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El desfile que los homosexuales trataron de realizar en Moscú a finales del mes pasado muestra la actitud de la sociedad rusa hacia las minorías sexuales: la marcha fue prohibida, los líderes tanto cristianos ortodoxos como musulmanes hicieron declaraciones homófobas y, cuando los gays de todas maneras salieron a las calles de la capital rusa, nacionalistas y fanáticos ortodoxos los atacaron."El problema es el nivel general de homofobia en la sociedad rusa, que es bastante alto. Las últimas declaraciones de políticos y religiosos no son casuales; están dictadas por el deseo de ganar dividendos con su actitud de intolerancia hacia los gays. Esto, unido al auge de los nacionalistas, que buscan enemigos para descargarse, marca un retroceso patente con respecto a los años noventa en la situación de los homosexuales", explicó a este periódico Nikolái Alexéyev, líder del movimiento de defensa de derechos de las minorías sexuales Gayrussia.ru y organizador del desfile en Moscú.
A pesar de este retroceso, la situación de las minorías sexuales es indudablemente mejor que en la época soviética, en la que desde 1934 regía una ley que penaba el homosexualismo. Sólo en 1993, dos años después de la desaparición de la URSS, se logró anular esa ley, algo posible, en gran parte, gracias a la presión del Consejo de Europa, subraya Alexéyev. Sin embargo, el homosexualismo siguió considerándose una enfermedad psíquica hasta 1999. Hoy oficialmente queda sólo una discriminación legal de los gays, que les impide donar sangre. Verdad es que se trata más bien de una prohibición establecida sólo en el papel, imposible de aplicar.
La situación es muy diferente ya se trate de Moscú y San Petersburgo o del resto del país. Si en las dos principales ciudades hay decenas de discotecas y lugares donde los gays pueden encontrarse y divertirse, en provincias son muy escasos.