por el juez y presidente de la comisión, Sean Ryan.
"Hubo abusos sexuales en muchas de ellas, particularmente en las instituciones para chicos", relata el dictamen. "Las escuelas se dirigían imponiendo una impensable y opresiva disciplina a los niños e incluso a los empleados. Los que se fugaban recibían enormes palizas, públicas a veces. A algunos les rapaban la cabeza y les humillaban".
Golpes, insultos y menosprecio traumatizaron para siempre a huérfanos, niños abandonados o pequeños delincuentes. Algunos de ellos apenas tenían 3 años cuando ingresaron. Su culpa era haber nacido fuera del matrimonio. Las madres solteras acababan junto con prostitutas en instituciones donde trabajaban como esclavas, como las Magdalene Laundries (Lavanderías de la Magdalena), cuyas miserias relató con cruda verosimilitud el director Peter Mullan en la película Las hermanas de la Magdalena (2002).
Había además pobreza y abandono. "Los niños tenían hambre a menudo y la comida que recibían era inadecuada, incomible y mal preparada". El Departamento de Educación del Gobierno de Irlanda respaldaba a las órdenes religiosas y no hizo nada para detener los abusos. Los inspectores, que ocasionalmente visitaban los centros, rara vez hablaban con los menores.
El informe no da nombres, ni de los agresores, ni de las víctimas. Una de las órdenes religiosas que más crueldades cometió en Irlanda y en otros lugares del mundo, los Christian Brothers, ha logrado que los jueces impidan la identificación de los agresores. Muchos de los que sufrieron vejaciones emigraron, otros han muerto, algunos han recibido indemnizaciones económicas, pero exigen justicia.
"Lo que necesitamos es ver a los que cometieron los abusos procesados. Necesitamos ver a los que estaban en la jerarquía de la Iglesia y de las ordenes religiosas en los tribunales", afirma John Kelly, portavoz de las víctimas. El nuevo arzobispo de Westminster, máximo responsable de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, condenó anoche a los responsables de los abusos.