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El silencio revive la homofobia
Celeste López
. La Vanguardia, 25-1-2014
La falta de contundencia ante actitudes homofóbicas hace temer un retroceso hacia una sociedad intolerante
La crisis económica y sus consecuencias focalizan todos los esfuerzos de las autoridades. No hay tiempo para otras cosas que, a priori, pudieran parecer secundarias como la igualdad, la conciliación, el respeto... "Pero es un error, porque el silencio de la mayoría ante cuestiones importantes como las citadas pueden conducirnos a una sociedad intolerante. Mientras hablamos del paro, de la falta de alimentos, de la desesperación de las familias de clase media se están produciendo hechos que den ser condenados de manera tajante y no se hace", señala José Ignacio Pichardo, profesor del departamento de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid. Es lo que está ocurriendo, apuntan los expertos, con la aparente apatía de las autoridades, y en parte de la sociedad, ante las actitudes y manifestaciones homófobas que por parte de determinados sectores.

En los últimos días, recuerdan, miembros de la jerarquía de la iglesia ha vuelto a referirse a los homosexuales como personas que precisan tratamiento al considerarlas enfermas, mientras que el Síndic de Valencia investiga un posible caso de homofobia en un instituto de Gandia y un profesor ha denunciado al equipo directivo del colegio por despedirle, según él, por su condición gay. Y el caso más duro, por las circunstancias en las que se han producido, la respuesta de grupos ultras al anuncio del concejal socialista Pedro Zerolo de que padece un cáncer: "Él se lo ha buscado por ser marica" es la frase más suave que en algunos medios de comunicación y en Twitter se han lanzado estos días contra Zerolo. Nada que ver esta reacción a la recibida por parte de otros políticos, del cualquier signo, que han hecho pública su enfermedad, como Esperanza Aguirre, Josep Antoni Duran, María San Gil o Urxue Barcos, entre otros.

¿Los españoles ya no son tolerantes con la homosexualidad? Según se desprende de las encuestas del CIS, sí con rotundidad. Y especialmente los jóvenes, cuya aceptación parece casi plena (8 de cada 10 lo acepta sin problemas, dicen). De hecho, según un trabajo realizado por el instituto de investigación social Pew Research Center, la sociedad española es la que más acepta la homosexualidad de todo el mundo.

Pero aún pervive una minoría que rechaza a los homosexuales y cuya voz, de vez en cuando, se alza ante el silencio del resto. "Insisto, es un peligro porque esto conduce a la intolerancia. Sobre todo entre los más jóvenes, entre los adolescentes. Es preciso cortar de raíz cualquier acción que fomente la discriminación de las personas", señala Pichardo, experto en diversidad sexual que acaba de publicar un estudio (Diversidad y convivencia en los centros públicos) que revela que, pese a la mayoritaria aceptación juvenil de la homosexualidad, se siguen reproduciendo acoso y persecución. El trabajo que dirige este antropólogo, basado en las respuestas de 250 colegios y 3.500 alumnos de la ESO y Bachillerato, deja claro que el acoso homofóbico está presente en las aulas y, lo peor, que muchos profesores no lo paran por la sencilla razón que no saben cómo hacerlo. "La formación del profesorado se ha centrado casi en exclusiva en inglés y en el manejo de las nuevas tecnologías", señala José Ignacio Pichardo.

Este estudio, elaborado durante un año, señala que ocho de cada diez estudiantes han oído insultos como "maricón" o "bollera" dirigidos a algún alumno que "es o parece ser gay, lesbiana o transexual". Además, la mitad de los estudiantes ha visto cómo se excluye y se aparta a compañeros cuyo aspecto o actitud dan a entender que son homosexuales o bien "hacen cosas que ellos consideran que corresponden a otro sexo". Y dos de cada diez alumnos reconocen haber presentado agresiones a estos compañeros que son o parecen homosexuales.

Estos ataques se producen mayoritariamente en el tiempo que transcurre entre clase y clase (46,2%), e incluso en la misma clase (41,1%). Mientras que en el 39,5% de las ocasiones, las agresiones se trasladan al patio.

Y los profesores, ¿qué hacen? Una parte, sencillamente, nada porque no saben qué pueden hacer. Para justificarse, en muchas ocasiones minimizan las acciones diciendo esa frase tan manida de que son cosas de chicos, que ya se pasarán. Pero no se pasan y se repiten año a año, "haciendo mucho daño a quien lo sufre, ya sea gay, lesbiana, obeso o feo", indica este trabajo, disponible en Presentacionidyc.blogspot.com.

El silencio cómplice de profesores y alumnos es, como reconoce el profesor Quique Cases, que fue acosado de adolescente por ser gay, la peor solución y hace cómplices a los que callan del acoso. Pichardo es, sin embargo, optimista: "Hemos apreciado un mayor número de estudiantes que ante situaciones de acoso homofóbico recriminan la actitud del acosador". Y es que, insiste, hay que ser tajante en su rechazo.